Dejábamos atrás Najac para poner
fin a nuestra segunda jornada de viaje con la visita a la ciudad episcopal de Albi.
Albi es también conocida como “la ciudad
roja” (tal y como le ocurre a Toulouse) debido a esa inconfundible tonalidad de
sus edificios, levantados con ladrillos conformados con materiales del río Tarn.
Esta ciudad medieval (que debe
sus orígenes al Imperio Romano), fue declarada Patrimonio de la Humanidad por
la UNESCO en el año 2010 y, por eso mismo, podréis imaginar que resulta una
delicia pasear por su casco histórico.
Nosotras, tras localizar el hotel
(Hotel Chifre),
dejar las cosas y hacernos con un plano de la ciudad, salimos a conocerla ya al
atardecer.
El hotel estaba muy cerca de la
Place du Vignan, por lo que fue por ella por la que nos acercamos al centro
histórico de la población.
Plano en mano, fuimos recorriendo
sus calles para poder ver algunos de sus edificios históricos, así en nuestro
caminar pasamos frente a:
- El Ayuntamiento, que está ubicado desde 1728 en una antigua mansión que perteneció a Stephen Martin (que al parecer fue Tesorero de Francia). Su puerta principal está decorada en estilo renacentista, coronada por el escudo de armas de la ciudad con el lema que antaño acuñaron los Estados del Languedoc “Baculus stat, leo vigilatque, tuetur turresque” (la cruz está alzada, el león vigila y protege las torres)
- El Hôtel Reynes, del que dicen que es la joya del Renacimiento en Albi. Un palacete construido por Roger Reynes, un mercader que se enriqueció gracias al comercio con pastel en el siglo XVI. En esta casa se puede ver alguna de las características constructivas que comenzaban a integrar las casas señoriales de aquella época en la región de Toulouse, pues por ejemplo se abandona el entramado de madera para pasar a utilizar una combinación de ladrillo y piedra. El patio medieval interior además acoge una torre del siglo XIV, que en origen formaba parte del contiguo Hospital St. Jacques
- La Maison Enjalbert en la que, pese a conservar la estructura original y tradicional de madera, también podremos encontrar el ladrillo del Renacimiento. Además, como curiosidad podremos ver una figura fálica en la ventana que se puso a modo de ruptura con la etapa anterior dominada por representaciones principalmente religiosas
- La Maison Romane o hôtel de Fenasse, uno de los pocos edificios civiles que podemos encontrar en Midi-Pyrénées del románico (pues data de la segunda mitad del siglo XII). En origen perteneció a una rica familia albigense, los Fenasse, pero cerca de 1300 les fue confiscada la vivienda por ser condenado su propietario (William Fenasse) por herejía cátara… Aunque en su fachada se aprecia el ladrillo correspondiente a diversas reconstrucciones posteriores, se puede ver mayoritariamente el empleo de piedra caliza (que se utilizaba únicamente para construcciones importantes)
Frente a este último edificio nos
encontramos con el Mercado Cubierto. En la Edad Media la zona de los alrededores
de la catedral se llenaba de comerciantes… ferias y mercados que en el siglo
XVIII se expandían ya hasta la plaza del Vignan. Así, en 1860, siguiendo el
ejemplo de otras ciudades francesas, Albi se lanzó a la construcción de un
mercado cubierto, siguiendo el patrón del parisino “les Halles”. En 1905 se
inauguraba este mercado, un buen ejemplo del estilo Art Noveau, en base a un
proyecto de Thierry Bourdois y André Michelin, que hoy en día sigue estando en
pleno uso. Y aunque es curioso ver la vidilla de este tipo de lugares, a las
horas que pasamos nosotras ya se encontraba cerrado.
Cerca de allí se encontraba la colegiata
de San-Salvi. Ésta fue la primera sede episcopal de la ciudad entre 474 y 584. Su
arquitectura es una mezcla entre el románico y el gótico, entre la piedra y el ladrillo.
Y, aunque durante la Revolución fue usada como almacén, a principios del siglo
XIX fue devuelta al culto. De su antiguo claustro (del año 1270) sólo pervive
hoy el ala meridional, que alberga un pequeño jardín muy apreciado por los
lugareños.
De allí a la Catedral de Santa
Cecilia, quedaba un paso. Ésta fue levantada en el siglo XIII por la iglesia
católica, una vez recuperó la región del Tarn (con Albi, la capital, a la
cabeza), a los cátaros. Así, su impresionante silueta, que llega a los 78
metros de altura, destaca en mitad de la plaza. Dicen que precisamente por su gran
altura, su torre fue utilizada en el pasado como torre vigía.
Había leído que su interior es
espectacular y que bien merece realizar una visita pero lo malo de recorrer las
ciudades a esas tardías horas es que lo encontramos todo cerrado. Al parecer,
tal y como ocurre en muchas otras iglesias, su buen estado de conservación se
debe a que parte de la decoración original fue tapada por posteriores
remodelaciones, preservando las primeras de los estragos del paso del tiempo.
En uno de los lados de la plaza
se encuentra otro de los imprescindibles de Albi, el Palacio de la Berbie. El
Palacio data del siglo XIII, cuando se construyó una sala al lado de la torre
St. Michel para ser usada como tribunal, y hasta principios del siglo XX fue
una residencia episcopal.
Los muros de 7 metros de espesor
y su alta torre nos proporcionan una idea de la importancia de los obispos que
ordenaron su construcción y del papel defensivo con el que el mismo fue creado.
Con los años el conjunto fue dotado de salones, galerías, biblioteca, terrazas
y de un bonito jardín a la francesa.
Desde el año 1905, al aplicarse una
ley relativa a la separación de la Iglesia y del Estado, el palacio dejó de ser
residencia episcopal, y pasó a ser propiedad de la ciudad que decidió emplearlo como Museo para albergar la mayor colección de obras del hijo prodigo de la ciudad
Toulouse-Lautrec.
Una reciente remodelación hecha
sobre el museo ha sacado a la luz un suelo de mosaicos del siglo XIII con una
superficie de 130 m², una de las más grandes halladas en Francia de la época
medieval.
Así, si entramos en el museo no sólo
descubriremos la arquitectura de este antiguo Palacio, sino que también podremos
ver las más de 1.000 obras cedidas por la madre del pintor (recordemos que éste
murió con 37 años), como aquellos famosos carteles que todos recordamos del
Moulin Rouge. El palacio también alberga
alguna sala dedicada a los descubrimientos arqueológicos de la ciudad, a la
Ciudad Episcopal y para exposiciones temporales.
Desde allí, paseando por las
calles medievales de Albi, nos dirigimos hacia la orilla del río. Frente a una
de sus orillas encontramos otra de esas casas señoriales que pueblan la ciudad,
el Hôtel Delecouls, pero el punto fuerte se encontraba en la otra orilla del
río. Así, cruzamos el Puente Viejo (un puente que fue levantado nada menos que en
el año 1040) para quedarnos embelesadas con la panorámica que desde allí obtuvimos
de la Ciudad Episcopal y el casco histórico de la ciudad. Estaba atardeciendo y
los ladrillos de la ciudad parecían teñirse de rosa…
Tras hacer una señora sesión de
fotos (que cuando me pongo no tengo fin), volvimos sobre nuestros pasos, para
cruzar las aguas del río Tarn y perdernos de nuevo por las callejuelas de Albi.
De esta forma, dejamos de nuevo atrás
la catedral para adentrarnos por la calle de Santa Cecilia. Allí nos
encontramos con la Casa señorial de Rivières, perteneciente a otra familia que
hizo fortuna con el comercio de pastel. La
mayor parte que se conserva de la casa data de los siglos XVII y XVIII aunque
aún conserva de origen su puerta, dos torres y una atalaya.
Cerca de ésta se encuentra la
Maison du Vieil Albi, una típica casa medieval en la que se alternan ladrillo
con vigas de madera. Es una de las casas más antiguas de la ciudad y la actual sede
de la Asociación de Salvaguarda del Patrimonio, a la que se le debe su
restauración y que de vez en cuando realiza exposiciones sobre el patrimonio
artístico de la ciudad.
Para acabar la visita a la ciudad
nos acercamos hasta la casa natal de Toulouse – Lautrec. Y es que el hecho de
que el museo acoja una de las mayores colecciones del pintor no es casualidad. Albi
se enorgullece de ser la cuna de nacimiento de este genio postimpresionista. El
24 de noviembre de 1864 nacía Henri de Toulouse-Lautrec en la Mansión du Bosc,
un lugar que hoy en día no se puede visitar, pero ¿qué menos que acercarnos a echar
un vistazo a su fachada?
Así, con una completa visita
realizada, buscamos un sitio en el que cenar para después regresar al hotel.
El día había dado mucho de sí
pero, para el siguiente, no íbamos a bajar el ritmo…
Bonita ruta! Hace muchos años estuve en Albi. Entonces no era Ciudad Patrimonio de la Humanidad, pero me pareció igualmente una ciudad encantadora.
ResponderEliminarSaluditos
Cómo nos gustó Albi. Descubrimos un casco histórico precioso y una catedral soberbia, por dentro y por fuera. Muy buenas recomendaciones.
ResponderEliminarUn abrazo,
Fue una pena que no pudieseis entrar en la catedral es realmente bonita. Yo la visité el verano pasado con un amigo que vive en Toulouse y me encantó, además tuvimos la suerte de asistir a un concierto de órgano, así que miel sobre hojuelas.
ResponderEliminarUn abrazo Helena
Fue una pena que no pudieseis entrar en la catedral es realmente bonita. Yo la visité el verano pasado con un amigo que vive en Toulouse y me encantó, además tuvimos la suerte de asistir a un concierto de órgano, así que miel sobre hojuelas.
ResponderEliminarUn abrazo Helena
Tenía ganas de ir cuando fui a Carcassone pero no me fue posible, a ver si me surge otra oportunidad porque lo que he visto en tu post me ha gustado, saludos viajeros.
ResponderEliminarMuy chula! No sé que nos pasa cuando cogemos una cámara de fotos, tenemos un peligro!
ResponderEliminarHello!
ResponderEliminar- MC, para nosotras la pena fue que llegamos tarde (pasadas las 18h) y ya estaban todas las cosas cerradas pero la Catedral y el Palacio de la "Barbie" (jajaja) nos hubiera gustado verlos por dentro
- Libreta Viajera, la verdad es que me esperaba una ciudad grande, con mucho tráfico, un estilo a Toulouse y me sorprendió mucho... las casas no muy altas, incluso en las afueras y todo muy cuidado.Me pareció muy bonita y la catedral es impresionante, que altura!!
- Notas de un viajero, la verdad es que podríamos haber pasado a verla la mañana siguiente pero preferimos comenzar pronto la ruta por los pueblecitos que queríamos ver... en fin, habrá que volver. Qué suerte que encima os coincidiera con un concierto, en ese entorno tuvo que ser muy bonito
- Que bonito es viajar, es una visita muy recomendable desde Carcassonne... pero siempre nos tenemos que dejar algo pendiente para volver, jejejeje
- Artabria, y sobre todo yo... tengo un peligro con la cámara... el día que encima aprenda a usarla ya será la repera!! jajaja
Un saludo chicos!!
Una ciudad encantadora. Os aconsejo echarle un ojo a este paseo por el centro: http://www.walkingo.com/route.php?city=193
ResponderEliminarA mí me ayudo bastante ;)