Rumanía es el país más grande del sudeste europeo por lo que tiene en su haber un gran abanico de posibilidades o posibles rutas a realizar. Dada nuestra escasez de tiempo, nosotras decidimos hacer una ruta que abarcara alguno de los más conocidos lugares de Valaquia y Transilvania, y ¿qué mejor que empezar por su capital, Bucarest?
Había leído opiniones enfrentadas respecto a la ciudad. Mientras unos decían que no merecía la pena invertir ni un minuto en ella, otros apostaban por darle una oportunidad y descubrir de forma pausada sus encantos. Yo, ¿qué queréis que os diga? No me gustaba la idea de aterrizar en la capital del país y no hacer si quiera una parada para llevarnos una opinión propia de ella. Así que allá fuimos.
Para las personas que llegamos en coche (o taxi) desde el aeropuerto de Otopeni, Bucarest nos muestra su mejor cara con grandes avenidas escoltadas por amplios espacios arbolados, lagos y un tráfico relativamente fluido como carta de presentación. Pero en contraprestación a tanto espacio verde y a esas grandes avenidas, el régimen de Ceaucescu hizo desaparecer también toda la arquitectura tradicional de la ciudad y barrios enteros fueron demolidos para levantar en su lugar las grandes moles de hormigón que entusiasmaban al régimen.
Pero de noche todos los gatos son pardos y a nosotras nos habían dado las tantas entre que recogimos el coche de alquiler en el aeropuerto y logramos localizar nuestro hotel que, aunque muy céntrico, estaba al ladito de una zona de obras. A la mañana siguiente empezaríamos a descubrir la ciudad.
¿Qué se puede ver en un día en Bucarest? ¿Qué visitar?
Si algo tenía claro antes de hacer el viaje es que tenía cuatro imprescindibles que visitar:
- El museo de la aldea
- El Parlamento
- Curtea Veche
- Una comida/cena en Caru Cu Bere
Y más o menos, con paradas intermedias y algunas otras visitas exteriores, eso fue lo que vimos.
El Museo de la Aldea
El día amaneció nublado y con alta probabilidad de lluvia, pero tras un desayuno contundente salimos a patearnos la ciudad. Nuestra primera visita del día era el Museo de la Aldea , situado en el Parque Herastrau, al norte de la ciudad y algo lejano del centro, donde nosotras teníamos el hotel, así que decidimos acercarnos en metro… Sin embargo me equivoqué de parada (y eso que lo había preguntado, pero ¿qué le voy a hacer? soy un poco cabezona… ) y acabamos bajando una antes, por lo que lo de patearnos la ciudad resultó ser algo literal.
Salimos del metro en la Plaza Victoria y allí se reflejaba lo que habíamos visto el día anterior: grandes avenidas repletas de edificios grises de hormigón… En una esquina de la plaza una jirafa (escultórica) nos indicaba que allí se encontraba el Museo de Historia Natural que, al parecer cuenta en su haber con algún esqueleto de dinosaurio (hallado en la zona de Moldavia) y una impresionante colección de mariposas, pero como no es de las cosas que más me llamen la atención comenzamos a avanzar hacia el norte por la avenida Kiseleff, que bordea el parque homónimo. Ésta es una de las principales vías de Bucarest ya que durante la época comunista se convirtió en una de las zonas residenciales más importantes proliferando en ella pequeñas viviendas unifamiliares, pese a lo que se han conservado algunos edificios anteriores a la II Guerra Mundial que actualmente están ocupados por embajadas.
Pasamos frente al Museo de la Vida Rural y al Museo de Geología y continuamos hacia la Plaza del Arco del Triunfo donde está el monumento de 30 metros de altura memorial a los soldados rumanos que defendieron el país que se ha convertido en la puerta de bienvenida a Bucarest.
Colindante a la plaza del arco se abre paso el Parque Herastrau, el más grande de la ciudad y uno de los preferidos por sus habitantes y más concurridos. En su interior se encuentra en Museo de la Aldea , el museo etnográfico más importante del país y al que nosotras nos dirigíamos.
El museo abre de 9:00 h a 17:00 h, la entrada cuesta 6 lei y se puede pedir una audioguía por otros 50 lei. Pero nosotras no queríamos excedernos con el tiempo de visita (que según había leído puede durar varias horas) y nos dejamos llevar a través de sus caminos de tierra observando las diferentes construcciones campesinas típicas de las distintas regiones rumanas. Ya que no íbamos a poder verlas in situ, este museo nos abriría un poco los ojos a las construcciones rurales que no íbamos a tener ocasión de ver.
Este museo comenzó hace casi 150 años (alrededor de 1865) cuando se realizó una exposición didáctica de la composición de las granjas campesinas del país. A partir de ella se realizaron diversas campañas de investigación sociológica (con numerosos académicos implicados: sociólogos, antropólogos, arqueólogos, maestros populares) que determinaron los estilos más representativos del campesino rumano y reunieron en un primer museo (allá por 1936) algunas casas, construcciones e iglesias.
Hoy en día el museo abarca unas 10 ha y cuenta con 71 complejos que muestran 370 construcciones diferentes, múltiples casas en las que se exponen útiles, ropas y objetos domésticos, iglesias, molinos de agua, pozos, puertas con grabados o pintadas a mano, etc.
El Museo de la Aldea fue pionero en esta clase de establecimientos al aire libre y aunque hace un par de décadas se separó del Museo de la Vida Rural (frente al que habíamos pasado poco antes), sentó las bases para la creación de museos análogos en el resto de Europa y fue un lugar bastante interesante.
Terminamos la visita sobre las 11:30 h y la verdad es que yo no me encontraba del todo bien. Estaba un poco destemplada y mareada. Me había empezado a constipar unos días antes del viaje y en la ruta por el museo pasé un calor tremendo. No sé si me había abrigado en exceso (que parece que yo en cuanto veo que llueve creo que hace un frío de la leche), pero notaba un calor y un bochorno exagerado. Creo que en la vida había sudado tanto como esa mañana en Bucarest… Cintia me aconsejó que pasáramos por el hotel, me pegara una ducha y en función de cómo estuviera decidíamos que hacer, que al fin y al cabo, teníamos todo el road-trip por delante y ella no conduce… así que más nos valía que me empezara a encontrar bien…
Tras pegarme una ducha estaba como nueva, y como teníamos reservada la visita al Parlamento a las 13:30 h, decidimos poner rumbo hacia él.
Visitando el Parlamento de Bucarest
De camino, ya que estaba al lado del hotel, entramos a la iglesia rusa y pasamos frente al Banco Nacional de Rumanía que nos abría el paso al casco histórico de Bucarest, las antiguas calles comerciales y financieras como aún hoy indican sus nombres: Sepcari, la de los sombrereros; Gabroveni, la de los comerciantes que importaban telas de Gabrovo (ciudad de Bulgaria) o Lipscani, en la que nos encontrábamos, donde antaño se comercializaban productos de Leipzig. A lo tonto, se nos había ido el tiempo de las manos y pese a que pensábamos sentarnos a comer en algún restaurante de por allí, acabamos tomándonos un perrito caliente para llevar y prácticamente corriendo para llegar a la visita del Parlamento.
De camino al mismo pasamos frente a otros edificios como Calea Victoriei, la Caja de Ahorros, Casa Caspa o el Palacio Real, que hoy en día acoge el Museo Nacional de Arte, hasta que llegamos (por los pelos) al Parlamento, la obra mastodóntica de Ceaucescu. Podría escribirse todo un libro con las características de este edificio que fue construido entre 1984 y 1989, convirtiéndose en el segundo más grande en superficie del mundo (tras el Pentágono) y en el tercero en volumen.
Tras derribar varios barrios situados en la colina de Urano y sus cercanías (llevándose para alante unas 7.000 viviendas, 12 iglesias, 3 monasterios, 2 sinagogas…) el egocentrismo del dictador (capaz de rivalizar con el de los antiguos faraones) le llevó edificar una mole de tal tamaño que raya la locura. En su construcción se emplearon los mejores materiales rumanos: maderas de nogal, mármoles rosas, cortinas con bordados de oro, alfombras de 5 cm de espesor… Se dice que Ceauscescu mandaba construir todo a escala natural y si al finalizar los trabajos resultantes no eran de su agrado se demolían y construían de nuevo (como ocurrió con una de las monumentales escaleras interiores).
Sin embargo el dictador no llego a utilizarlo nunca pues en 1989 la revolución popular acabó con el régimen y dejó el edificio inconcluso. Hubo quien planteó demolerlo o incluso enterrarlo en tierra, pero finalmente el gobierno decidió acondicionarlo para implantar allí la sede del parlamento democrático.
Como ya os comenté (en el post de los preparativos) para visitarlo hay que solicitar cita para uno de los tours que ofrecen por correo electrónico o teléfono. Nosotras hicimos la visita completa: tour interior, terraza y subterráneos, en aproximadamente hora y media y apenas recorrimos el 5 % del edificio. Impresiona ver el descomunal tamaño de las salas, los materiales que se han empleado, las telas y longitudes de alfombras y cortinas… pero, en el fondo se ve un edificio enorme… vacío. Es inevitable salir de allí pensando en el derroche de dinero que tuvo que suponer, y total, ¿para qué?
Curtea Veche, otro imprescindible de Bucarest
Al finalizar la visita, caminamos por el Bulevard Unirii, la ancha avenida que desemboca en el Palacio del Parlamento y que se la conoce como los Campos Eliseos de Bucarest, para desviarnos en dirección a Curtea Veche, el auténtico origen de la ciudad y ligado, como no podía ser menos en Rumanía, a Drácula.
Hoy en día todos conocemos este nombre por la novela de Bram Stocker (y sus sucesivas películas), pero Drácula existió en la realidad. Fue un príncipe que gobernó la región de Valaquia en el siglo XV: el príncipe Vlad Draculea. Pero el Drácula de la historia poco tiene que ver con murciélagos o vampiros pues, en rumano, “dracul” significa dragón y su nombre, o más bien su apellido, Draculea, significa literalmente hijo del dragón (como antaño en España los Martínez eran “hijos de Martín” o los Hernández “hijos de Hernán”). Su padre adoptó el sobrenombre de Dracul al entrar a una sociedad de élite llamada la “Orden del dragón”. Y aunque el reinado de este príncipe da para hablar largo y tendido pues es un claro ejemplo de cómo la realidad supera en ocasiones cualquier ficción, os comentaré algo más en el próximo post al hablar de las visitas a Tergoviste y Snagov.
La cuestión es que durante su segundo reinado (en 1459) Vlad transformó una sencilla torre de vigía de lo que en aquel entonces era un remoto pueblo de mercaderes y personas que vendían sus productos artesanales (Bucarest), en una fortaleza de 900 m2 con residencia real y un gran mercado, que ahora se conoce como Curtea Veche.
Alrededor del mismo construyó una enorme ciudadela a la que no tardaron en acudir ricos mercaderes y la ciudad poco a poco se convirtió en una potencia económica y política. Y no sólo eso, fue allí donde Vlad Draculea estableció el comercio de esclavos, pues permitía que los no cristianos, los criminales y los turcos capturados fueran vendidos como esclavos. La zona prosperó enormemente sin llegar a ser conscientes de que ese desarrollo económico acabaría conformando la actual capital de Rumanía.
Sin embargo, el paso de los años le pasó factura y por desgracia el palacio fue devastado por guerras, derrumbes e incendios. Actualmente Curtea Veche está en ruinas y tan sólo se conserva una pequeña sala enterrada en el subsuelo de la ciudad, una pequeña parte de lo que fue el gran palacio de Vlad, en definitiva, los cimientos de la actual capital.
En el presente esa pequeña sala de apenas tres pasillos se encuentra bajo las calles pero en la época de Vlad habría sido la planta baja del edificio y el mercado. Gobernantes posteriores remodelaron el palacio a su gusto creando una edificación mucho mayor y convirtiendo esa misma sala en el sótano… Pero en sus paredes (si sabes dónde mirar) se puede llegar a diferenciar los estilos constructivos correspondientes a los siglos XIV y XV.
Con el paso del tiempo el palacio dejó de utilizarse. Se empezó a construir a su alrededor hasta que finalmente, durante la época comunista los edificios cubrieron toda la zona enterrando el pasado de Rumanía.
La entrada cuesta 3 lei/persona y hay un suplemento de 15 lei si se quiere hacer fotos o vídeo.
Frente a Curtea Veche, se encuentra la iglesia denominada de igual manera y que es la más antigua de la ciudad pues fue fundada entorno a 1555. Durante tres siglos éste fue el lugar donde eran coronados los príncipes valacos y ha sufrido a lo largo de su historia diferentes incendios que han obligado a su reconstrucción en varias ocasiones. En el interior bonitos frescos decoran sus paredes, pero estaba teniendo lugar un servicio y no quisimos molestar demasiado.
En las cercanías se encuentra la Posada Hanul Manuc hoy en día hotel y restaurante, pero uno de los edificios más típicos del viejo Bucarest.
Callejeando por Bucarest
Aún nos quedaba mucha tarde por delante y queríamos terminar el día cenando en el famoso restaurante Caru Cu Bere, así que decidimos echar un vistazo por la zona del Ateneo e ir bajando hacia el lugar de la cena. Salimos a la Piata Unirii , otro de los legados de Ceaucescu, creada sobre el canal del río Dambovita. En sus márgenes un animado mercadillo invitaba a comprar, pero nosotras tomamos la calle Braitianu hasta llegar a la iglesia de San Jorge, iglesia que en su interior acoge los restos del príncipe de Valaquia Constantino Branveanu.
Llevábamos todo el día caminando y el hecho de no habernos sentado si quiera para comer hacía que empezáramos a notar el cansancio, así que decidimos cogernos un taxi que nos acercara hasta el Ateneo y desde allí bajar de nuevo caminando hasta el casco de la ciudad.
En nuestro paseo de bajada pudimos ver el Ateneo, un llamativo edificio que acogió la sede del ateneo rumano y posteriormente a la filarmónica nacional, pasamos frente a la biblioteca central universitaria y llegamos hasta la Plaza de la Revolución. En su centro hay un monumento en forma de obelisco rematado con una figura de bronce en forma de ¿cerebro?. En la plaza antiguamente se encontraba la sede del Comité Central del Partido Comunista y desde su balcón el dictador realizaba sus discursos… De hecho, cuando las cosas se pusieron mal para el régimen fue desde donde el dictador huyo en helicóptero.
A mano derecha teníamos la Basílica Cretulescu pero continuamos bajando por la calle Victoriei, pasando por el Casino Militar hasta llegar a la Piata Universitatii, donde se encuentra la universidad y en cuyas cercanías se encontraba nuestro hotel.
Tras descansar un poco en el salimos a pasar el resto de tarde en un bar de la zona centro tomando unas cañas y terminamos el día cenando en el restaurante Caru Cu Bere, un lugar mítico de paso obligado en toda visita a Bucarest y con el que nos despedíamos de la ciudad.
Un post muy completo y muy interesante! Me ha llamado mucho la atención el Museo de la Aldea y Curtea Veche. No sé cuándo voy a poder ir a Rumania, pero tomo nota de tus consejos ;)
ResponderEliminarInteresante el Museo de la Aldea y el Parlamento, sin comentarios, me llevo para adelante 7.000 viviendas, 12 iglesias, 3 monasterios y 2 sinagogas, porque yo lo valgo, en fin... No sé por qué pero Rumanía no me ha llamado mucho la atención; yo de Bucarest también he leído de todo y me imagino que muy bonita no será, pero ya que estás yo también mu hubiese dao una vuelta por la ciudad. El restaurante se ve guay! Muy buena entrada, me he enterado de muchas cosas. Un besote!
ResponderEliminarSolo de pensar en el Caru cu Bere se me hace la boca agua, qué rico estaba todo!!! La verdad es que Bucarest no tiene nada de especial pero por lo menos un día para conocer las cosas importantes se merece, vosotras por lo visto aprovechastes muy bien el tiempo. Por cierto, a mí también me pasa que cuando veo llover pienso que hace frío, jejejeje. Un besote. ;-)
ResponderEliminar¡Hola chicas!
ResponderEliminar- Madaboutravel, la verdad es que son los imprescindibles si pasas por Bucarest.
De todas formas, nosotras a Curtea Veche entramos por su significado histórico pero mucha gente pensará que es una galería en el subsuelo de Bucarest sin nada más... Eso cada uno o tiene que valorar (aunque por 3 lei, que es menos de un euro, creo que merece la pena)
- Calíope, sí, sí, arrasando por la vida (como Thalía).
Ahora, de vuelta, no me arrepiento de haberle dedicado un día, pero reconozco que no es de las ciudades más bonitas que he visto. El restaurante fue de lo mejorcito, jejeje. A mí todo ese folcklore me encanta...
- Babyboom, ¿qué te voy a contar? Cintia aún llora de emoción al recordar la polenta que se metió entre pecho y espalda, jejeje. Para mí lo mejor es el espectáculo de bailes que hacen. Da mucho ambientillo.
¡Uf! ¡Qué calor pasé! Con eso de que estaba nublado y tal me puse tres mangas y acabé medio mala... pero después de la ducha todo fue coser y cantar ;) (gracias a Dios)
Un saludito a todas y gracias por vuestros comentarios :D
Qué recuerdos Bucarest...
ResponderEliminarla verdad es que cuando estuvimos, en 1999!! qué viejos ;-), no nos pareció que Bucarest tuviera mucho que ofrecer. Edificios comunistas, moles de hormigón, y aunque las calles principales eran avenidas en cuanto girabas te encontrabas con poco que ver. Es más, nada más aparcar el coche nos ofrecieron mujeres :-X ah! y también nos perdimos, no había ni un cartel con el nombre de la calle en toda la ciudad!
Pero parece que se está ganando a pulso darle otra oportunidad. El resto del país nos encantó!
Rumania es un país muy interesante y al que le tenemos un cariño especial. Su capital, como muchas otras, merece al menos un día. Quizá no sea excesivamente pintoresca pero, como decís, siempre hay que dar una oportunidad y llevarse una impresión personal... Quién sabe? Incluso las ciudades más anodinas pueden resultar sorprendentes! :-) Seguiremos vuestras andanzas!
ResponderEliminarYo creo que con una mañana hubiera bastado. Hubieramos tenido tiempo para visitar más poblaciones.
ResponderEliminarPues por las fotos no pinta tan mal Bucarest.
ResponderEliminarMuy interesante todo lo que nos has contado.
Un abrazo :D
Pues no tiene mala pinta Bucarest aunque digan que no merece la pena visitar... Hay bastantes cosillas que ver! Una lástima que derribaran tantas cosas en época comunista!
ResponderEliminarSaludos
Puesss ... sinceramente me esperaba menos de Bucarest ... cuando pienso en conocer Rumania, pienso en ir a la zona de Transilvania y éstas cosas frikys ...
ResponderEliminarGracias por compartir, un saludo.
Jejeje, hay opiniones para todos los gustos...
ResponderEliminar- SaltaConmigo, la impresión de ciudad gris con esos edificios enormes de hormigón... la sigue dando. Pero creo que, por ejemplo, a la gente que le guste los museos, disfrutará allí porque tiene para dar y tomar...
- Viajes de Primera, claro. No hay nada mejor que descubrir uno mismo lo que las ciudades ofrecen. Al final cada uno tiene un gusto. A mí tía Bucarest le gustó, aunque he de reconocer que a mí ni fu ni fa...
- Cintia, yo creo que hicimos un recorrido bastante acertado (aunque no te haya gustado nada Bucarest). Te hubieras quedado sin probar la polenta del Caru Cu Bere y yo sé que por eso MA-TAS, jajajaja ;)
- Cool, tiene sus cositas interesantes, aunque el resto del país (por lo menos lo que nosotras vimos) nos gustó bastante más
- M.C. sí, es una pena. Aunque ahora tiene muchos parques y zonas verdes, las edificaciones son todas iguales. Pero, como os digo, hay cosillas que ver...
- Thewotme, creo que todos asociamos Rumanía con Transilvania, pero tiene muchas más zonas bonitas. De hecho (aunque nosotras no estuvimos) la zona de Maramures y Moldavia dicen que son preciosas...
Un saludo y gracias por vuestros comentarios ;)
Un día muy completo para visitar Bucarest, más o menos es la ruta que hicimos nosotros y la verdad es que la ciudad no me llamó nada la atención: calles, edificios, más asfalto, más hormigón... No tiene nada que ver con el resto del país que es una auténtica maravilla así que espero tus próximos relatos por las tierras del príncipe Vlad.
ResponderEliminarUn abrazo !!!
Hola Helena,
ResponderEliminarYo soy de los que le gustan visitar las capitales, siempre encuentras algún aliciente.
La visita al Parlamento, me ha parecido muy interesante y toda la historia que está detrás de su construción.
Un abrazo.
¡Hola chicos!
ResponderEliminar- Carfot, la verdad es que la ruta (aunque nosotras la hicimos a saltos por la hora de la visita del parlamento) es muy parecida. Ya sabes que os tomé de referencia, jejeje. :D
- Víctor, a mí me pasa igual por lo menos llevarte una idea de cómo es... El Parlamento es un señor palacio, enorme, pero vacío. A mí me supo a poco.
Un saludo ;)
Rumanía era mi segunda opcion para el concurso de buscounviaje... pero me planteé que podiamos liarnos la manta a la cabeza e ir en coche "un dia de estos". Asi que ahora mismo está en nuestro punto de mira. Ni que decir tiene que me guardo este post como oro en paño! ;)
ResponderEliminarSiempre me había dicho que Bucarest tenía poco que ver y que era prescindible, quizás por tener nombre parecido a Budapest siempre ha sido infravalorada. Pero ese ambiente gris y ese aire soviético a mi siempre me ha gustado, por lo que me anoto esta entrada super completa para una futura visita.
ResponderEliminarMi amigo que se va en Agosto estará encantado con leer todo lo que le espera.
Saludotes!!!!
Lo del Parlamento me recuerda a las obras de la Ciudad de la Cultura del monte Gaiás en Santiago de Compostela, donde se llevan tirados millones de euros. Una vergüenza!!! Me encantó el museo de la aldea y la historia de Drácula :-)
ResponderEliminar¡Bună ziua, chicos!
ResponderEliminar- Purkinje, ya veo que os ha despertado el gusanillo el país. No sé si te lo comenté pero Mandarina (del blog "Mandarina de viaje") hizo algo así... se fue desde España con su coche y a lo mejor os sirve de referencia porque si disponeis de días podeis ver una bastante más cositas de las que nosotras vimos.
Ahora, para ir con agencia, mucho mejor Egipto. Además a mí es el viaje que más me ha gustado de los que he hecho. ¡Qué envidia nos dais! ¡Yo quiero volver! jejeje
- José Carlos, yo creo que hacer una paradita siempre está bien... Pero sabiendo que no vas a ver ninguna maravilla de edificaciones y el tipo de ciudad que es.
Ahora, si os gustan los museos, allí hay muchos donde elegir. Yo me quedé con ganas de entrar en un par más, pero no hubo tiempo para más...
- Artabria, pues ya verás la pieza que era este Drácula en el próximo post de Rumanía... si es que su vida daba para escribir un libro.
Lo del Parlamento no tiene nombre... y más cuando luego ves cómo está la población en las zonas rurales... En fín, al final cosas de este estilo pasan en todas partes.
Un saludo chicos y gracias por vuestros comentarios.
Hiciste bien en dedicar un día a Bucarest porque creo que a pesar de las opiniones de la gente merece la pena comprobar la belleza de un sitio por uno mismo.
ResponderEliminarCreo que además aprovechastéis bien el día. Me ha gustado mucho todo lo que has contado. No conocía el enorme edificio del Parlamento, y de la historia de Drácula algo sabía, de la real quiero decir. Pero ahora conozco algo más :)
Gracias por compartir, un saludo!!
La verdad es que no conocía nada de Bucarest y gracias a tu entrada ya se un poquito más sobre Rumanía. Gracias por compartirlo!
ResponderEliminarEspero las publicaciones sobre Transilvania. Un saludo.
¡Hola!
ResponderEliminar- Aran BL, pues yo creo que sí. Las cosas siempre es mejor verlas por uno mismo...
Menudas piezas Drácula y Ceaucescu, ¿eh?
- Davestraits, la verdad es que en general no hay mucho de Rumanía por la web. A ver si poco a poco lo remediamos.
Los relatos de Transilvania serán mucho más chulos.
Un saludo chicos y gracias por vuestros comentarios :P
Aunque los recuerdos ya son muy borrosos (en el año 1988 no se hacían tantas fotos como ahora que ayudan a recordar)lo que más me gustó de las visitas que hicimos en Bucarest fue el Museo de la Aldea, un lugar muy agradable donde pasar un buen rato.
ResponderEliminarUn abrazo
MTTJ, la verdad es que fue un lugar muy chulo, porque nos llevamos una idea de los sitios que no pudimos ver después, pero había muchísimos institutos de visita... Creo que lo mejor es ir a primera hora que no había tanto jolgorio.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por pasarte por aquí ;)
Por lo que veo bucarest no esta nada mal! El museo de la Aldea suena muy interesante y el parlamento, a través de tus fotos, se ve impresionante!...Si visito Bucarest seguro que iré a Caru cu Bere, se ve un lugar muy auténtico, me recuerda a la taverna de Fleku en Praga.
ResponderEliminar¡Hombre! No te lo voy a negar, no es el punto fuerte de Rumanía... pero pasar un día y llevarte una idea propia de la capital no está de más.
EliminarEl Caru Cu Bere está muy chulo, sobre todo por los espectáculos de bailes que montan. A ver si puedo ver pronto el que comentas de Praga, que aún no la conozco...
Un saludo :)
Pues digan lo que digan... yo me quedo con la versión del Drácula y no Draculea (que hasta suena mal jejeje). Prefiero historias de murciélagos y vampiros a la de los esclavos, por ejemplo...
ResponderEliminarMe gusta como acabais el día vosotras... en un viaje congeniaríamos estupendamente si lo acabamos con cervecitas... jejeje
Un saludo!
¡Hola Víctor! Yo no sé quién da más miedo, si el real o el imaginario... Telita con el Drácula de verdad!
EliminarEse día, acabamos tomándonos varias cervezas porque a lo tonto no habíamos parado... Había que recargar batería, jejeje
Un saludo y gracias por tu comentario ;)
Bucarest me pareció agradable,lo visite en otoño con harto frío,me llamo la atención la falta de los buses turísticos de todas las capitales del mundo,por lo cual tomamos un taxi para conocer una pincelada de la ciudad,con eso me basto,lo que me llamo mucho la atención fue su gente agria y mal humorada no creo volver.
ResponderEliminarMelba viajera, la verdad es que nosotras recorrimos casi todo el centro a pie, salvo un momento que cogimos un taxi...
EliminarEn cuanto a la gente no recuerdo haber tenido mucho trato con ella. Al final en las capitales grandes parece que pasa un poco eso, que todo el mundo va a su bola...
Un saludo y gracias por animarte a dejar tu opinión :)
Enhorabuena por la entrada. Muy completo.
ResponderEliminarAgradecería me aconsejaras.
Somos 5 personas que llegaremos al aeropuerto de Bucarest el miércoles 30 de mayo a las doce de la noche y la primera idea hasta que he leído tu blog era pasar todo el día del jueves viendo Bucarest dormir allí también esa noche y al día siguiente salir con coche de alquiler para Constanza y el Delta.
Después de leer tu post, creo que puede ser mejor estar en Bucarest hasta las 4 o 5 de la tarde y salir a esa hora hacia Constanza y dormir allí o ya en el Delta.
Que me aconsejas.
Gracias.
¡Ay! Javier, perdona que no vi tu comentario a tiempo.
EliminarYa me dirás como lo hiciste al final, y qué te pareció Bucarest...
Un saludote