Para terminar nuestra escapada por Bolonia y San Marino, nos
quedaba recorrer el propio destino del viaje, la capital de Emilia Romagna:
Bolonia. Así, nuestro tercer día de ruta
nos despertábamos en el Buonhotel dispuestas a descubrir la ciudad. Tras un buen desayuno y después de trasladar
el coche de la zona azul en la que estaba a un parking que nos recomendaron en
recepción, emprendimos la marcha a pie.
De Bolonia sólo había oído hablar de su Universidad, muy
famosa ya que fue una de las primeras del mundo (con sus orígenes en el año
1088), y de sus Dos Torres (y creo que más que nada por su analogía con el
señor de los anillos), pero me habían comentado que se trataba de una ciudad
muy bonita con un cuidado casco histórico. Ya de vuelta no puedo más que confirmar
todo lo que se puede leer de sus fuentes, palacios, iglesias, galerías de pórticos
(llegando a tener 40 km en el casco histórico) y de los bonitos rincones que
sus coloridos y algo añejos edificios crean.
El punto de partida de nuestra ruta fue la Plaza de Neptuno, donde nos recibió uno de los símbolos de la ciudad: la Fuente de Nettuno, obra del escultor Giambologna. Se dice que el miembro de este Neptuno le dio mucho trabajo a su autor. Al parecer, el gran tamaño con el que lo había dotado escandalizó en gran medida (de forma literal) a la iglesia y le obligó a rehacer su obra. Giambologna lo modificó pero se las arregló para que, desde una determinada perspectiva (sobre una baldosa que tiene una tonalidad distinta), se cree un curioso efecto óptico que le viene muy al pelo…
A un lado de la fuente encontramos la Salaborsa, la antigua
bolsa de comercio y motor económico de la ciudad en la antigüedad (en el siglo
XVIII), que hoy en día ha sido reconvertida en una bonita biblioteca (en su
interior una zona acristalada además permite ver los restos arqueológicos de
sus antiguos cimientos) y al otro el Palazzo del Re Enzo, que fue construido en
1245 como una ampliación del contiguo Palazzo del Podestà y se convirtió en la
residencia del rey Enzo de Cerdeña.
Prácticamente colindante a esta primera plaza se encuentra la
Plaza Mayor, donde podremos ver alguno de los edificios medievales más antiguos
de la ciudad:
El antiguo Palacio de Accursio que, construido en 1290, es
ahora sede del Ayuntamiento o la Comune di Bologna. Unos paneles con multitud
de fotografías rinden homenaje a las personas asesinadas durante la guerra en
su exterior mientras que su interior acoge dos galerías de Arte: la Collezioni
Comunali d'Arte y el Museo Morandi.
El Palazzo Podestà, construido en 1201, bajo el que hay unos
arcos que transmiten el sonido de una parte a otra de la bóveda, haciendo que
nuestras palabras sean escuchadas desde el lado opuesto incluso si sólo
susurramos. Así, si se habla cara a la pared debajo de la estatua de San
Petronio, la persona que esté bajo la de Santo Domingo, te escuchará.
En su interior hay un curioso reloj de sol que, cuando el sol brilla en lo alto (nosotras no lo vimos), su luz atraviesa un agujero de su techo iluminando una línea en del suelo sobre la que indica el mes y día del año. Aparte de este reloj de sol, de su interior lo más notable es un fresco de Giovanni de Módena, escenificando el infierno, con un demonio gigante de dos cabezas que se come a todos los pecadores.
En su interior hay un curioso reloj de sol que, cuando el sol brilla en lo alto (nosotras no lo vimos), su luz atraviesa un agujero de su techo iluminando una línea en del suelo sobre la que indica el mes y día del año. Aparte de este reloj de sol, de su interior lo más notable es un fresco de Giovanni de Módena, escenificando el infierno, con un demonio gigante de dos cabezas que se come a todos los pecadores.
Salimos de la iglesia y continuamos la ruta a través de la
via dell’Archiginnasio bajo el soportal Pavaglione. Pasamos frente al Museo
Cívico Arqueológico, que se encontraba cerrado al ser lunes. Con vestigios
etruscos, romanos y exposiciones del antiguo Egipto debe ser interesante.
Allí mismo, un poco más adelante, nos encontramos con el
Palacio Archiginnasio, sede de la universidad de 1563 a 1805 y que se puede
visitar de forma gratuita. Aunque durante la Segunda Guerra Mundial muchos
frescos de sus paredes fueron destruidos, más tarde fueron restaurados y los
escudos y pinturas de sus muros son impresionantes.
La visita el Teatro Anatómico (dentro de la Universidad), sí que hay que pagarla (creo recordar que eran 5 euros). Allí, sobre una gran mesa de mármol, y ante la atenta mirada de una escultura de Apolo que cuelga del techo, se llevaban a cabo disecciones públicas. Graderíos de madera de cedro daban asiento a los espectadores.
Seguimos la ruta en dirección a la pIazza Cavour para entrar
en la iglesia de San Domenico, el lugar en el que se hallan los restos del
fundador de la orden, Santo Domingo de Guzman. El sarcófago de mármol fue
inicialmente realizado Nicolò Pisano y decorado posteriormente por importantes
artistas como Niccolò dell’Arca o el mismísimo Miguel Ángel que hizo con tan
sólo 19 años uno de los ángeles de la parte derecha.
Al salir de allí, pasamos al lado de la Tumba de Egidio Foscherari, uno de los primeros maestros de la escuela de derecho que descansa en uno de los cinco mausoleos al aire libre que hay por las calles de Bolonia dedicados a estos ilustres profesores o Glossatori, para después adentrarnos por las callejuelas del área del antiguo mercado de la ciudad llamado Quadrilatero. Esta zona se desarrolló durante la Edad Media para albergar distintos gremios: artesanos, orfebres, pescadores, los “Salaroli” (que curaban carne salada), barberos e incluso la Sociedad de Pintores… todos tenían un hueco en la zona que hoy en día sigue teniendo ese carácter comercial.
Tras callejear un poco por allí, nos dirigimos hacia nuestra
siguiente meta: la Plaza Santo Stefano. Y, aunque la plaza tiene su encanto, el
verdadero tesoro es la iglesia homónima, no por su apariencia exterior… sino porque se trata de un complicado complejo
religioso medieval. Originalmente estaba formado por siete iglesias, de las que
actualmente sólo quedan cuatro (probablemente debido a la devastación que
sufrió en el siglo X con la invasión de los húngaros).
Para mí fue la sorpresa de la ciudad:
Comenzamos entrando a la iglesia de Crocefisso del siglo
VIII donde se encuentra una cripta del año 1019. Allí se encontraron además dos
sarcófagos medievales que acogían los restos de los primeros obispos de la
Iglesia de Bolonia.
A continuación pasamos a la iglesia del Santo Sepolcro, que
contiene una reproducción del mismo, levantada por los cruzados. Antiguamente ahí
se encontraban las reliquias de San Patronio, el patrón de la ciudad (que ahora
se hallan en la basílica de San Patronio).
Desde allí entramos a la iglesia della Trinitá, en estilo
románico, muestra una curiosa escultura en madera de la Adoración de los Reyes
Magos del siglo XIII.
Y para acabar accedimos a la iglesia de Santi Vitale e
Agricola, la más antigua de la ciudad, que alberga las antiguas tumbas de los
Santos.
Entre las diversas iglesias nos fuimos encontrando con diversos
patios y acabamos la visita, recorriendo el Museo con bonitas pinturas, bajorrelieves y los típicos relicarios que casi todos los
museos sacros muestran.
La más alta de las dos es la Torre degli Asinelli (97,20
metros) a la se puede subir a través de 498 escalones. La otra torre, se llama
Torre Garisenda (48,16 metros) y está cerrada al público debido a su más que
notable inclinación. Su función era defensiva pero también era un símbolo de la
riqueza y poder de sus dueños.
Nosotras nos armamos de valor y decidimos subir… la verdad es que las vistas desde la cima bien merecen el esfuerzo.
Nosotras nos armamos de valor y decidimos subir… la verdad es que las vistas desde la cima bien merecen el esfuerzo.
Al bajar, dejamos atrás las Dos Torres, para adentrarnos en
el Barrio Universitario… Una zona con
mucho ambiente, donde la gente joven se concentraba en los bares. Llegamos casi
a la Puerta San Donato y cambiamos el rumbo en dirección hacia la via
Indipendenza.
Pero antes de llegar a ella nos acercamos a la Via Piella, donde se puede ver el único canal que aún pervive en Bolonia. Al parecer hasta hace escasos dos siglos, Bolonia estaba atravesada por un gran número de canales, de lo que le vino el sobrenombre de la “pequeña Venecia”. Poco a poco, todos se fueron cubriendo a excepción de éste.
Finalizamos la ruta indicada en el mapa que nos habían proporcionado
en el hotel recorriendo la calle de compras más popular, la Via
dell'Indipendenza. La calle entera está dotada de enormes pórticos. Antes de
llegar a su final, si vamos por la acera de la izquierda podremos ver una inscripción
en el suelo que reza “Cannabis Protectio” y en techo algunas hojas de marihuana
pintadas. Antiguamente el consumo de marihuana era legal en Bolonia y
precisamente ese fue el último lugar de la ciudad donde se podía comprar la
planta.
Después del recorrido, buscamos un lugar donde comer como no
podía ser otra cosa, pasta a la boloñesa (la de verdad). Al acabar regresamos a
la plaza mayor, donde decidimos sentarnos a tomarnos un café / helado. En ese
momento la plaza estaba muy animada… había un grupo de música tocando y
poniendo notas a nuestras últimas horas en la ciudad.
Cuando se marcharon, decidimos hacerlo también nosotras y,
tras dar un último paseo por la zona (viendo algunas otras iglesias y palacetes
como el Oratorio del Spirito Santo o el Caprara Palace), regresamos al parking donde
teníamos nuestro coche y pusimos rumbo al aeropuerto, dando carpetazo a otra de
nuestras escapadas.
Hola. Curioso lo que cuentas de la estatua de Neptuno. No lo sabía aunque me preguntaba por qué decían que el escultor dio vueltas a la escultura y posteriormente los estudiantes cogieron la misma costumbre para aprobar los exámenes. En Salamanca hacían algo parecido visitando la rana de la Universidad.
ResponderEliminarNosotros le hicimos una breve visita a Bolonia y también nos gustó.
Un abrazo!
ostras! He estado tres veces en Bolonia y no tenía ni idea de que había un canal... Habrá que volver!
ResponderEliminarY sí, toda la razón, Italia siempre enamora.
Un abrazo
Hola!
ResponderEliminar-Con autocaravana y sin ella es una ciudad muy bonita la verdad; nosotras le dimos una vuelta bastante rápida... pero creo que vimos lo fundamental. Lo de la estatua es curioso cuanto menos, jejeje
- M. Teresa, jejejeje... Ya se me hace raro descubrirte algún lugar... No sé por qué, te creo cuando dices que volverás.
Un saludote y gracias por vuestros comentarios :hello:
Qué ganas de volver a Italia! Creo que es de esos países que nunca decepcionan
ResponderEliminarYo tengo pendiente una escapada por Turin, que lo tengo relativamente cerca de Ginebra (todo se andará).
EliminarUn saludote!