Mi viaje en ruinas: Grecia. Cuarta Etapa (19/10/2010)

Juegos Olímpicos

¿Qué ver en Olimpia?

Amanecíamos en Ancient Olimpia, el lugar donde nació la competición deportiva más famosa de la Antigüedad que ha sido capaz de llegar hasta nuestros días.

Visita de Ancient Olimpia

Las opiniones que había leído del recinto arqueológico de Olimpia eran muy variopintas: había gente que volvía encantada, mientras que otras personas decían que no merecía la pena hacer tantos kilómetros para ver sólo ruinas y, no lo vamos a negar, sí que es cierto que la mayor parte del recinto se encuentra en un pésimo estado de conservación, pero demasiado bien se conservan para lo agitado de su historia. Los registros indican que a partir del año 776 a.C. comenzaron a celebrarse allí una serie de competiciones atléticas entre representantes de las diversas ciudades-estado de la Antigua Grecia, alcanzando tal importancia que en caso de existir alguna guerra se promulgaba una tregua o paz olímpica, para permitir a los atletas viajar en condiciones de seguridad hasta allí. Sin embargo, en el año 393 el emperador bizantino Teodosio decretó la supresión de los juegos, por su carácter pagano (pues hasta esa fecha tenían carácter religioso) y mandó destruir todos los templos. Las invasiones bárbaras y los terremotos se encargaron de derrumbar lo poco que quedaba en pie. Finalmente los depósitos aluviales de los ríos Alfiós y Kladeos enterraron el lugar, hasta que en el siglo XIX arqueólogos franceses y, sobre todo, alemanes sacaron los restos a la luz. Pese a todo ello, lo cierto es que a mí este lugar me encantó.

Conviene llegar al recinto arqueológico temprano, ya que no se permite entrar con mochilas y hay que dejarlas fuera. Nosotras tuvimos suerte y las dejamos en unas taquillas que hay tras el kiosko de venta de entradas, pero cuando salíamos vimos mochilas y mochilas amontonadas en la verja de entrada, y digo yo ¿cómo controlan que no te las roben?

Plano de OlimpiaAl entrar al recinto decidimos bajar hacia la derecha para visitar en primer lugar el gimnasio (del siglo II a.C.), lugar en el que, sus 220 m de longitud, permitía entrenarse en pruebas de velocidad y lanzamiento de disco o jabalina.

Junto al gimnasio estaba la Palestra (siglo III a.C.), un edificio, más pequeño que el anterior, donde se entrenaban atletas para lucha, boxeo y salto de longitud. Constaba de un patio interior cerrado por columnas jónicas alrededor de las cuales existían habitaciones dedicadas a diferentes funciones: vestuarios, baños, etc.

Olimpia (Palestra)
Olimpia (Taller de Fidias)Continuando la ruta, a mano derecha dejábamos unos baños y termas romanas mientras que a mano izquierda destacaba la casa de los Thekoli, los tres sumos sacerdotes del santuario. Tras ella se encontraba el Heroon, un altar para el culto a algún héroe y el taller de Fidias, donde el famoso escultor debió realizar la famosa escultura de Zeus sobre un trono en oro y marfil. Allí se han encontrado diversos utensilios del escultor.

Tras atravesar esta zona llegamos al Leonidio, un edificio (del 330 a.C.) en el que se alojaban las grandes personalidades que acudían al recinto. Su nombre proviene del arquitecto al cual se atribuye el edificio y se componía de un patio interior rodeado de 44 columnas de estilo dórico alrededor de las que existían diversas habitaciones. Una segunda hilera de columnas, esta vez 138 columnas jónicas, cerraban su fachada.

A mano izquierda en su día hubo un pórtico (siglo IV a.C.), que recibía las procesiones que llegaban al santuario así como a los personajes ilustres que allí acudían.

Continuando por el camino dejamos el templo de Zeus a mano izquierda para acercarnos un momento al Bouluterion (siglo VI-IV a.C.), donde se reunía el Congreso Olímpico. Allí los atletas juraban respetar las reglas olímpicas bajo la atenta mirada de una estatua de Zeus.

Tras esta pequeña incursión, bordeamos el templo de Zeus (470-456 a.C.), el más importante del recinto y el más grande de todo el Peloponeso, aunque tan sólo se conserva el basamento y restos de columnas, eso sí, de enormes dimensiones. En su interior se encontraba la estatua de Zeus sentado en su trono realizada por Fidias en marfil y oro (y mencionada antes). Era considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo y medía 12 m de altura. Según se cree fue trasladada a Constantinopla en el siglo V y destruida en un incendio.

Olimpia (Templo de Zeus)Mientras bordeábamos el templo de Zeus, se podía observar a mano derecha la Casa de Nerón y el Pórtico de Eco, que separaba el recinto sagrado del estadio.

Continuamos la visita acercándonos al Pelopio, un monumento en forma de pentágono dedicado al héroe Pélope. Se trata de uno de los restos más antiguos del recinto, pues data de la época micénica.

Olimpia (Filipion)
El siguiente edificio con el que nos topamos fue el Filipion, un monumento circular construido en el siglo IV a.C. por Filipo de Macedonia para conmemorar una victoria. Tenía 18 columnas jónicas y en su interior había diversas estatuas de la familia real macedonia.

Pasamos después por el Templo de Hera, uno de los mejor conservados del recinto, donde puede verse alguna de las 30 columnas dóricas que poseía. En su interior se guardaban objetos de gran valor y había dos estatuas que destacaban: una de Hera, cuya cabeza se conserva en el museo y otra de Zeus. Además, allí se encontró otra de las estatuas más célebres de la antigüedad: el Hermes de Praxíteles, que después pudimos ver en el museo.

Al otro lado del Heraion está el Altar de Hera, donde cada cuatro años se enciende la llama olímpica para ser después trasladada a la ciudad designada para la organización de los Juegos.

Olimpia (Altar de Hera)

A mano izquierda quedaba el Ninfeo de Herodes Ático, monumento semicircular construido en el año 160 para dar fin a un acueducto que solucionó el problema de abastecimiento de agua que solía producirse durante la celebración de los juegos. El edificio debió ser grandioso, decorado con estatuas del romano y su familia.

A continuación se encuentran los distintos tesoros, o templos que las ciudades construían para dejar allí sus ofrendas a Zeus. De los 12 que había, algunos eran de ciudades como Selinunte, Siracusa, Mégara, etc. Delante de los tesoros pueden verse los pedestales de alguna de las estatuas de bronce de Zeus que se realizaban con las multas o zanes (plural de la palabra Zeus) que pagaban los atletas que olvidaban el juramento y no respetaban las reglas de la competición.

Olimpia (estadio)Finalmente llegamos al Estadio. El que se conserva actualmente data del siglo V a.C., aunque anteriormente existieron otros dos en emplazamientos cercanos. La pista, que tiene una longitud de 212,5 m, conserva las líneas de salida y llegada. El estadio tenía capacidad para 45.000 personas, que se sentaban en el suelo, ya que sólo había unas pocas gradas de piedra para los jueces.


Olimpia (estadio)
Justo antes de salir, pudimos ver a mano derecha el Pritanio, que era el edificio donde se reunían los magistrados o administradores del santuario para realizar celebraciones en honor a los vencedores de los juegos y personajes ilustres. En el interior se mantenía encendida la llama sagrada.

Visita del Museo de Olimpia

Tras ver el recinto arqueológico nos encaminamos al museo. El museo es impresionante. Destacan los mármoles que se han rescatado de los dos frontones del templo de Zeus, de más de 26 m de longitud. En uno de ellos se representa la carrera de Penélope y Enomao, mientras que en el otro aparece la lucha de los Lapitas y los Centauros. También merece la pena mencionar las doce metopas que representan los doce trabajos de Hércules, aunque algunos son copias ya que los originales se encuentran en el Louvre.

Museo de OlimpiaMuseo de OlimpiaLa escultura también tiene su importancia en este museo y aparte del Hermes con el niño Dionisio en brazos, destaca la Niké de Peonio (420 a.C.).

Museo de Olimpia

En ruta hacia Delfos

Había finalizado nuestra visita a Olimpia, así que cogimos el coche para salir en dirección Pyrgos hacia Patrás, nuestra próxima parada, donde el mayor puente atirantado de mundo (con nada menos que 2.252 m) nos esperaba. Por fin dábamos con una carretera medianamente buena y yo ya me estaba haciendo griega para conducir, así que pese a la lluvia (que iba y venía), en una horita estábamos haciendo fotos del puente desde diversas perspectivas.

Este puente (llamado oficialmente Charilaos Trikoupis) une las ciudades de Rio y Antirio, conectando la parte norte de la península de Peloponeso con el resto de Grecia continental. Se trata de una maravilla de la ingeniería moderna por las adversas condiciones a las que está sometido: el agua tiene hasta 65 metros de profundidad con un fondo marino inestable, además se trata de una zona de alta actividad sísmica y los dos extremos del puente se cimientan sobre distintas placas tectónicas.

Puente de PatrasTras atravesarlo y pagar un peaje de 12 señores euros, nos dirigimos a Lepanto o Nafpaktos (Ναύπακτος), como se la conoce allí. Subimos a su castillo, construido sobre la antigua acrópolis desde donde contemplamos unas bonitas vistas de la ciudad y su puerto.

Castillo de Lepanto
LepantoAunque hoy en día nada hace presagiar su pasado bélico, en Lepanto han ocurrido importantes batallas: en el 429 a.C. espartanos y atenienses libraron una de las múltiples batallas en las que se enfrascaron por la supremacía del continente; aunque probablemente sea más conocida la que se libró en 1571 entre turcos y la Liga Santa poniendo fin a la hegemonía otomana en el Mediterráneo y en la que Miguel de Cervantes sufrió las heridas en el brazo que le valieron el sobrenombre de “El Manco de Lepanto”.

Después de comer allí, continuamos hacia Galaxidi (Γαλαξίδι) a través de una bonita carretera costera. En este bonito pueblo de pescadores, que en el pasado fue un activo puerto comercial, paramos a tomar uno de los peores cafés que he tenido el gusto de probar…

Galaxidi

Galaxidi

Tras este alto en el camino fuimos a Kira a ver el antiguo puerto de Delfos, que sinceramente os podéis ahorrar visitar.

Castillo de AmfisaAtravesamos Itea pasando por el conocido como Mar de los Olivos, para llegar a Amfisa, localidad que aunque en el pasado fue la más importante de la zona poco conserva de su antiguo esplendor. Subimos al castillo franco-catalán (del siglo XIII) para observar el Mar de Olivos desde lo alto y pusimos rumbo a Delfos.

Pensábamos que se iba a tratar de una ciudad algo más animada, dado su alto carácter turístico, sin embargo, allí había poca cosa que hacer. Nos sentamos en una terracita con mirador al valle que existe en la calle principal y allí estuvimos tomando unas cervezas y escribiendo postales hasta que se nos hizo de noche. Tras cenar en una taberna cercana (y tomar nuestra primera musaka), nos fuimos a dormir. El día siguiente podríamos hacer alguna consulta al Oráculo de Delfos, jejeje.

Mar de olivos en Delfos

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Helena - Mimaletayyo

Ingeniero de caminos de profesión, la pasión por viajar y su curiosidad por conocer mundo ha hecho que dedique parte de su tiempo a ello. Entusiasta por conocer vestigios de antiguas culturas y civilizaciones, pero también naturaleza y modo de vida actual.

4 comentarios:

  1. Así que Delfos no merece la pena visitar?? Queda muy a desmano de alguna otra ciudad que visitastéis? O queda lejos y mejor entonces pasar?
    Saludos

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  2. No, el recinto arqueológico de Delfos es muy bonito, lo que no me gustó fue el pueblo actual de Delfos. Pensaba que habría más ambientillo...
    Para mí, Delfos es una visita obligada. En la próxima entrada intentaré describir la zona de ruinas.
    Un saludo

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  3. Menuda visita guiada nos hemos marcado por Olimpia con tus explicaciones! Pues yo es posible que también hubiera ido. Al fin y al cabo muchos monumentos que vemos son ruinas, pero ese lugar tiene un sentido simbólico que merece visitar.

    Hablando de otra cosa... tienes pensado volver a intentar ir a Liverpool??

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  4. ¡Hola Víctor! La verdad es que sí, es algo como no ir a Esparta, que encima tiene mucho menos (por no decir nada), pero parece que el viaje se queda cojo si no pasas por esos lugares emblemáticos.
    A Liverpool iremos. Estamos intentando cuadrar un finde de enero que podamos juntarnos todos de nuevo, aunque estemos un día menos por allí. Creo que me voy a sentir imbécil volviendo a pagar el mismo hotel, las mismas visitas... pero bueno.
    Un saludo

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