Una mañana en Atenas
Amanecía en Atenas. Aún nos quedaban algunas cositas por ver, así que nos pusimos en marcha temprano. Ese día teníamos planeado visitar una zona menos “cívica” de la ciudad: Omonia y Exarhia.
Salimos del hotel en la calle Apollonos, pero hoy nuestros pasos se dirigían en dirección opuesta a la que habíamos llevado el día anterior, hacia la Plaza Sintagma (de la Constitución), uno de los centros neurálgicos de la ciudad. Allí nos esperaba el Palacio del Voulí, o Parlamento, construido a mediados del siglo XIX como residencia para el rey Otón, de origen bávaro, aunque hoy en día tiene más fama por ser el lugar en el que cada hora en punto se celebra el cambio de guardia de los famosos evzones, los soldados griegos ataviados con sus trajes típicos. Quedaba bastante para que tuviera lugar el cambio de guardia, así que continuamos nuestra ruta. En una esquina de la plaza destaca también el Hotel Gran Bretaña, famoso por haber albergado a ilustres personajes como Winston Churchill o los reyes de España.
Nos adentramos en la calle Odos Venizelou Panepistimion, en dirección a la Plaza Omonia. Dejamos a mano derecha el Nomismátiko Mousío (museo numismático) que cuenta en su interior con unas 600.000 monedas emitidas desde la época micénica hasta nuestros días, sin embargo éste no era uno de los museos que nos llamara la atención por lo que continuamos con nuestra ruta. Poco después pasamos frente a la catedral católica de Agios Dionisios donde, como curiosidad, se casaron los reyes de España.
Un poco más adelante hay tres edificios de estilo neoclásico que se convierten en las tres joyas de esta zona. Construidos a mediados de siglo XIX, se abren paso: la sede del antiguo Panepistimio (la universidad), la Akadimia y la Ethnikí Bibliothiki.
El edificio de la universidad, inicialmente fue la residencia del arquitecto Kleanthis, aunque en 1837 se convirtió en la primera universidad del nuevo Estado griego. Está pintado de vivos colores, como se cree que eran los edificios de la antigüedad y hoy en día es una sala de exposiciones.
Un poco más adelante hay tres edificios de estilo neoclásico que se convierten en las tres joyas de esta zona. Construidos a mediados de siglo XIX, se abren paso: la sede del antiguo Panepistimio (la universidad), la Akadimia y la Ethnikí Bibliothiki.
El edificio de la universidad, inicialmente fue la residencia del arquitecto Kleanthis, aunque en 1837 se convirtió en la primera universidad del nuevo Estado griego. Está pintado de vivos colores, como se cree que eran los edificios de la antigüedad y hoy en día es una sala de exposiciones.
Aunque la actual Akadimia de Atenas fue construida en el año 1887, hace referencia a la antigua academia de Platón, cuyos orígenes se remontan al año 388 a.C. Su función era promulgar el conocimiento y es considerada como la antesala de las universidades.
Por último nos encontramos con la biblioteca nacional de Atenas donde una monumental escalinata doble da acceso al edificio, inspirado en el Thisio del ágora.
No llegamos a adentrarnos en la Plaza Omonia, pues poco antes de llegar tomamos un desvío por la calle Odos Patission en dirección al Museo Arqueológico Nacional. Sin embargo, antes de llegar al mismo, pasamos al lado del Politehnío, un lugar tristemente conocido por los acontecimientos de los que fue escenario en noviembre de 1973. El país se encontraba entonces bajo el régimen dictatorial de la Junta de los Coroneles, cuando comenzaron las manifestaciones contra el régimen militar. Un grupo de estudiantes se encerró durante varios días en la escuela politécnica para protestar por la situación que atravesaba Grecia, emitiendo mensajes a través de la emisora radiofónica independiente de la Politécnica. El día 17 de noviembre el dictador Papadópulos decidió intervenir, ordenando que los tanques entraran en el Politehnío. Alrededor de una veintena estudiantes perdieron la vida. Este hecho se conmemora en una marcha cada 17 de noviembre hacia la embajada americana de Atenas.
Tras el politécnico se encuentra el museo arqueológico nacional que, junto con la acrópolis, puede que sea el lugar más visitado de la capital griega.
En él se pueden ver importantes obras: los kuroi (las famosas esculturas arcaicas), el tesoro de Micenas con sus máscaras funerarias de oro macizo (como la llamada Máscara de Agamenón, del siglo XV a.C.) y otros objetos como armas, joyas o unas llamativas copas de oro, del siglo XV a.C., con relieves que representan la caza de un toro; la vasija conocida como Crátera de los Guerreros que en el siglo XIII a.C. se utilizaba para mezclar el vino con agua antes de servirlo, la impresionante escultura de «Poseidón o Zeus» de bronce del 450 a.C., el «jockey» (El pequeño jinete del siglo II) y el Efebo de Anticítera (349 a.C.) que desde el centro de sus respectivas salas, concentran todas las miradas.
Tras el politécnico se encuentra el museo arqueológico nacional que, junto con la acrópolis, puede que sea el lugar más visitado de la capital griega.
En él se pueden ver importantes obras: los kuroi (las famosas esculturas arcaicas), el tesoro de Micenas con sus máscaras funerarias de oro macizo (como la llamada Máscara de Agamenón, del siglo XV a.C.) y otros objetos como armas, joyas o unas llamativas copas de oro, del siglo XV a.C., con relieves que representan la caza de un toro; la vasija conocida como Crátera de los Guerreros que en el siglo XIII a.C. se utilizaba para mezclar el vino con agua antes de servirlo, la impresionante escultura de «Poseidón o Zeus» de bronce del 450 a.C., el «jockey» (El pequeño jinete del siglo II) y el Efebo de Anticítera (349 a.C.) que desde el centro de sus respectivas salas, concentran todas las miradas.
También allí se encuentran los frisos de Santorini (frescos minoicos coloreados descubiertos en Acrotiri) y cerámica desde la Edad de Bronce hasta la época clásica, una de las colecciones más completa del mundo.
Tras patearnos el museo durante aproximadamente dos horas y media, emprendimos la vuelta hacia la Plaza Omonia o “plaza de la concordia”, una de las zonas menos prestigiosas de la ciudad y es que, aunque en los últimos tiempos se estén haciendo esfuerzos por rehabilitar esta zona, la presencia de “yonkis” hace que sea una zona a evitar por las noches, aunque se trata más de una cuestión estética que de un peligro real.
Continuamos por la calle Athinas hasta llegar a la Plaza del Dimarhío (plaza del Ayuntamiento), plaza, que es de lo mejor de aquella zona. Tras ella, un destartalado edificio del siglo XIX alberga el peculiar Kentrikí Agorá (Mercado Central), donde mejor se refleja la tradición oriental de la ciudad. De repente nos vimos envueltas en un torbellino de gente y puestos donde se pueden encontrar los más diversos productos: carnes, mariscos, hortalizas, queso feta, aceitunas o el tradicional Ouzo.
Descendiendo hacia Monastiriki y girando a la derecha se llega a la iglesia bizantina de Agios Ioannis Kolona (San Juan de la columna) del siglo XII, llamada así por la existencia de una columna romana a la que se le atribuyen poderes curativos.
Una vez llegamos de nuevo a la zona de Plaka, nos dejamos llevar por la vorágine de tiendas de souvenirs. Cuando logramos sacar el espíritu de “Pretty Woman” de nuestros cuerpos, decidimos ir a ver el famoso cambio de guardia en el Parlamento. He de decir que es, cuanto menos, curioso.
Tras patearnos el museo durante aproximadamente dos horas y media, emprendimos la vuelta hacia la Plaza Omonia o “plaza de la concordia”, una de las zonas menos prestigiosas de la ciudad y es que, aunque en los últimos tiempos se estén haciendo esfuerzos por rehabilitar esta zona, la presencia de “yonkis” hace que sea una zona a evitar por las noches, aunque se trata más de una cuestión estética que de un peligro real.
Continuamos por la calle Athinas hasta llegar a la Plaza del Dimarhío (plaza del Ayuntamiento), plaza, que es de lo mejor de aquella zona. Tras ella, un destartalado edificio del siglo XIX alberga el peculiar Kentrikí Agorá (Mercado Central), donde mejor se refleja la tradición oriental de la ciudad. De repente nos vimos envueltas en un torbellino de gente y puestos donde se pueden encontrar los más diversos productos: carnes, mariscos, hortalizas, queso feta, aceitunas o el tradicional Ouzo.
Descendiendo hacia Monastiriki y girando a la derecha se llega a la iglesia bizantina de Agios Ioannis Kolona (San Juan de la columna) del siglo XII, llamada así por la existencia de una columna romana a la que se le atribuyen poderes curativos.
Una vez llegamos de nuevo a la zona de Plaka, nos dejamos llevar por la vorágine de tiendas de souvenirs. Cuando logramos sacar el espíritu de “Pretty Woman” de nuestros cuerpos, decidimos ir a ver el famoso cambio de guardia en el Parlamento. He de decir que es, cuanto menos, curioso.
Visita de Vravrona
Habíamos leído que los atardeceres en Cabo Sunio eran una maravilla, así que decidimos comer rápido en una taberna y coger el coche para ir a comprobarlo; pero antes nos dirigiríamos a Vravrona, ya que el Templo de Artemisa nos esperaba a 38 km de Atenas. La manera de salir de Atenas estaba clara, tenía que ir a Syntagma y desde allí seguir las indicaciones que ya había fichado en dirección al aeropuerto, seguro que después encontraríamos señales hacia Vravrona… pero, ¿estaría abierto o nos pasaría como en Maratón?. Afortunadamente cuando llegamos vimos que el templo cerraba al anochecer. La suerte nos sonreía…
Cuenta la leyenda que el santuario fue fundado por Ifigenia que, junto con su hermano Orestes, robó la estatua de la diosa de Tauris, allá por el siglo IX a.C., aunque sufrió remodelaciones hasta el siglo III a.C. Posteriormente fue cubierto por las aguas del río Erasinos, motivo por el que se ha conservado relativamente bien. Lo más curioso del culto a Artemisa Brauronia es que estaba dedicado a las mujeres; la deidad era venerada como protectora en los partos y las mujeres que daban a luz le realizaban generosas ofrendas. Cada 5 años se realizaba un festival en honor a Artemisa en el que un grupo de niñas bailaba imitando los movimientos de los osos y que se cree que se realizaba como preparación de las niñas para la pubertad.
A mi me llamó la atención el puente que allí había que, al parecer, es el único puente que se conserva en Grecia del periódico clásico.
Al llegar allí te encuentras en la cima de un acantilado de 65 m de altura, desde el que se divisan diversas islas y la costa del Peloponeso. Según la leyenda, el promontorio sobre el que se construyó el templo fue el lugar desde donde el rey Egeo se lanzó al mar. El monarca había acordado con su hijo, Teseo, que regresaba de Creta tras luchar contra el minotauro que, si regresaba victorioso, cambiaría las velas de su barco por unas blancas (en lugar de las negras que portaba). Sin embargo Teseo olvidó cambiarlas y Egeo, creyendo que su hijo estaba muerto, se suicidó arrojándose al mar. Desde entonces, los griegos conocen este mar con el nombre del desventurado rey.
Aunque el culto a Poseidón parece que se había iniciado en el siglo VII a.C. no fue hasta el siglo V a.C. cuando los atenienses consiguieron construir el templo, tras algún intento frustrado por la invasión de los persas. Dada su situación, era visto por los barcos que se acercaban a la costa ya en la lejanía, como no podía ser de otra forma, ya que el templo estaba dedicado a Poseidón, el dios del mar y de los navegantes (aunque en el cabo también había un templo dedicado a Atenea).
El templo de Poseidón, del que sólo quedan 16 columnas de las 34 originales y escasísimos restos de la decoración escultórica, fue uno de los lugares favoritos de Lord Byron y dicen las malas lenguas que aprovechó su estancia allí para dejar grabado su nombre en una de las columnas del templo. Actuaciones como ésta son las que han llevado a que hoy en día se encuentre completamente acordonado y sólo se pueda bordear.
Última visita del día: Templo de Poseidón en Cabo Sunio
Tras esta primera parada cogimos de nuevo el coche y fuimos al Templo de Poseidón en Cabo Sunio.Al llegar allí te encuentras en la cima de un acantilado de 65 m de altura, desde el que se divisan diversas islas y la costa del Peloponeso. Según la leyenda, el promontorio sobre el que se construyó el templo fue el lugar desde donde el rey Egeo se lanzó al mar. El monarca había acordado con su hijo, Teseo, que regresaba de Creta tras luchar contra el minotauro que, si regresaba victorioso, cambiaría las velas de su barco por unas blancas (en lugar de las negras que portaba). Sin embargo Teseo olvidó cambiarlas y Egeo, creyendo que su hijo estaba muerto, se suicidó arrojándose al mar. Desde entonces, los griegos conocen este mar con el nombre del desventurado rey.
Aunque el culto a Poseidón parece que se había iniciado en el siglo VII a.C. no fue hasta el siglo V a.C. cuando los atenienses consiguieron construir el templo, tras algún intento frustrado por la invasión de los persas. Dada su situación, era visto por los barcos que se acercaban a la costa ya en la lejanía, como no podía ser de otra forma, ya que el templo estaba dedicado a Poseidón, el dios del mar y de los navegantes (aunque en el cabo también había un templo dedicado a Atenea).
El templo de Poseidón, del que sólo quedan 16 columnas de las 34 originales y escasísimos restos de la decoración escultórica, fue uno de los lugares favoritos de Lord Byron y dicen las malas lenguas que aprovechó su estancia allí para dejar grabado su nombre en una de las columnas del templo. Actuaciones como ésta son las que han llevado a que hoy en día se encuentre completamente acordonado y sólo se pueda bordear.
El templo es grande y bonito, pero quedaba un buen rato para que anocheciera, así que nos volvimos a Atenas, donde invertiríamos mejor nuestro tiempo haciendo alguna compra de última hora.
Cenamos en una taberna con vistas a la acrópolis. Era nuestra última cena en Grecia y queríamos pegarnos un homenaje. Tras callejear un poco por la zona de Plaka y despedirnos de la Atenas nocturna e iluminada, nos fuimos a dormir.
Ya se veía el final del viaje.
Cenamos en una taberna con vistas a la acrópolis. Era nuestra última cena en Grecia y queríamos pegarnos un homenaje. Tras callejear un poco por la zona de Plaka y despedirnos de la Atenas nocturna e iluminada, nos fuimos a dormir.
Ya se veía el final del viaje.
Todo lo bueno se acaba... pero, qué se le va a hacer, cosas del viajar. Muy completa la guía de Atenas, a la que veo que en un "par de días" se le saca bastante partido
ResponderEliminarHola Amaia, ya sólo nos quedaba una mañana de viaje... snif!
ResponderEliminarSegún mi experiencia, los principales lugares de Atenas (al menos los que yo tenía interés por ver), se pueden ver en día y medio (dándole caña). Luego hay excursiones a sitios cercanos que si se dispone de más días son interesantes, como Cabo Sunio, Vravrona, Maratón o el monasterio de Dafní y el de Kesariani (a los que nosotras no pudimos ir).
Un saludo
Que buena pinta tiene el museo arqueológico nacional y cuanta pena al ver que poquito queda de los templos de Artemisa y Poseidon, ¿Hay algún panel informativo allí para comparar como se presuponía que era en sus orígenes? algunos supongo que será imposible revelar esos detalles, pero de otros igual si.
ResponderEliminarParece que el viaje se termina, pero te están quedando unos relatos geniales.
Saludos y ya estoy al día :D
¡Hola!
ResponderEliminarEl museo arqueológico es muy chulo, sobre todo por los restos de Micenas; cuando te paras a pensar la cantidad de años que tienen esas máscaras y copas de oro... es algo que te hace reflexionar. Aunque también te hace pensar la cantidad de cosas que podrían tener allí y están en otros países...
En Vravrona y Sunio sí que había paneles informativos en inglés pero no contaban gran cosa, tenían un plano con lo que era cada cosa y ya, pero por internet si que se encuentran posibles reconstrucciones de algunos recintos arqueológicos.
Un saludo y gracias por pasarte por aquí.
Pues si que os cundió el último día!!!!
ResponderEliminarIba a haberte preguntado si vistéis la firma de Lord Byron, pero a continuación he leído que estaba acordonado, jejeje
Me ha gustado mucho vuestro viaje a Grecia!
Saludos
Hola M.C.
ResponderEliminarLa verdad es que hasta nos sobró tiempo porque pensábamos ver atardecer en Sunio y nos tuvimos que volver porque quedaba como un par de horas...
Me alegro de que te haya gustado el viajecito.
Un saludo
Buenas Helena! Y a mi que me siguen haciendo gracia los guardias con ese atuendo y esas botas enormes... jejejeje... Estoy convencido que estando allí se me escapa alguna carcajada.
ResponderEliminarTodo se acaba, pero seguro ya tienes pensado el próximo viaje no??
Un saludo!
Hola Víctor, cuando le puse el vídeo a mi hermana y los vio, no se lo podía creer. La verdad es que son muy curiosos, con ese paso como a cámara lenta...
ResponderEliminarEn cuanto a los próximos destinos, tenemos Liverpool a la vuelta de la esquina (si no hay ningún sobresalto nuevo), vamos pasadomañana!
Un saludo
Hola Helena,
ResponderEliminarSigo tomando nota de todo, que en marzo ya sabes que me escapo para allí.
Así que a Liverpool, mira que tengo ganas de ir, pero no sé que ha pasado con los vuelos que salían de ryanair desde Santander, que ahora no van hasta la ciudad de los Beatles.
Saludos.
Hola Víctor.
ResponderEliminarHicimos un intento en el puente de diciembre pero al final no pudo ser por el tema de los controladores. Así que decidimos ir un fin de semana (aunque con un día menos). A nosotros nos toca ir a Alicante porque desde Valencia tampoco salen...
Un saludo
Pues disfruta de la ciudad y espero que no tengas problemas esta vez con los aviones ni con nada. Yo estuve este finde en Londres y todo fue bien menos a la vuelta, que tuvimos un retraso el lunes de 4 horas y media por la maldita niebla que había en Madrid.
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