Museo Skansen y Vasa en Estocolmo


Segundo día en Estocolmo, además, último día del año... Esta jornada nuestro objetivo era Djurgården, una isla repleta de museos y cubierta casi por completo por un parque natural. 

Djurgården, Estocolmo, Suecia

Como el día anterior, sonó el despertador a las 8.30h de la mañana y, aunque nos íbamos a tomar las cosas con calma, en el punto de mira estaban el Museo Skansen y el Vasa. 

Bajamos a desayunar al patio interior del Hotel Scandic Klara y con fuerzas renovadas salimos a las calles de Estocolmo, dispuestas a dirigirnos hasta la isla. 

La idea que llevábamos para trasladarnos hasta Djurgården era tomar el autobús de Hip on-hip off puesto que tenía un par de paradas en la isla. Así pues, nos encaminamos a la plaza Hotorget, donde vimos que había parada del autobús y tras esperarle un ratillo (en el que aprovechamos para hacer la compra de un trípode en una tienda cercana, ilusa de mí pensando que iba a poder fotografiar auroras en Finlandia) nos montamos a bordo y nos colocamos los cascos para ir escuchando las explicaciones de los sitios por los que pasábamos. 

El autobús nos dejó frente a la entrada al museo de Skansen.

Visitando el Museo Skansen

Skansen es el museo al aire libre más antiguo del mundo. Fue creado en 1891 por Arthur Hazelius, como parte del Nordiska Museet (del que formó parte hasta el año 1967) para preservar los elementos de la cultura tradicional y rural sueca que comenzaban a perderse tras la revolución industrial. 

Durante años su creador viajó por el país para documentarse y poder reunir las edificaciones típicas que conforman hoy el museo. Una colección de más de 150 construcciones típicas de diferentes zonas del país, que nos permiten conocer la historia rural de Suecia. 

De esta forma fuimos viendo viviendas y recreaciones de talleres u oficios (como el cristalero, el herrero, la escuela, la farmacia, etc.) a las que se puede entrar, ya que en su interior encontraremos a gente ataviada con trajes de época dispuesta a darnos algunas nociones de su día a día. 

Museo Skansen, Estocolmo, Suecia

Museo Skansen, Estocolmo, Suecia

Los festivos se celebran de forma especial en Skansen, reviviendo las actividades que tendrían lugar de forma tradicional. Por ejemplo, en diciembre suelen montar un gran mercado navideño (que ya habían desmontado para cuando nosotras fuimos y no llegamos a ver), por contra, durante nuestra visita, todas las casas estaban preparadas para celebrar la Nochevieja. Pero en verano también hay celebraciones del solsticio y en otoño los eventos giran en torno a la cosecha. 

Museo Skansen, Estocolmo, Suecia

Casi en el centro del parque encontramos la Bredablick, una torre de observación de ladrillo rojo, construida en el siglo XIX, antes de la creación de Skansen, junto a la que se encuentra un restaurante (al que nosotras entramos para hacernos con un vino caliente que nos permitió aclimatarnos por unas horas) y una pequeña granja en la que los niños corrían, jugaban y descubrían el mundo animal con conejos, gallinas y otros pequeños roedores. 

La torre se encuentra al lado del lugar más curioso y frecuentado de Skansen, el zoológico, donde se agrupan animales típicos de la fauna escandinava: renos, alces, bisontes, lobos, e incluso osos pardos (aunque nosotras no pudimos verlos ya que en esa época estaban hibernando). 

Renos en el Museo Skansen, Estocolmo, Suecia

Alces en el Museo Skansen, Estocolmo, Suecia

Cuenta también con piscinas en las que podremos ver focas y una zona con aves, como los búhos. También hay razas autóctonas de animales domésticos como la gallina moteada o los cerdos de Linderöd. 

Búhos Museo Skansen, Estocolmo, SueciaAves Museo Skansen, Estocolmo, Suecia

En uno de los extremos del zoo se encuentra el edificio más antiguo de Skansen, Vasveitloftet, una pequeña casa de madera construida en el siglo XIV del sur de Noruega. 

Dejamos atrás el zoológico, y pasamos frente a la granja Oktorpsgården de finales del siglo XIX y por la iglesia Seglora Kyrka, de madera del siglo XVIII que está decorada con bonitas pinturas. 

A lo tonto habíamos echado prácticamente la mañana allí y si nos dábamos prisa nos iban a cerrar el Museo Vasa, por lo que nos apresuramos para abandonar Skansen. Dejamos atrás la Väla Skola, una escuela de principios del siglo XIX y el Hällestadsstapeln, un campanario de madera de una iglesia sueca del siglo XVIII y nos encaminamos hacia la salida. 

Museo Skansen, Estocolmo, Suecia

Skansen es el museo al aire libre más antiguo del mundo. Me recordó mucho al museo del pueblo de Bucarest por el que pasamos en nuestra ruta por Rumanía o cambiando la temática a los motivos florales a Keukenkof en Holanda… ya que es un lugar en el que se te puedes tirar perfectamente todo el día. Conviene hacerse con un mapa al entrar, ya que la superficie que ocupa el museo no es pequeña, más de 30.000 m². 


El tiempo se nos había ido de las manos (eran ya pasadas las 13:00h) y, dado que era el último día del año, debíamos poner rumbo al Museo Vasa que cerraría temprano (a la 15:00h). Así pues, dimos por finalizada nuestra visita a Skansen y comenzamos a caminar en dirección al Vasa. 

Hicimos una breve parada en el Museo Abba (sin entrar a verlo), uno de los más visitados de Estocolmo (de los pocos que no están incluidos en la Stockholm Card) para inmortalizar el momento en el que yo me uní al grupo… 

Museo Abba, Estocolmo, Suecia

Dejamos atrás el parque de atracciones Gröna Lund, el Museo Aquaria y el Museo Vikingo (aunque éste último lo visitaríamos el día siguiente). Al otro lado de la calle divisábamos el Biologiska Museet o museo de biología, localizado en un curioso edificio inspirado en una iglesia de madera noruega. 

Nuestra visita al museo Vasa

Y en un plis llegamos al Vasamuseet (entrada incluida con la Stockholm Card, si no 130 coronas por persona), un museo construido expresamente para acoger el Vasa, el único barco del siglo XVII que se conserva con más del 98% de su estructura original. Un museo impresionante. Y es que entrar al museo y encontrarte de frente con semejante buque de guerra provoca, cuanto menos, admiración. 

Museo Vasa, Estocolmo, Suecia

Tuvimos la suerte de poder juntarnos a la última visita guiada del año en inglés (incluida con la entrada). Avisaron por megafonía y sin dudarlo un momento allá que fuimos para enterarnos bien de todos los detalles y la historia de este navío. 

Museo Vasa, Estocolmo, Suecia
En el año 1628 el buque de guerra Vasa zarpaba del puerto de Estocolmo. Poco después, tras haber navegado escasos 1300 metros, el navío se hundía en la bahía Saltsjön con 200 marineros y tripulantes (incluidas mujeres y niños) a bordo. ¿Qué había pasado? 

El Vasa se construyó con la idea de crear el mayor y mejor buque de guerra jamás construido, para liderar a la armada sueca en las guerras en las que andaba sumergida por territorios escandinavos. 

Por este motivo, el método constructivo no siguió los estándares tradicionales y, dado que el Rey había pedido que tuviera cuántos más cañones a bordo, se diseñó un barco muy alto (de 3 pisos) y estrecho que contara con numerosas escotillas para cañones. Esto, ni más ni menos, fue lo que le llevó al hundimiento, ya que estos factores lo colocaron en una situación de enorme inestabilidad. Con apenas dos ráfagas de viento, el barco escoró y el agua comenzó a entrar por sus escotillas, llevándole al hundimiento. 

Y aunque se sabía del hundimiento, no fue hasta 333 años más tarde, que el Vasa fue reflotado. 

En 1950, el arqueólogo Anders Franzén comenzó a buscar los restos del navío. Seis años tuvo que esperar hasta dar con unos trozos de madera oscura que parecían corresponder con su búsqueda. Y así era… Finalmente el barco fue alzado y trasladado a tierra firme en 1961. El museo en el que nos encontrábamos fue construido para darle cabida. 

Museo Vasa, Estocolmo, Suecia

El museo tiene cuatro plantas, desde las cuales encontraremos diversos miradores para poder ver en toda su extensión el buque. También hay vitrinas que muestran objetos recuperados del barco y explican el contexto histórico. 

Estuvimos el máximo tiempo que pudimos, hasta que nos anunciaron que el museo cerraba. Cuando la gente comenzaba a irse incluso pudimos hacernos fotos completamente solas frente a él. Nos encantó. Es, sin duda, uno de los imprescindibles en cualquier visita a Estocolmo. 

Paseo y fin de año en Estocolmo

Al salir del Museo Vasa, decidimos abandonar la isla y buscar un sitio para comer. Por lo que, nos encaminamos por Djurgårdsbron, un puente construido a finales del siglo XIX que está ricamente adornado con verjas de hierro forjado y esculturas. 

Estocolmo, Suecia

Restaurante de sushi en Estocolmo, SueciaEra ya bien entrada la tarde, por los alrededores no veíamos ni un solo restaurante y aún no habíamos comido. Así que tiramos de Google maps para localizar otro de esos restaurantes de sushi que había cerca de allí (Styrmans Sushi, se llamaba). La verdad es que este tipo de cadenas de sushi nos encantaron. Te cocinaban tu plato de sushi en el momento y mientras esperabas, podías servirte un plato de sopa, gratuito, para tomar como entrante. El agua también la podías coger gratuita. 

Al acabar de comer decidimos irnos un rato al hotel a descansar. La idea era salir a cenar un poco mas tarde y dependiendo del ambiente tomarnos alguna copa en algún sitio para celebrar la entrada de año, por lo que queríamos echarnos una pequeña siesta para no estar muy cansadas. 

Aunque el camino de vuelta al hotel lo hicimos como siempre: a pie… y nos tomó algo más de tiempo de lo esperado. Pasamos frente al Kungliga Dramatiska Teatern (el Real Teatro Dramático) construido a principios del siglo XX y continuamos caminando hasta Kungsträdgården, un enorme parque con un estanque circular que se hiela en invierno y se usa como pista de patinaje. 

Estocolmo, Suecia

Frente al parque se encontraba el centro comercial Nordiska Kompaniet, que acoge los grandes almacenes más importantes de Estocolmo. Esta zona, parecía muy comercial, con muchas tiendas de ropa y restaurantes de comida rápida. 

Desde allí seguimos la ruta hasta SergelTors (la plaza por la que cada día pasábamos) y al poco ya estábamos en el hotel. Poco tiempo nos dio a descansar, porque cambiamos los planes y decidimos bajarnos a la sauna un rato y así por lo menos probarla. 

Apenas subimos, volvimos a prepararnos para salir a cenar y ver los fuegos artificiales de fin de año. Nos costó un poco encontrar un sitio en el que cenar… sólo a nosotras se nos ocurre salir el día de nochevieja sin una reserva, en una ciudad como Estocolmo, pero al final encontramos un hueco en The Meat, un restaurante de carne de tipo americano situado en la calle Vasagatan, donde comimos bastante bien. 

Al terminar de cenar, era casi ya la hora de los fuegos, así que pusimos rumbo rápidamente hacia el lugar al que todo el mundo se dirigía… Este año los fuegos iba a ser lanzados desde la isla Sttepsholmen (al parecer esto varía de año en año) y aunque había varios puntos desde los que se recomendaba verlos, principalmente desde los puntos altos de la ciudad, es decir, desde los miradores en los que habíamos estado el día anterior, no teníamos tiempo materia como para llegar… así que terminamos viéndolos justo detrás del Palacio Real… 

Fin de año en Estocolmo, Suecia

Era mi primer año nuevo sin uvas, pero vamos, es que ni campanadas… Nos enteramos de que habíamos cambiado de año porque empezaron los fuegos… No sé, el fin de año sueco me pareció un poco light. 

Fin de año en Estocolmo, Suecia

Y pese a que sí que había ambientillo en los bares y hoteles cercanos al nuestro, no nos vimos muy animadas y decidimos regresar al hotel. 

De nuevo habíamos aprovechado bastante la jornada. El día siguiente seguiríamos descubriendo Estocolmo. 
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Helena - Mimaletayyo

Ingeniero de caminos de profesión, la pasión por viajar y su curiosidad por conocer mundo ha hecho que dedique parte de su tiempo a ello. Entusiasta por conocer vestigios de antiguas culturas y civilizaciones, pero también naturaleza y modo de vida actual.

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