Habiendo hecho noche en las afueras de Sibenik, tras haber visitado el día anterior el Parque Nacional de Krka, tocaba comenzar la jornada recorriendo esta bonita ciudad. Así, tras cargar las pilas con un buen desayuno en el hotel, nos acercamos en coche hasta el casco antiguo de la localidad que vio nacer al jugador de baloncesto Dražen Petrović. 

Aunque lo cierto es que Sibenik no destaca únicamente por este curioso dato, sino que es una ciudad muy conocida por su cuidado casco medieval formado por bonitas calles peatonales, antiguas capillas y una magnífica catedral, que está declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. 

Al llegar, dejamos el coche en un aparcamiento de pago y nos dirigimos al centro a pie. 

El casco histórico no es muy grande y además es peatonal, por lo que merece la pena perderse por él, callejeando. A lo tonto nos iban saliendo al paso diversas construcciones medievales e interesantes capillas. 

Casi de inmediato llegamos al verdadero símbolo de la ciudad, la catedral de Santiago. 

Ésta, fue construida por Juraj Dalmatinac entre los años 1431 y 1536, en estilos gótico y renacentista y se convirtió en su obra maestra. Llaman la atención (en su fachada) las 71 figuras de cabezas que decoran su friso. En realidad, se trata de retratos de las personas que donaron dinero para construir el templo. Cada figura tiene una expresión diferente (relajado, molesto, temeroso, etc), según dicen, esta expresión se exageraba más o menos en función de la cuantía de la donación…

El exterior de la catedral, más allá de las curiosas cabezas humanas, es digno de admiración, con sus paredes de piedra blanca y su enorme cúpula de 32 m. No en vano, la Catedral de Sibenik es el mayor templo del mundo construido únicamente con piedra, sin utilizar otros elementos como madera o ladrillo. 

La entrada lateral, conocida como el Portal del León (en al que dos leones sujetan columnas con las figuras de Adán y Eva) también llama la atención. Como curiosidad, que esta catedral no tiene campanario. 

El interior (para lo cual hay que pagar una entrada) también es llamativo, destacando el Sarcófago del Obispo Šižgorić, diversos cuadros y el baptisterio (con una impresionante pila bautismal). 

Al salir de la iglesia, pudimos ver con calma la Plaza de la República, de la que dicen que es una de las más bonitas de Dalmacia. Además de la catedral, en ella se halla el Ayuntamiento (del siglo XVl, aunque lo cierto es que se trata de una reconstrucción, ya que éste quedó totalmente destruido en 1943 por los bombardeos aliados). 

En la plaza también encontraremos el Palacio Episcopal y otras antiguas casas, hoy reconvertidas en hoteles, tiendas y restaurantes. 

Nosotras, tras visitar la catedral y merodear por la plaza de la república, decidimos subir hasta el castillo, situado en la parte alta de la colina. Así, dejándonos llevar por el entramado de calles laberínticas de la ciudad fuimos descubriendo algunos palacios, iglesias y alguna pequeña sorpresa como el Jardín medieval del monasterio de San Lorenzo (una recreación de un jardín medieval junto a lo que queda del monasterio de San Lorenzo). 

Finalmente, tras enfrentarnos a un buen número de escaleras, llegamos a la cima, a la Fortaleza de San Miguel (de la que aún sobreviven algunas partes datadas en el siglo XIII). 

Las vistas son, sin duda, la mejor recompensa al esfuerzo, pero ya que estamos ahí, qué menos que pagar la entrada y entrar a visitarlo. Recorrimos las murallas y vimos algunas pequeñas salas que se han acondicionado a modo de museo. 

Aunque lo mejor son las bonitas vistas panorámicas del casco antiguo con su catedral, de la bahía con la desembocadura del río Krka y de las islas que se hallan frente a Sibenik (como el archipiélago de Kornati o Visovac). 

Al salir de la fortaleza pusimos rumbo de nuevo al coche para dirigirnos a la siguiente parada del día: Trogir.