Con motivo del Travel Bloggers Meeting, hace aproximadamente un mes tuve ocasión de recorrer la desconocida ciudad de Poitiers, denominada también “la ciudad de los 100 campanarios”. Al parecer, la ciudad cuenta con una gran tradición católica, que hizo que a lo largo de su historia llegara a tener hasta 70 iglesias.
En Poitiers con los amigos de Medio Hippie y Concha de Viaje |
Su centro histórico se sitúa sobre una pequeña colina al abrigo de un gran meandro del río el Clain. Sin embargo, a pesar de las cuestas, Poitiers es una ciudad muy cómoda y fácil de visitar a pie.
Yo me estaba alojando en las cercanías de Futuroscope por lo que al llegar debía dejar el coche en algún parking. El primer día que me acerqué a la ciudad, pagué la novatada, pues lo dejé en un aparcamiento subterráneo de los del centro, dejándome en consecuencia también un ojo de la cara. Así que, los siguientes días busqué alguna alternativa. El dejar el coche en la calle en la zona del casco urbano tampoco es que fuera barato y había que acercarse a renovar el ticket cada determinado tiempo… así que analizando el mapa de la ciudad vi que a lo largo del boulevard que circunvala el casco antiguo (paralelo al río) había diversos aparcamientos y decidí acercarme a uno de ellos. El elegido se encontraba entre el “Jardin des Plantes” y la “voie André Malraux”. El precio era completamente diferente de los vistos hasta eso momento. Allí, se podía dejar el coche toda la jornada por menos de 3 euros, siendo gratuito los domingos y festivos. El casco histórico se encontraba a escasos 5 minutos a pie desde allí, por lo que a partir de ese momento siempre dejé el coche allí.
El centro de Poitiers por excelencia es la plaza Charles De Gaulle, donde se encuentran la iglesia de Notre Dame y la oficina de turismo. Y hacia allí me dirigí. A la oficina de turismo.
Me hice con un plano de la ciudad, donde venían indicadas 4 rutas con las que se puede recorrer la ciudad de cabo a rabo, viendo muchos de los edificios que han sido catalogados como de interés. Al parecer también existe una aplicación que podemos descargar en el móvil con la que realizar la visita y obtener los datos más interesantes de todos estos lugares. Pero yo lo hice de forma tradicional, mapa en mano conformé mi propia ruta combinando alguna de las que allí venían indicadas.
El punto de partida era la propia plaza, la antigua plaza del mercado, donde además se encuentran numerosos edificios medievales con esos entramados en madera tan característicos.
Pero si un edificio destaca allí es, sin duda, la imponente iglesia de Notre Dame la Grande. Esta iglesia románica, que fue fundada en el siglo X y reconstruida en el siglo XI, es el principal monumento de Poitiers. Es imposible pasar a su lado y no quedarse embelesado con su espectacular fachada repleta de imágenes y esculturas con representaciones de la Biblia.
Al entrar, también sorprende su interior con pinturas murales, principalmente motivos geométricos que datan del siglo XIX. En el año 1990 se llevó a cabo la última restauración.
Al parecer en las noches de verano (entre el 21 de junio y finales de septiembre) y durante Navidad tiene lugar una iluminación especial creada por Skertzo que, durante 15 minutos, tiñe de colores la fachada de la iglesia (cada día con una decoración distinta).
A partir de allí me adentré por la que podría ser la principal calle peatonal de la ciudad, la Rue des Cordeliers, la calle comercial por excelencia de Poitiers. Caminando por la calle veremos (porque llama la atención) el Palacio de justicia, situado en el antiguo palacio de los condes de Poitiers, que fue construido en el siglo IX sobre las murallas romanas del siglo III.
Con una agitada historia en la que diversos incendios y posteriores reconstrucciones han ido variando su apariencia y distribución… en la actualidad se encuentra de nuevo cerrado al público. Como dato curioso, en el siglo XII Leonor de Aquitania comenzó a crear en su interior la “Gran Sala”, que se convirtió en la más grande del país, con 50 metros de largo y 17 de ancho, que actualmente se conoce como la «Sala de los pasos perdidos».
A los pies del palacio se levanta una estatua en honor a Juana de Arco, heroína francesa que guió al Ejército francés en la guerra de los Cien Años contra Inglaterra.
Desde allí me adentré por la “Rue de la Cathedral” en dirección a otra de las importantes iglesias de la ciudad: la Catedral de Poitiers.
La construcción de la catedral de San Pedro se remonta a los siglos XII y XIII, a la época de Leonor de Aquitania (el personaje que ha marcado la historia de la ciudad). Fue construida en estilo gótico. Cuenta con 3 grandes portales de entrada situados entre dos torres.
De su interior destacan unas magníficas pinturas del siglo XIII descubiertas en 2012 (cuando se trataba de resolver unos problemas de infiltraciones), la vidriera de la crucifixión situada tras el presbiterio que es original del año 1160 (con colores rojo y azul, que en aquella época eran símbolos de riqueza) y que es una de las más antiguas de toda Francia y el órgano, de finales del siglo XVIII.
Y, aunque yo lo había visitado el día anterior, desde la catedral nos podemos acercar a ver el Baptisterio de Saint Jean, el edificio religioso más antiguo de Poitiers y uno de los más antiguos monumentos cristianos de Francia.
Se trata una pila bautismal que ya en el año 360 se encontraba dentro de una casa o domus romana. Algo más tarde, en el siglo V, se derribó la casa romana y se levantó un Baptisterio como tal que en el siglo XI se volvió a ampliar. De esa época son las hermosas pinturas murales que decoran su interior.
Se trata de una de las visitas imprescindibles de Poitiers, donde podremos ver a parte de la pila bautismal, una pequeña exposición de sarcófagos de piedra que datan de los siglos V a VII, de la época merovingia.
Frente al baptisterio encontramos otra interesante visita: el Museo de Santa Cruz
En el lugar donde antiguamente se encontraba el monasterio de Santa Cruz, se ha acondicionado un moderno edificio para acoger diversas piezas, a través de las cuales dar un repaso a la historia de Poitiers y sus alrededores.
Desde las salas dedicadas a la prehistoria (en la que se muestran grabados rupestres de la Grotte de la Marche, situada en Lussac-les-Châteaux), pasando por la época romana (de la que destaca una estatua de Atenea del siglo I hallada en la zona, o un vaso relicario de cristal del siglo XI), por la época románica (de la que destaca una columna del año 1070 en cuyo capitel se representan elefantes), hasta llegar al arte moderno de principios del siglo XX con obras de artistas como Mondrian, Bonnard, Vuillard, Sisley, Marquet y un buen número de esculturas de la artista Camille Claudel. Es curioso cómo, esta artista, en su época, fue más conocida por su relación con su maestro Rodin, que por su aportación artística. Y no fue hasta 1970 cuando su obra artística comenzó recibir la importancia que merece.
Desde allí podemos seguir con la ruta de iglesias, tocándole el turno a la Iglesia de Santa Radegonda, situada detrás de la catedral.
La antigua iglesia (denominada en un origen Santa Maria extramuros) fue fundada en el siglo VI y tomó el nombre de la santa a su muerte en el año 587. Aunque la iglesia sufrió importantes modificaciones arquitecturales en los siglos posteriores, dando como resultado la curiosa mezcla de estilos que podemos observar en la actualidad: una fachada neogótica, con interior gótico y un presbiterio románico (en el que aún se conservaba una espectacular decoración con frescos).
Tras visitar la iglesia, que me dejó enamorada, ascendí de nuevo hacia la plaza de Charles de Gaulle pero esta vez a través de la Grand Rue. Ésta era la calle principal de la ciudad desde la época antigua y a su cobijo encontraremos numerosos edificios históricos como la “Maison des Trois-Clous” en el número 118 con su decoración gótica o el “Hôtel Rochefort” en el 102, de estilo parisino. Lamentablemente se encontraba en obras durante mi paseo.
De nuevo en el centro de la ciudad, esta vez, tomé rumbo hacia el noreste.
Mi siguiente parada fue en la Place de la Liberté, un lugar tranquilo hoy en día, pero con mucha historia a sus espaldas.
A principios del siglo XII era allí donde se instauró el "nuevo mercado " y con el tiempo pasó a ser un lugar de escarmiento público de criminales, hasta que, en el año 1346, con la toma de la ciudad por las tropas inglesas, todo el barrio fue quemado.
En la época de la revolución, fue allí donde se ubicó la guillotina pública. La ejecución más conocida fue la del general Jean-Baptiste Breton, que tras instigar varias conspiraciones contra Luis XVIII en la región (Thouars y Saumur) fue detenido, juzgado, y finalmente guillotinado el 5 de octubre 1822. El General Berton murió gritando "viva la libertad" y en su memoria, la plaza comenzó a denominarse “Plaza de la Libertad” a partir del año 1900. Además, en 1903 se colocó una copia de la famosa estatua de Bartholdi, “la Libertad Iluminando al Mundo”. Y la zona, con su patrimonio arquitectónico, ha sido restaurada y rehabilitada.
No lejos de la plaza se encuentra otra iglesia, la de Saint Germain. La iglesia fue fundada en el siglo X, sobre unas antiguas termas romanas, en honor al obispo de Paris (del siglo VI). Aunque las partes más antiguas que todavía se conservan datan del siglo XII, la iglesia sufrió diversas modificaciones arquitecturales en los siglos posteriores.
También su uso ha cambiado y de ser una iglesia parroquial, tras la revolución pasó a ser una escuela. Más tarde, en 1990 la iglesia fue adquirida por el Ayuntamiento de Poitiers, que la integró en un proyecto de rehabilitación de la zona y, anexionándola al contiguo conservatorio, la transformó en auditorio.
De hecho, cuando yo pasé por allí estaba teniendo lugar un concierto. Por lo que, aunque entré para echar un vistazo, me salí rápidamente…
Otra iglesia me esperaba algo más adelante, la Iglesia de San Juan de Montierneuf.
Esta iglesia fue construida en el siglo XI, por la voluntad del conde de Poitou, Gui-Geoffroy-Guillaume. Y aunque sus orígenes fueron románicos, con los años se fueron introduciendo modificaciones principalmente góticas.
Fue seriamente dañada durante las guerras de religión, por lo que en el siglo XVII se introdujeron importantes cambios de restauración, el más obvio es quizás sobre la fachada, tras la reducción de la nave.
Actualmente se están llevando a cabo nuevos trabajos de rehabilitación y durante mi visita la iglesia se encontraba llena de andamios.
Tras la iglesia, en el curso del río se encuentra el Molino de Chasseigne. Éste, utilizaba la fuerza del río para mover la rueda del molino y de este modo hacer la harina. Actualmente el lugar se ha reconvertido en un centro deportivo para alquilar canoas y kayaks, aunque no está mal acercarse para dar un pequeño paseo al cobijo de los árboles en la orilla del río.
Ya que estaba cerca, me acerqué a ver la torre de los restos de la muralla que se encuentra en la rotonda de entrada a la ciudad, en el Boulevard de l’abbé Georges Frémont.
Desde allí puse rumbo de vuelta hacia el centro urbano dirigiéndome hacia la “Rue de la Chaîne” que en su día fue un importante eje de tráfico, ya que era la ruta por la que normalmente se accedía a Poitiers desde París. La calle toma su nombre de las cadenas que se ponían para bloquear el paso de los vehículos y así proteger el mercado que se ponía en la “Place de la Liberté”.
La calle está repleta de antiguas casas señoriales de los siglos XV – XVIII. Por ejemplo, el Hotel Berthelot, una mansión de estilo renacentista que el alcalde de la ciudad (René Berthelot) construyó en 1529. En 1953 se convirtió en la sede del Centro de Estudios Superiores de la Civilización Medieval.
Allí se halla también el “Hotel Fumé” un importante edificio construido en arquitectura gótica por dos generaciones sucesivas de la familia Fumé, que cuenta con una trabajada decoración esculpida (en cornisas, en marcos de ventanas y tragaluces).
Continué mi ruta pasando por detrás de la oficina de turismo y seguí andando a través de la Rue Gambetta hasta llegar a la iglesia “Cure de Saint Porchaire”. Está situada en pleno casco histórico de Poitiers, en la zona peatonal y comercial, por lo que se encuentra algo encajonada. Eso sí, su torre llama la atención. La iglesia data del siglo XI pero fue reconstruida en el siglo XV.
Su interior tiene una forma peculiar al estar formado por dos salas rectangulares. Como curiosidad, dicen que la iglesia tiene una de las campanas más antiguas de Francia (que data del siglo XV).
Prácticamente al lado se encuentra la Place du Marechal Leclerc, la plaza del ayuntamiento. Mencionada ya en 1058, la plaza ha tenido diversas denominaciones y usos a lo largo de los siglos: "Mercado Viejo" en la Edad Media, "Plaza Real" en el siglo XVII o "Place d'Armes" en el siglo XIX. Sin embargo, fue el foco de un importante proyecto de reurbanización urbana que permitió el desarrollo de edificios públicos (siglo XIX-X) entre los que se encuentra el Ayuntamiento.
La plaza está repleta de cafeterías y restaurantes con terrazas en los que pararse unos minutos a reponer fuerzas antes de seguir con la ruta. Y eso hice yo antes de adentrarme por la rue Victor Hugo, para llegar hasta la prefectura.
El edificio de la prefectura está construido en piedra y ladrillos y, al parecer, su interior se encuentra ricamente decorado, revelando el poder del representante del estado en el siglo XIX.
Desde allí puse rumbo hacia otra de las iglesias de la ciudad: la Iglesia de San Hilario.
La Iglesia de San Hilario es un monumento del arte románico, construida en el siglo XI en honor al primer obispo certificado de Poitiers, San Hilario. Ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La nave principal y su fachada fueron destruidas durante la revolución y reconstruidas en el año 1875. Sin embargo, los restos de la decoración pintada y esculpida del siglo XI revelan una gran riqueza. En su día la iglesia estaba totalmente cubierta de murales románicos que representaban a los obispos de Poitiers en la nave, el apocalipsis en el coro y dibujos en las capillas del ambulatorio.
Bajo el Altar Mayor se ubica una urna con los restos de San Hilario, que fueron un importante lugar de peregrinación, especialmente del siglo XII para las personas que realizaban el Camino de Santiago francés.
Para acabar mi visita a la ciudad me acerqué al “Parc de Blossac”, que fue creado en el siglo XVIII por el Conde de Blossac. Con una superficie de 9 ha, está compuesto por diversas áreas bien diferenciadas pero todas ellas plagadas de árboles y vegetación. Un estanque, un quiosco, un teatro al aire libre (le Grand Pré) y hasta un pequeño zoológico podremos ver en su interior.
Además, allí hice una curiosa actividad, ya que se pueden alquilar una especie de carro-bicicleta eléctrica con los que recorrer el parque e incluso adentrarte por algunas calles de Poitiers. Se conocen como «Rodalies», aunque para nosotros siempre fue nuestra amiga “la Rosalie”. La verdad es que nos echamos unas risas con la actividad.
Y con esto, di por acabada mi visita a la ciudad.
Otras actividades que pude realizar durante mi estancia fueron:
- Degustación de vinos y quesos de la zona, que pudimos realizar en la “Cave à vins” Rocinante. Tanto en el local ubicado en la Grand Rue, como en un puesto dentro del mercado de Poitiers, podremos degustar una muy buena selección de quesos y patés (hechos por la familia de uno de los trabajadores). La dueña, una española afincada en Poitiers desde hace algo más que una década, es además una experta en vinos y seguro sabrá dar con el que a ti más te guste… Un lugar muy recomendable incluso para comer.
- Visitas guiadas de la ciudad, organizadas por la Oficina de Turismo.
- Una curiosa actividad de búsqueda del tesoro a través de las calles de la ciudad: un mapa de la ciudad (con puntos estratégicos a los que ir), una bolsa con algunas herramientas… y debemos tratar de descubrir el código que nos abre el cofre del tesoro… ¿Qué? Parece complicado, ¿no? Pero es una curiosa forma de descubrir y recorrer de nuevo algunos de los rincones de los que os he hablado en esta entrada…
Que ciudad más bonita y acogedora. Como casi todas las ciudades de Francia, muy agradable para pasear por sus calles y poder sentarte en una terraza a tomar algo. Recomiendo degustar un delicioso vino de bourdeaux, ciudad cercana.
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