Atenas, con más de 4000 años de historia, es hoy una ciudad que sorprende por sus marcados contrastes: antigua pero a la vez moderna, caótica y aparentemente anárquica, aunque con pequeños oasis en su centro urbano. Y todo ello debido al descontrolado crecimiento que, en 1834, le supuso ser proclamada capital del Estado griego tras la ocupación turca, un crecimiento rápido y desorganizado para el que quizás no estaba preparada. Afloraron de forma desordenada multitud de edificios grises que contrastan con ruinas milenarias y edificios neoclásicos, provocando sentimientos enfrentados en el viajero; aunque si hay algo que no deja indiferente a nadie en mitad de todo este caos es la monumental Acrópolis, que aún hoy en día preside la ciudad.
Primera parada: la Acrópolis de Atenas
Se aconseja visitar la acrópolis a primera hora, ya que más tarde hordas de turistas inundan “la roca sagrada”, por lo que la planificamos como nuestra primera visita. Se cree que, estuvo poblada desde el II milenio a.C., aunque no fue hasta el siglo V a.C. (tras un ataque de los persas) cuando Pericles encargó al arquitecto Ictinos y al escultor Fidias uno de los monumentos más admirados del mundo, con un aspecto muy distinto al que actualmente se conserva pues, pese a lo que pueda parecer hoy en día, los distintos templos de la acrópolis estaban pintados de vivos colores.Al llegar, antes de emprender la subida de la escalinata hacia los propileos, dejamos a mano izquierda la puerta Beulé, que fue construida en el siglo III por orden de un magistrado romano para defender el recinto. En los Propileos, donde aún se conserva el pedestal del monumento de Agripa, nos recibió una fila de militares que debía estar ensayando para algún desfile. Los propileos dan entrada a la acrópolis y en ellos se utilizaron por vez primera de manera conjunta columnas dóricas y jónicas, ya que al ser estas últimas más esbeltas que las primeras, permitían salvar el desnivel del terreno.
Desde allí se divisaba el Templo de Atenea Niké, que pese a haber sido desmontado por los otomanos en el año 1687 (para montar un lugar de almacenamiento de cañones) fue reconstruido en el siglo XIX.
A mano izquierda divisábamos las famosas cariátides, bueno, las copias de las famosas cariátides, ya que las 5 originales que quedaban allí (una de ellas fue trasladada por Lord Elgin al British Museum) fueron trasladadas al museo de la acrópolis para preservarlas de la contaminación ateniense. Su nombre proviene de una localidad griega cuyos habitantes se aliaron con los persas, Caria; como castigo, los griegos mataron a los hombres y vendieron a las mujeres como esclavas, que fueron condenadas a llevar pesadas cargas y quedaron representadas de esa forma.
Pasamos al interior del recinto, la vía sacra nos condujo hasta la obra cumbre de la acrópolis: el Partenón. Había leído que estaba muy deteriorado debido a la contaminación y al turismo masivo, pero la verdad es que demasiado bien se conserva para lo agitada que ha sido su historia: en el siglo VI fue transformado en iglesia cristiana, posteriormente los turcos lo convirtieron en mezquita y construyeron en su interior un minarete, fue utilizado como polvorín, momento en el que una explosión lo destruyó parcialmente, más tarde llegaron los franceses y el británico Lord Elgin que lo despojó de sus mármoles (con permiso de los turcos) para trasladarlos al Reino Unido. El templo, que estaba dedicado a Atenea, se encuentra especialmente diseñado para evitar que diera la impresión de encontrarse torcido y así tanto las columnas como el basamento son más gruesas en su centro creando una ilusión óptica perfectamente estudiada. Me había imaginado el templo rodeado de andamios y tapado en su práctica totalidad, pero la verdad es que, aunque no se permite entrar en su interior y casi ni rozarlo, me impresionó bastante… ¿y pensar toda la historia que tienen esas rocas?
A mano izquierda divisábamos las famosas cariátides, bueno, las copias de las famosas cariátides, ya que las 5 originales que quedaban allí (una de ellas fue trasladada por Lord Elgin al British Museum) fueron trasladadas al museo de la acrópolis para preservarlas de la contaminación ateniense. Su nombre proviene de una localidad griega cuyos habitantes se aliaron con los persas, Caria; como castigo, los griegos mataron a los hombres y vendieron a las mujeres como esclavas, que fueron condenadas a llevar pesadas cargas y quedaron representadas de esa forma.
El pórtico de las cariátides pertenece al templo del Erecteion, en el que se veneraba a Atenea y Poseidón Erecteo. Cuenta la leyenda que los dos dioses se disputaban la acrópolis, Poseidón hizo brotar un manantial, pero el olivo que hizo brotar Atenea con su lanza le valió la victoria. Para darle algo de veracidad a la historia un arqueólogo americano plantó un olivo en las inmediaciones del templo en 1917, ¿será cierto? o ¿será la antigua obra de la diosa?.
Bordeamos este templo y nos dirigimos a un mirador para disfrutar de las vistas que desde él había tanto de la ciudad como del Partenón.
A la salida de la acrópolis, pasamos frente al Odeón de Herodes Atico (teatro erigido por el cónsul romano en honor a su mujer, fallecida el año anterior) y discurrimos por su falda, observando cómo se llevaban a cabo excavaciones en el área (descubriendo templos dedicados a Dionisio, el Asclipío, etc.) y nos dirigimos al teatro de Dionisio. En él se estrenaron obras de Esquilo, Sófocles y Eurípides y aunque los restos que se ven en la actualidad datan del siglo I a.C. está construido sobre otro del siglo V. Tenía una capacidad para más de 15.000 espectadores y en la primera fila existen asientos de mármol en los que se encuentra grabados los nombres de sus ocupantes, como el sacerdote Dionisio o el delegado del oráculo de Delfos.
Visitamos el Nuevo Museo de la Acrópolis
De allí salimos prácticamente enfrente del Nuevo Museo de la Acrópolis. En el sótano se están realizando excavaciones pero su interior alberga los mármoles del Partenón, que se salvaron del traslado a Reino Unido, algunos fragmentos de su friso y 5 de las cariátides del Erecteion, que fueron trasladadas a un lugar cerrado para preservarlas de la contaminación.Ascensión a la Colina Filopapou
Tras visitar el museo pusimos rumbo hacia la colina Filopapou, una bonita zona verde surcada por diversos senderos que se abren paso entre la vegetación. Adentrándonos en ella nos topamos con un grupo de casas excavado en rocas conocido como Prisión de Sócrates (aunque se sabe que el filósofo realmente estuvo encerrado en el ágora), pasamos frente a una bonita iglesia denominada Agios Dimitrios Loumbardiaris y continuamos, por el camino principal y asfaltado, hacia el monumento a Filopapou, un monumento levantado en el año 116 en honor al importante senador y cónsul romano. Poco antes de llegar a la cima descubrimos por qué a esta colina se la conoce también como la colina de las musas, ante nuestro ojos se encontraba un mirador desde el que pudimos disfrutar de unas excepcionales vistas de la acrópolis.
Tras perder la noción del tiempo durante unos momentos, decidimos emprender la bajada; al llegar a la parte baja de la colina uno de los múltiples perros callejeros que existen en las calles griegas y que parecen estar remunerados por el ayuntamiento ateniense nos guió hacia el Pnix. Fue algo muy curioso, se paraba cuando nos quedábamos retrasadas y al alcanzarle continuaba delante de nosotras indicándonos por dónde ir. En el Pnix se celebraban las reuniones de la asamblea popular entre los siglos VI y IV a.C. Aunque poco queda en pie de aquello, se sabe que había un hemiciclo con capacidad para 5.000 personas en una explanada, mientras que en la cima, al lado de un altar dedicado a Zeus Agoreos había una tribuna desde la que hablaban los oradores. Todo se encontraba vallado, pero nuestro particular y espontáneo guía se salto las indicaciones y cual predicador subió a los restos de la tribuna.
Un poco más adelante se encuentra el Observatorio Astronómico y la basílica de Agía Marina, aunque nosotras los vimos a lo lejos desde abajo en nuestra ruta hacia el Keramikos, nuestro siguiente destino.
Nuestra ruta por el Keramikos
Tras dejar a nuestro amigo perruno en el punto donde habían iniciado sus servicios turísticos, continuamos caminando hacia el cerámico por la calle Odós Apostolou Pávlou, observando los restos que a ambos márgenes de la calzada aparecían y tras descansar las piernas y tomarnos una cervecita en un bar de la zona llegamos al antiguo barrio de alfareros, que acabó convirtiéndose en la necrópolis de Atenas. El barrio estaba dividido en dos zonas a partir del siglo V a.C. por unas murallas que ordenó construir Temístocles y que llegaban hasta el Pireo. Las dos partes se comunicaban mediante dos puertas con sendas calles entre las que se extendía el cementerio. En nuestro paseo por el barrio vimos las ruinas del Pompeion, edificio de finales del siglo V a.C. en el que se guardaban objetos utilizados en la procesión de la Panateneas, los cuatro pilares que quedan de la Dipilion (una de las puertas anteriormente mencionadas), alguna tumba de las que aún se conservan, así como el museo donde también se muestran esculturas y cerámicas.El ágora griega de Atenas
Al salir de allí nos acercamos al ágora griega. A finales del siglo XIX, las obras de construcción de la vía de tren sacaron a la luz una gran cantidad de restos arqueológicos y fue entonces cuando el recinto se empezó a excavar. En el mundo griego, el ágora era el centro de la vida pública de las grandes ciudades: en ella se celebraban reuniones políticas y era el centro de la vida comercial, con numerosas estoas de tiendas. También había sitio para la religión, la justicia, la administración y la cultura; aunque parece ser que la función del ágora ateniense fue cambiando poco a poco: las reuniones públicas pasaron a celebrarse en el Pnix y aquí permanecieron los mercaderes.
Nos dirigimos en primer lugar al stoa de Atalo, levantado por este rey de Pérgamo en el 150 a.C. En los años 50 se reconstruyó el edificio y se rehabilitó como museo para exponer las piezas halladas en las excavaciones. Desde allí nos acercamos a Agii Apostoli, una iglesia bizantina que se levantó sobre columnas romanas. Continuamos nuestra ruta atravesando los restos de diversas stoas, en dirección hacia el Tholos. Allí en su día se reunían los magistrados, pero hoy en día sólo se aprecia la forma circular de su base. De camino, observamos también lo poco que queda en pie del Odeón de Agripa y del tribunal de la Heliea. Por allí aparece otra gran construcción de la ciudad, aunque mucho menos elegante, la gran cloaca (siglo V a.C.).
Bordeando el tholos y dejando abajo el Bouleuterion (donde se reunía el senado) y el Mitroon, edificio de grandes dimensiones y con numerosas dependencias, que se utilizaban como archivo estatal, santuario, etc, continuamos hacia el Thisío o Efestío, el templo mejor conservado de la antigüedad. Fue construido por orden de Pericles en el siglo V a.C. y dedicado a Hefesto y a Atenea, aunque desde la época bizantina hasta mediados del siglo XIX fue utilizado como iglesia dedicada a San Jorge. En las metopas se representan los trabajos de Hércules y las hazañas de Teseo, personaje que da nombre al templo.
De bajada pasamos frente al Stoa de Zeus Eleftherios y el templo de Apolo Patroos, para finalizar la visita al agora griega viendo los restos del altar de los doce dioses.
Habiendo descansado y recargado un poco las pilas, continuamos con las visitas. De la biblioteca del emperador romano Adriano (año 132) tan sólo queda un grandioso muro de piedra caliza decorado con siete columnas de estilo corintio. En su día debió existir un patio central rodeado de galerías con salas de lectura y conferencias.
Un poquito más adelante se encuentra el ágora romana cuyos restos mejor conservados datan del año 12 a.C. El ágora era una plaza rodeada de pórticos donde había comercios. Aunque poseía diversas puertas de acceso, la que mejor se conserva Pili tis Arhigetidos Athinas, que fue construida en el año 11 a.C. gracias a las donaciones de Julio César y Augusto. En la otra parte del ágora está la Torre de los Vientos, pequeña construcción de mármol realizada en el siglo I a.C. por un astrónomo de Macedonia. Cada una de sus ocho caras está decorada con figuras en relieve que representan a los vientos. Antaño hubo también varios relojes de sol decorando la fachada, además de uno de agua instalado en el interior.
Callejeando por Plaka
Tras esta agitada mañana, nos adentramos en Plaka para comer en una taberna, en las cercanías de la biblioteca de Adriano; menudo plato de souvlaki nos tomamos, comimos como reinas…Habiendo descansado y recargado un poco las pilas, continuamos con las visitas. De la biblioteca del emperador romano Adriano (año 132) tan sólo queda un grandioso muro de piedra caliza decorado con siete columnas de estilo corintio. En su día debió existir un patio central rodeado de galerías con salas de lectura y conferencias.
Un poquito más adelante se encuentra el ágora romana cuyos restos mejor conservados datan del año 12 a.C. El ágora era una plaza rodeada de pórticos donde había comercios. Aunque poseía diversas puertas de acceso, la que mejor se conserva Pili tis Arhigetidos Athinas, que fue construida en el año 11 a.C. gracias a las donaciones de Julio César y Augusto. En la otra parte del ágora está la Torre de los Vientos, pequeña construcción de mármol realizada en el siglo I a.C. por un astrónomo de Macedonia. Cada una de sus ocho caras está decorada con figuras en relieve que representan a los vientos. Antaño hubo también varios relojes de sol decorando la fachada, además de uno de agua instalado en el interior.
Tras finalizar la visita, estuvimos callejeando por Plaka intentando buscar el barrio de Anafiotika, aunque tras subir, bajar, calles arriba y calles abajo, no dimos con él, por lo que continuamos en dirección a la Linterna de Lysícrates, que fue construida por orden de este personaje (en el siglo IV a.C.) en honor de un coro dramático ganador de un premio teatral. Allí se exponía el trípode que recibían como premio los vencedores. Se dice que Lord Byron lo usó como estudio y escribió allí diversas de sus obras.
Continuamos hacia la Puerta de Adriano, construida en el año 131 d.C. sobre la vía que conducía desde la antigua ciudad de Atenas hasta la ampliación romana de la misma. En cada cara de la puerta hay sendas inscripciones que rezan: en la cara que mira a la acrópolis “Ésta es Atenas, la ciudad antigua de Teseo”, mientras que en el otro lado dice “Ésta es la ciudad de Adriano y no de Teseo”.
Un poquito más adelante se llega a Olimpío o Estadio de Zeus Olímpico, que pese a que comenzó a construirse en el siglo VI a.C., diversas vicisitudes históricas hicieron que no se concluyera hasta el año 124 d.C., en época del emperador romano Adriano. Las dimensiones del templo, al igual que las de la estatua de Zeus que había en su interior, son imaginables observando sus descomunales columnas, de las que sólo quedan 15 (de las 104 que poseía).
De camino a la colina Licavitós
Continuamos hacia la Puerta de Adriano, construida en el año 131 d.C. sobre la vía que conducía desde la antigua ciudad de Atenas hasta la ampliación romana de la misma. En cada cara de la puerta hay sendas inscripciones que rezan: en la cara que mira a la acrópolis “Ésta es Atenas, la ciudad antigua de Teseo”, mientras que en el otro lado dice “Ésta es la ciudad de Adriano y no de Teseo”.
Un poquito más adelante se llega a Olimpío o Estadio de Zeus Olímpico, que pese a que comenzó a construirse en el siglo VI a.C., diversas vicisitudes históricas hicieron que no se concluyera hasta el año 124 d.C., en época del emperador romano Adriano. Las dimensiones del templo, al igual que las de la estatua de Zeus que había en su interior, son imaginables observando sus descomunales columnas, de las que sólo quedan 15 (de las 104 que poseía).
Cruzando la calle nos acercamos al Zapio, un edificio de estilo neoclásico utilizado para la celebración de ruedas de prensa de los líderes políticos griegos y para las recepciones de mandatarios extranjeros.
Continuamos la ruta hacia el Estadio Panathinaikó, sobre el que se agita una ajetreada historia. En este mismo lugar Licurgo mandó construir en el año 330 a.C. un estadio con capacidad para 50.000 espectadores para la celebración de los juego Panatenaicos; posteriormente fue reformado por Herodes Atico en el siglo II. Cuando a finales del siglo XIX sacaron a la luz estas ruinas, se reconstruyó sobre los cimientos de nuevo sobre los antiguos cimientos para albergar los Primeros Juegos Olímpicos de la época moderna en 1896.
Continuamos la ruta hacia el Estadio Panathinaikó, sobre el que se agita una ajetreada historia. En este mismo lugar Licurgo mandó construir en el año 330 a.C. un estadio con capacidad para 50.000 espectadores para la celebración de los juego Panatenaicos; posteriormente fue reformado por Herodes Atico en el siglo II. Cuando a finales del siglo XIX sacaron a la luz estas ruinas, se reconstruyó sobre los cimientos de nuevo sobre los antiguos cimientos para albergar los Primeros Juegos Olímpicos de la época moderna en 1896.
Por último nos dispusimos a acercarnos a la colina Licavitós (“colina de lobos”), aunque de camino pasamos por el Mégaro Maximou, que fue residencia de la familia real (en el exilio desde 1967) antes de convertirse en la residencia del Presidente de la República.
Para llegar al funicular desde el que accederíamos al monte, nos adentramos en el barrio de Kolonaki, la zona “pija” de la ciudad, con distinguidos comercios y cafeterías. Callejeamos por la zona y subimos los casi 200 escalones que en la calle Ploutarchou nos conducían hasta el funicular que nos llevaría a la cima de esta montaña. Pese a que pensábamos quedarnos a ver anochecer desde allí, apenas estuvimos 15 minutos; una neblina cubría la ciudad y ésta nos impedía disfrutar de las estupendas vistas que había leído que desde allí existían por lo que tras descansar un poco emprendimos el camino de vuelta.
No habíamos parado durante todo el día así que, a la salida del teleférico, cogimos un taxi de vuelta al hotel, donde aprovechamos para pegarnos una ducha y salir relajadas a cenar, no sin antes asomarnos a la terraza del hotel para divisar la acrópolis de nuevo y ver anochecer desde allí.
Decidimos cenar en un restaurante de la plaza Mitropolis y ese día no acertamos, nos salió demasiado caro en relación a la calidad. Debimos haber buscado alguna taberna como habíamos hecho hasta ese momento.
Nos quedaba un día y medio en Atenas. Nos fuimos a dormir.
Para llegar al funicular desde el que accederíamos al monte, nos adentramos en el barrio de Kolonaki, la zona “pija” de la ciudad, con distinguidos comercios y cafeterías. Callejeamos por la zona y subimos los casi 200 escalones que en la calle Ploutarchou nos conducían hasta el funicular que nos llevaría a la cima de esta montaña. Pese a que pensábamos quedarnos a ver anochecer desde allí, apenas estuvimos 15 minutos; una neblina cubría la ciudad y ésta nos impedía disfrutar de las estupendas vistas que había leído que desde allí existían por lo que tras descansar un poco emprendimos el camino de vuelta.
No habíamos parado durante todo el día así que, a la salida del teleférico, cogimos un taxi de vuelta al hotel, donde aprovechamos para pegarnos una ducha y salir relajadas a cenar, no sin antes asomarnos a la terraza del hotel para divisar la acrópolis de nuevo y ver anochecer desde allí.
Decidimos cenar en un restaurante de la plaza Mitropolis y ese día no acertamos, nos salió demasiado caro en relación a la calidad. Debimos haber buscado alguna taberna como habíamos hecho hasta ese momento.
Nos quedaba un día y medio en Atenas. Nos fuimos a dormir.
No sabía que al Partenón no se podía pasar ni acercarse demasiado, pero aún así, como tú dices, debe ser increible verlo in situ!!!
ResponderEliminarY cuánto cuesta comer en las tabernas??
Ayyy tengo unas ganas de conocer este país!!
Saludos
Hola M.C.
ResponderEliminarNo te puedes meter en casi ninguno de los templos de allí. Me imagino que los habrán descuidado durante mucho tiempo (cuando fue mi madre, en su viaje fin de carrera, ella llego a comerse un bocata dentro del templo de Apolo en Delfos) y ahora están muy protegidos...
La comidas/cenas estaban por 15 euros por persona, comiendo mucho. Lo más caro era la gasolina que estaba alrededor de 1,5 euros/l, aunque al paso que vamos en España, dentro de nada les pillamos... jejeje
Un saludo
De las ciudades europeas, Atenas me lo imagino un poco como Roma, por ser una ciudad con mucha historia jejeje. Y por lo que vi en la entrada anterior de Meteora, creo que también merece una visita.
ResponderEliminarSaludos!
Hola Dany, la verdad es que son ciudades con una importante carga histórica y en cierta manera son parecidas, aunque yo creo que la zona histórica y turística de Roma es más grande que la de Atenas.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Helena,
ResponderEliminarOye, que me viene muy bien el relato de Atenas!! porque en marzo haremos una escapada hasta allí aprovechando el puente de Carnaval.Así que tomo buena nota de todo.
Un beso.
Hola Víctor,
ResponderEliminarMe alegro de que el relato te sirva para planificar tu viaje... Ya me contarás a la vuelta qué te parece Atenas.
Un saludo
Sin duda un gran relato sobre Atenas. Cuando vaya ya sé donde tengo una completísima información. Muchas gracias Helena.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Fran, me alegro de que encuentres útil esta entrada, que al final es de lo que se trata...
ResponderEliminarUn saludo
Aupa Helena!! Hacía mucho que no me pasaba por ahí, que envidia sana me das con el viajecito que hicisteis... algún año tomaré mejor nota de él, pq Grecia es un país que no me quiero perder... tal vez en verano del 2012.
ResponderEliminarSeguro que lo pasasteis en grande.
Me gusta, me gusta... Un saludo
Amaia
Hola Amaia, que alegría verte de nuevo por aquí... La verdad es que el viajecito estuvo muy bien. Nosotras volvimos encantadas de ver tanta "ruina", jejeje
ResponderEliminarUn saludito y que te vaya muy bien por Estambul
Excelente entrada, la verdad que a Atenas le tengo muchas ganas :D :D :D
ResponderEliminarMe parece bien que se limite el acceso a muchos de los templos, desde fuera se ve bien y si el turismo puede perjudicar en ellos, mejor conservarlos y verlos aunque sea de cerca, hay que conservar los monumentos aunque de pena no poderse pasear entre sus columnas.
Saludos :D
Hola José Carlos:
ResponderEliminarEstá claro que hay que cuidar las cosas y el turismo en masa al final destroza los sitios, aunque, como dices, da pena no poder acercarte y tener que mirar las cosas en la distancia.
Un saludo ;)
Hola. Estuve estas navidades pasadas tres días en Atenas yo solo...y sí es buen sitio para darse una vuelta, pero he vuelto decepcionado y desconcertado lo borde y antipática que es la gente allí. Estuve extraviado el día de nochebuena por la noche preguntaba en inglés por la Sintagma plateia, en una gasolinera, luego a uno, al otro y al otro... y todos se negaban a indicarme y algunos de malos modos como si no le gustaran los extranjeros. No se si será la crisis allí, o es que los griegos son así. Y en restaurantes a los que he ido a comer como que tampoco eran demasiado campechanos que digamos...He viajado solo a Alemania, Sicilia, Portugal, Irlanda, Reino Unido, Marruecos, Francia...en solitario y esto solo me ha pasado en Grecia.
ResponderEliminarUn saludo
Manuel
¡Hola Anónimo!
ResponderEliminarEn primer lugar gracias por pasar por aquí y animarte a comentar la entrada relatando tu perspectiva de la ciudad.
La verdad es que al leer tu comentario me he quedado muy extrañada porque nosotras no tuvimos ningún problema y en ningún momento nos trataron mal. La gente por lo general nos hablaba en inglés y lo cierto es que no nos fuimos con esa sensación que comentas.
También es cierto que al viajar acompañada (como en mi caso) tienes menos trato con la gente local y en cierta manera íbamos a nuestra bola. Puede que nosotras no lo notáramos, mientras que un viajero en solitario perciba más este tipo de detalles... o que simplemente sea por la situación en la que está ahora mismo el país... ¡No sé!
En cualquier caso, gracias por hacernos partícipes de tus impresiones.
Un saludo
hola ..!! me encanta atenas me encantaron tus fotos y que bueno que allas podido ir soy un poco pequeña pero sueño en grande como que algun dia pueda ir a atenas me encanta todo eso de los mitos griegos
ResponderEliminarbueno unsaludoo y me gusto mucho :DDD ( sueño con que algundia se puedan cumplir mis sueños
¡Claro que sí Camila! Si se tienen ganas, algún día llegará el momento de visitar la capital griega...
EliminarUn saludo y muchas gracias por tus palabras ;)