Después de recorrer St. Eulalie d’Olt y,
puesto que nos habíamos quedado sin comer, continuamos la ruta hacia los que
serían los últimos pueblos que íbamos a visitar ese día: La Couvertoirade y St.
Guillem Le Desert, con la idea de parar a mitad de camino a comer en algún
lugar. Así fue como descubrimos Sévérac-le-Château.
¿Qué ver y hacer en Sévérac-le-Château?
Por la carretera, vimos la silueta de un
pueblo coronado por un castillo en lo alto que parecía bonito y allá fuimos. Aparcamos
el coche casi en la misma puerta de entrada a la ciudad amurallada (en la plaza
Yves Testor) y justo enfrente vimos un bar de comida rápida de tipo hamburguesas
que parecía que todavía daba servicio (eran en torno a las 13:30h y eso no es
habitual en Francia), así que allá fuimos.
Después de comer, salimos con ganas de
dedicar un rato a recorrer el pueblo y ver su antiguo castillo.
Muy cerca de donde habíamos comido,
prácticamente enfrente de la puerta principal de entrada a la ciudad medieval, se
encontraba la oficina de turismo, así que tras coger un mapa, cruzamos la Porte
du Peyrou para adentrarnos en el casco histórico de la ciudad. Esta puerta, junto
con la de Latazou, son las únicas que perduran de las 4 que antaño existían. Antiguamente
estaban protegidas por un puente levadizo que cruzaba un foso y que estaba
dotado de un rastrillo, conformando las principales defensas de la ciudad.
Dentro de ellas era donde se concentraba toda
la actividad.
Comenzamos a ascender por sus calles entre algunas
viviendas medievales. Entre ellas se pueden ver antiguas tiendas o puestos
medievales de venta que contaban con escaparate y algunas casas “turriculées”, las
viviendas nobles del siglo XV que estaban dotadas con torres de escalera.
Caminando llegamos rápidamente a la “Maison des consuls” y es que, aunque hasta 1432 la ciudad estaba dirigida por un Señor, a partir de esa fecha comenzó a estarlo por los cónsules, que eran elegidos por las personas que administraban los mercados de la ciudad, y que se encargaban de asegurar el orden público.
Aunque la casa se puede visitar entre julio y
agosto (o bajo demanda contactando con la asociación "Amigos de Castillo",
tlf. (+33)(0)565477085.), nosotras sólo pudimos entrar al patio, donde había
una puerta del siglo XVI y algunas reproducciones en las salas inferiores de la
casa.
Algo más adelante encontramos el Mercado
Cubierto o “Sestayral” situado cerca de la fuente consular en la que se
comprobaba la calidad y el precio de los bienes. Aún podremos ver allí los “setiers”
o los lugares en los que se medía el grano.
Seguimos ascendiendo hasta la Place de la
Fontaine, donde se halla la Cisterna o fuente romana, que era el único punto de
abastecimiento público de agua de la ciudad. La arquitectura abovedada de la fuente
es muy curiosa.
Se cree que los orígenes de esta
fortificación en la colina Sévérac se remontan al siglo IX, pues se han hallado
restos de cimentaciones de esa época, aunque los vestigios que actualmente
restan en pie y que podemos ver datan de los siglos XIV y XV, cuando el
castillo sufrió profundas reestructuraciones: en los muros, las torres de
vigilancia o la capilla de St Juan Bautista.
Durante las guerras de religión, los señores
de Arpajon que eran barones de Sévérac, se involucraron en gran medida a favor
de la Reforma, enriqueciéndose mucho. Así, a comienzos del siglo XVII, comenzaron
la reconstrucción y rediseño del antiguo castillo feudal para convertirlo en una
residencia de estilo renacentista. La edificación adquirió entre 3 y 4 niveles,
85 metros de longitud y se empleó para muy diversos usos. Una escalera
monumental con forma de herradura, se convirtió en el eje de simetría del
Castillo. Había una torre cuadrada de siete niveles en el extremo oeste del
castillo, que fue destruida por un incendio en 1766 y una gran cisterna
subterránea que almacenaba el agua de lluvia.
Tras la muerte en el año 1679 de Luis VI de Arpajon (que fue duque y par de Francia), el castillo dejó de estar habitado y comenzó a deteriorarse lentamente, sufriendo saqueos y la sustracción de sus piedras… En 1922 se declaró monumento histórico y comenzó su restauración en la década de los años 30. Desde 1966, el castillo es de propiedad municipal y, aunque las excavaciones arqueológicas se han continuado e intentan reproducir lo más fielmente los edificios medievales, aún queda mucho trabajo por hacer.
Tras la muerte en el año 1679 de Luis VI de Arpajon (que fue duque y par de Francia), el castillo dejó de estar habitado y comenzó a deteriorarse lentamente, sufriendo saqueos y la sustracción de sus piedras… En 1922 se declaró monumento histórico y comenzó su restauración en la década de los años 30. Desde 1966, el castillo es de propiedad municipal y, aunque las excavaciones arqueológicas se han continuado e intentan reproducir lo más fielmente los edificios medievales, aún queda mucho trabajo por hacer.
Una vez lo recorrimos, emprendimos la bajada,
pasando en este momento frente a la Maison de Jeanne que, siendo del siglo XI, se
cree que es la más antigua del Rouergue (Aveyron) y frente a la iglesia de St Sauveur
para después salir del casco, esta vez por la Porte du Latazou y así
continuar con nuestra ruta en coche.
El Viaducto de Millau
La siguiente parada, como buena ingeniera de
caminos que soy, fue en el Viaducto de Millau, uno de los puentes atirantados más altos del mundo.
Un área de servicio da acceso a un mirador
desde el que contemplar esta impresionante obra de ingeniería.
El viaducto es el fruto de 10 años de estudios
de dos brillantes mentes: la del arquitecto británico Norman Foster y la del
ingeniero francés Michel Virlogeux, que aunaron esfuerzos para buscar una
solución con la que liberar la continua congestión de tráfico que presentaba la
ruta que cruzaba el valle del Tarn a la altura de Millau.
Así, su construcción comenzó oficialmente el
10 de octubre del 2001 y, tras 36 meses de obras en los que estuvieron
implicadas unas 3.000 personas, fue inaugurado el 14 de diciembre de 2004 por
el presidente Jaques Chirac (para dos días después abrir al público).
La ejecución de la obra fue adjudicada al
grupo Eiffage (el mismo que construyó la Torre Eiffel), que también se encarga actualmente
de su explotación (durante los 75 años posteriores a su puesta en servicio) y
que tuvo que realizar una inversión de cerca de 400 millones de euros.
La estructura se eleva hasta 343 metros sobre
el río Tarn a lo largo de una longitud de 2.460 m, dividida en 8 tramos de
tablero de acero, de 32 metros de ancho, que proporcionan 4 carriles de
tránsito (2 por sentido) y que se apoyan sobre 7 pilas de hormigón, con alturas
que varían entre los 77 m y 246 metros de altura.
La autopista tiene una pendiente del 3% y se
curva ligeramente con un radio de 20 km. Además está dotado de barreras de
seguridad resistentes a los choques de camiones y de pantallas corta-viento de
3 m de altura.
Su construcción ha jugado un papel económico
clave para el desarrollo del departamento de Aveyron, al proporcionar una
alternativa a la autopista del valle del Ródano, que antaño estaba saturada de
tráfico. Además, gracias a él, atravesar el valle del Tarn ahora es ahora cosa
de minutos frente a las tres horas que se tardaba en el pasado.
Hace relativamente poco, el 5 de Enero de
2012, fue desbancado del título de “puente más elevado del mundo” por el puente
Baluarte-Bicentenario de la carretera Mazatlan-Durango en Mexico que con sus
402 metros de altura (de la calzada al río) lo convierten en el puente
atirantado para vehículos más alto del mundo.
Desde allí, continuamos el viaje en dirección
a las dos poblaciones que teníamos anotadas en el mapa de ruta y que pondrían
punto final a la jornada…
Qué bonito el pueblo con las casas turriculées, me ha encantado
ResponderEliminarEl pueblo es muy chulo, no lo conocía, pero sobre todo me llama la atención el Viaducto de Millau, soy forofa de los puentes y este me encanta. Un saludito ;)
ResponderEliminarQué pueblo más chulo! Y totalmente comprensible tu interés por semejante viaducto, yo no soy ingeniera y ya tengo curiosidad... ;-)
ResponderEliminar¡Hola chicas!
ResponderEliminar- Libreta Viajera, el pueblecito fue toda una sorpresa... aunque lo más llamativo era el castillo. A ver si continúan haciendo restauraciones lo ponen un poco más en solfa, jejeje
- Calíope la verdad es que el viaducto es impresionante. Había cola en el área de servicio para poder acercarse al mirador, jejejeje
- Verónica, es para verlo, ¿eh? No lo puedo evitar, me encanta ver este tipo de estructuras (aunque luego cruzarlo me de respeto, jajajaja)
Un saludo y muchas gracias por vuestros comentarios :hello: