Un mes después de haber regresado de mi primer blogtrip por la infinita Cantabria, estaba ya embarcada de pleno en el segundo… Esta vez me iba a la región de Midi Pyrénées de la mano de Atout France o, lo que es lo mismo, la oficina de turismo de Francia en España.
El 8 de junio de 2011, un miércoles, comenzaba la aventura. Poco a poco fuimos acudiendo todos los participantes del evento a Barajas. Meritxell, de Soy Viajera, fue la primera en llegar, y con la que me encontré en el aeropuerto. Al rato llegaba Laetitia, una de las personas gracias a la cual me veía envuelta en este nuevo viaje, de Atout France y a la que (junto con Liliane) agradezco enormemente la invitación. Mientras hacíamos cola para facturar las maletas, hacía su aparición Rubén, de Voy a Internet, móvil en mano, anuncio de lo que vendría siendo habitual los próximos días: una total dependencia de los viajeros implicados en el blogtrip a internet y las redes sociales… Por su parte, el viajero impresionista, nos esperaba ya dentro del aeropuerto.
Todos juntos partíamos hacia Toulouse, la ciudad rosa, en un puntual vuelo de Easy Jet (después de la mala experiencia que tuve con ellos en la escapada a Londres, me sorprendieron muy gratamente).
A la llegada nos esperaba Cecile, del Comité Regional de Turismo de Midi-Pyrénées, para llevarnos a nuestros respectivos hoteles. No fue posible tenernos a todos juntos en un único hotel y nos dividieron en dos grupos. Mientras que Meritxel, el viajero impresionista y Laetitia se hospedaron en el Hotel St Sernin, Rubén y yo, nos alojamos en la Casa de huéspedes “Les Loges de St Sernin” y ya de antemano os digo que se trata de un maravilloso lugar en el que alojarse. Ambos hoteles estaban a escasos 100 metros de distancia y en una inmejorable situación.
Pero no pastel del que se come, sino pastel de color, la tonalidad... Según nos comentaron durante la visita, gran parte del vestigio histórico de la ciudad es debido al auge que supuso durante el Renacimiento, la creación y comercialización de un tinte azulado para la ropa, a partir de una planta denominada pastel (término francés, que tendría su traducción española como “glasto”).
El clima de esta zona era especialmente propicio para la plantación del pastel y, ante el éxito que esta coloración comenzó a adquirir, los mercaderes de la época impulsaron su comercio. Para facilitar su transporte las hojas de esta planta se trituraban y amasaban, formando unas bolitas denominadas “cocagnes”, de las que se obtenía posteriormente el colorante. Se creo toda una “ruta del pastel” por Europa con sede en Toulouse. Era un producto costoso, pero también muy demandado, lo que supuso el enriquecimiento de sus comerciantes; comerciantes que ostentaban construyendo palacios que, a su vez, embellecieron la ciudad.
El pastel fue la única fuente de tinte azul disponible en Europa hasta finales del siglo XVI, momento en que la llegada del índigo o añil de América, mucho más barato que el pastel, hizo que éste cayera en desuso.
Durante el paseo a pie tuvimos ocasión de ver algunos de esos palacetes, huellas duraderas de esa época de esplendor, construidos en ladrillo, con sus esbeltas torres capitulares (torres que se erigían mostrar al resto de la población que el dueño era un “capitoul”, un alto cargo de la ciudad).
Pero comenzamos nuestro paseo bordeando la iglesia románica de Sant Sernin, que teníamos al lado del hotel y que visitaríamos el día siguiente. En esta iglesia se encuentran los restos de San Saturnino, mártir cristiano que murió en el año 250. La leyenda dice que su cuerpo fue arrastrado por un toro por las calles de Toulouse hasta la muerte. En su honor se construyó esta basílica, que es lugar de encuentro de peregrinos en su camino hacia Santiago.
Pero no sólo San Saturnino tiene cabida en Toulouse, sino que también hay lugar para el toro que lo martirizó, contando con la “Rue du Taur” y la iglesia “Notre-Dame du Taur”, hacia donde nosotros nos dirigimos. Es muy curioso ver cómo sobresale la fachada respecto al resto de la iglesia.
En las cercanías de la iglesia, observamos que una calle contaba con, ni más ni menos, que tres carteles. Nos comentaba Meritxell que uno de ellos era original, y es que aún se conservan algunos en las calles de Toulouse. Se pintaban de amarillo o de blanco para diferenciar si las calles eran paralelas o perpendiculares al río. Los dos más actuales que se veían, estaban escritos en francés y en occitano. El occitano, es una lengua proveniente del latín, que antiguamente se hablaba en el tercio sur francés y que, aunque había quedado en desuso, aún sobrevive por la zona. De un tiempo a esta parte las autoridades y diversas asociaciones están intentando promocionarla para evitar que caiga en el olvido.
Un poquito más adelante se abría ante nosotros la plaza del Capitolio, es decir, la plaza del Ayuntamiento. Toma su nombre de la antigua asamblea de “Capitouls” encargada de la administración de la ciudad. Un mercadillo de ropa hacia que la gente se agolpara en su interior, mientras otros tomaban café en alguna de las terrazas que existen en sus márgenes.
En una esquina de la plaza se alzaba el hotel Grand Balcon, testigo mudo de una época pasada en la que los osados pilotos de la compañía Aeropostale se alojaban en sus habitaciones. En los años 20, cuando la aviación era considerada todavía una práctica de riesgo, esta compañía comunicó, a nivel postal, Francia con África y Sudamérica. Uno de esos pilotos, considerados prácticamente héroes, era Antoine de Saint-Exupéry, el autor de “El Principito”. Aunque poco queda ya de esa antigua pensión, pues fue restaurada y remodelada, todo en el interior del hotel evoca a la aviación. La habitación número 32, su habitación, fue declarada como lugar de memoria y se ha mantenido tal y como se encontraba en esta época. Un lugar indicado para mitómanos.
En los soportales existentes en la plaza del capitolio unas bonitas pinturas ilustran la historia de la ciudad y tienen cabida allí desde Carlos Gardel (que recordemos, nació en Toulouse) hasta la moderna ciudad del espacio o el espectacular Airbus, cuyo ensamblaje se realiza en Toulouse.
Ahora sí, comenzábamos la ruta de los palacetes de la época del pastel. El primero que vimos fue el Hôtel de Bernuy, que era propiedad de Jean de Bernuy, un judío español que se enriqueció en la época renacentista. En los dos patios interiores se mezclan elegantemente los estilos gótico y renacentista. Hoy en día acoge el Instituto Pierre de Fermat.
En nuestra siguiente parada vimos la hermosa Torre gótica de Pierre-Séguy construida para el rico Jean Bolé, de ahí que se le llame Hôtel de Bolé.
El 8 de junio de 2011, un miércoles, comenzaba la aventura. Poco a poco fuimos acudiendo todos los participantes del evento a Barajas. Meritxell, de Soy Viajera, fue la primera en llegar, y con la que me encontré en el aeropuerto. Al rato llegaba Laetitia, una de las personas gracias a la cual me veía envuelta en este nuevo viaje, de Atout France y a la que (junto con Liliane) agradezco enormemente la invitación. Mientras hacíamos cola para facturar las maletas, hacía su aparición Rubén, de Voy a Internet, móvil en mano, anuncio de lo que vendría siendo habitual los próximos días: una total dependencia de los viajeros implicados en el blogtrip a internet y las redes sociales… Por su parte, el viajero impresionista, nos esperaba ya dentro del aeropuerto.
Todos juntos partíamos hacia Toulouse, la ciudad rosa, en un puntual vuelo de Easy Jet (después de la mala experiencia que tuve con ellos en la escapada a Londres, me sorprendieron muy gratamente).
A la llegada nos esperaba Cecile, del Comité Regional de Turismo de Midi-Pyrénées, para llevarnos a nuestros respectivos hoteles. No fue posible tenernos a todos juntos en un único hotel y nos dividieron en dos grupos. Mientras que Meritxel, el viajero impresionista y Laetitia se hospedaron en el Hotel St Sernin, Rubén y yo, nos alojamos en la Casa de huéspedes “Les Loges de St Sernin” y ya de antemano os digo que se trata de un maravilloso lugar en el que alojarse. Ambos hoteles estaban a escasos 100 metros de distancia y en una inmejorable situación.
¿Qué ver en Toulouse? Ruta a pie por la ciudad
Apenas, nos dio tiempo a dejar las maletas y asearnos un poco, porque a las 16:00 h, habíamos quedado con Mélissa y con Meritxell, ambas de la Oficina de Turismo de Toulouse, para realizar una visita a pie de su casco histórico: “Toulouse durante el Renacimiento y su oro azul: el pastel”.Pero no pastel del que se come, sino pastel de color, la tonalidad... Según nos comentaron durante la visita, gran parte del vestigio histórico de la ciudad es debido al auge que supuso durante el Renacimiento, la creación y comercialización de un tinte azulado para la ropa, a partir de una planta denominada pastel (término francés, que tendría su traducción española como “glasto”).
El clima de esta zona era especialmente propicio para la plantación del pastel y, ante el éxito que esta coloración comenzó a adquirir, los mercaderes de la época impulsaron su comercio. Para facilitar su transporte las hojas de esta planta se trituraban y amasaban, formando unas bolitas denominadas “cocagnes”, de las que se obtenía posteriormente el colorante. Se creo toda una “ruta del pastel” por Europa con sede en Toulouse. Era un producto costoso, pero también muy demandado, lo que supuso el enriquecimiento de sus comerciantes; comerciantes que ostentaban construyendo palacios que, a su vez, embellecieron la ciudad.
El pastel fue la única fuente de tinte azul disponible en Europa hasta finales del siglo XVI, momento en que la llegada del índigo o añil de América, mucho más barato que el pastel, hizo que éste cayera en desuso.
Durante el paseo a pie tuvimos ocasión de ver algunos de esos palacetes, huellas duraderas de esa época de esplendor, construidos en ladrillo, con sus esbeltas torres capitulares (torres que se erigían mostrar al resto de la población que el dueño era un “capitoul”, un alto cargo de la ciudad).
Pero comenzamos nuestro paseo bordeando la iglesia románica de Sant Sernin, que teníamos al lado del hotel y que visitaríamos el día siguiente. En esta iglesia se encuentran los restos de San Saturnino, mártir cristiano que murió en el año 250. La leyenda dice que su cuerpo fue arrastrado por un toro por las calles de Toulouse hasta la muerte. En su honor se construyó esta basílica, que es lugar de encuentro de peregrinos en su camino hacia Santiago.
Pero no sólo San Saturnino tiene cabida en Toulouse, sino que también hay lugar para el toro que lo martirizó, contando con la “Rue du Taur” y la iglesia “Notre-Dame du Taur”, hacia donde nosotros nos dirigimos. Es muy curioso ver cómo sobresale la fachada respecto al resto de la iglesia.
En las cercanías de la iglesia, observamos que una calle contaba con, ni más ni menos, que tres carteles. Nos comentaba Meritxell que uno de ellos era original, y es que aún se conservan algunos en las calles de Toulouse. Se pintaban de amarillo o de blanco para diferenciar si las calles eran paralelas o perpendiculares al río. Los dos más actuales que se veían, estaban escritos en francés y en occitano. El occitano, es una lengua proveniente del latín, que antiguamente se hablaba en el tercio sur francés y que, aunque había quedado en desuso, aún sobrevive por la zona. De un tiempo a esta parte las autoridades y diversas asociaciones están intentando promocionarla para evitar que caiga en el olvido.
Un poquito más adelante se abría ante nosotros la plaza del Capitolio, es decir, la plaza del Ayuntamiento. Toma su nombre de la antigua asamblea de “Capitouls” encargada de la administración de la ciudad. Un mercadillo de ropa hacia que la gente se agolpara en su interior, mientras otros tomaban café en alguna de las terrazas que existen en sus márgenes.
En una esquina de la plaza se alzaba el hotel Grand Balcon, testigo mudo de una época pasada en la que los osados pilotos de la compañía Aeropostale se alojaban en sus habitaciones. En los años 20, cuando la aviación era considerada todavía una práctica de riesgo, esta compañía comunicó, a nivel postal, Francia con África y Sudamérica. Uno de esos pilotos, considerados prácticamente héroes, era Antoine de Saint-Exupéry, el autor de “El Principito”. Aunque poco queda ya de esa antigua pensión, pues fue restaurada y remodelada, todo en el interior del hotel evoca a la aviación. La habitación número 32, su habitación, fue declarada como lugar de memoria y se ha mantenido tal y como se encontraba en esta época. Un lugar indicado para mitómanos.
En los soportales existentes en la plaza del capitolio unas bonitas pinturas ilustran la historia de la ciudad y tienen cabida allí desde Carlos Gardel (que recordemos, nació en Toulouse) hasta la moderna ciudad del espacio o el espectacular Airbus, cuyo ensamblaje se realiza en Toulouse.
Ahora sí, comenzábamos la ruta de los palacetes de la época del pastel. El primero que vimos fue el Hôtel de Bernuy, que era propiedad de Jean de Bernuy, un judío español que se enriqueció en la época renacentista. En los dos patios interiores se mezclan elegantemente los estilos gótico y renacentista. Hoy en día acoge el Instituto Pierre de Fermat.
En nuestra siguiente parada vimos la hermosa Torre gótica de Pierre-Séguy construida para el rico Jean Bolé, de ahí que se le llame Hôtel de Bolé.
Seguimos con el Hôtel D’Antoine DuMay, la mansión del médico de cabecera de Margarita de Valois. Hoy en día acoge el Museo Viejo de Toulouse, con cerámica, pinturas, objetos de arte y tradiciones populares para comprender aún más la identidad de esta ciudad.
En las cercanías se encuentra el Museo de los Compagnons, o lo que es lo mismo, la escuela superior de oficios. Un edificio donde se aprecia muy bien la estructura arquitectónica de la ciudad, con entramados de vigas de madera rellenos de ladrillos, el material constructivo por excelencia de Toulouse y de donde proviene el apelativo de ciudad rosa.
Una de las vistas más bonitas del entramado de calles del casco histórico de Toulouse tiene a la Torre Pierre de Serta por protagonista.
El Hôtel d’Astorg et St Germain, presenta una fachada con “mirandes”, unas hileras de ventanas en el piso superior desde las que se podía mirar sin ser visto, aunque si algo llama la atención en el palacete son las escaleras de madera existentes en su bonito patio interior; una de ellas ni siquiera apoya en el suelo.
Continuamos hasta la Maison de l’Occitania, situada en el Hôtel de Boyssons et de Cheverry. Esta agrupación fue creada por iniciativa del Ayuntamiento de Toulouse y de diversas asociaciones occitanas de la ciudad para promover la cultura occitana en la región: el lenguaje, la música, su historia, etc. En el palacete destacan las fachadas del patio con ventanas y puertas del renacimiento. Una ventana, en concreto, muy curiosamente decorada.
Seguimos la visita entrando en la única tienda de Toulouse donde a día de hoy se sigue trabajando con el pastel: Fleuree de Pastel, que también es un palacete, pues ocupa la antigua casa de Pierre Delfau (Hôtel Delfau), un aristócrata que creyendo que iba a ser nombrado “capitoul” mandó construir la característica torre, sin embargo, ese nombramiento, nunca llegó a producirse.
El último palacete que visitamos fue el d'Assézat, también del siglo XVI pertenecía a Pierre d'Assèzat otro adinerado comerciante de la época del pastel que, tras convertirse al protestantismo, se arruinó y tuvo que exiliarse. Actualmente esta mansión alberga la Fundación Bernberg, un museo que expone diversas colecciones.
¿Dónde cenar en Toulouse?
Con esta visita dimos por finalizada la ruta de los Palacetes en compañía de Meritxell. Pero aún quedaba tarde, y la gente de la oficina de turismo de Toulouse nos había preparado una merienda - cena en “Le Wallace Café”. Mientras tomábamos algunos cocktails (al parecer una práctica bastante habitual por la zona) charlábamos de lo diferentes que eran nuestras costumbres, pese a ser países tan cercanos. Eran las 18:00 h de la tarde y estábamos ya cenando (aunque lo cierto es que habíamos comido antes de coger el avión y a mí no me vino mal tomar algo, por muy temprano que fuera). Sacaron un surtido de tapas variadas, entre los que me chifló una tosta de dos variedades de quesos que estaba riquísima y un rollito de salmón buenísimo, acompañado de un cocktail a la elección de cada uno. Creo recordar que yo me tomé una piña colada…Al finalizar la cena, eran las 20:00h y aunque teníamos tiempo libre para hacer cada uno lo que quisiera, decidimos ir a tomar una caña todos juntos a otro bar, en espera de que anocheciera para después hacer una ruta nocturna por la ciudad (a la que sólo nos apuntamos 3 de los participantes).
Descubriendo la iluminación nocturna de Toulouse
Nuestro punto de partida fue el hotel, por lo que recorrimos de nuevo alguno de los lugares que habíamos descubierto durante el día, comenzando con la Basílica de St. Sernin, aún más bonita de noche de lo que lo era de día.
En esta ocasión nos olvidamos de rutas y decidimos callejear y buscar la zona del río Garona, pues nos había comentado Cecile que esta zona es la que estaría iluminada.
Tras pasear por el entramado de calles de la ciudad y comprobar de primera mano el ambiente universitario que allí se respira, con los bares inundados de jóvenes apurando sus copas, salimos al Pont St. Pierre, desde donde podíamos ver la iluminación, variable en color, del Pont Neuf (que aunque se llame nuevo es el más antiguo de Toulouse). Nos fuimos acercando a él por el margen del río, descubriendo un bonito recorrido al cobijo de los árboles.
En nuestro caminar vimos una nueva iglesia (Nuestra Señora de la Daurade) y la Escuela de Bellas Artes.
Continuamos atravesando diversas calles hasta desembocar en la plaza del Capitolio. Impresionaba verla de noche, con sus luces y vacía (en contraposición al gentío con el que la habíamos descubierto esa misma tarde).
Desde allí, retornamos al hotel. Ya eran las 23:30h y, aunque no lo pareciera, estaba cansada. El día siguiente continuaríamos descubriendo la ciudad rosa… Un lugar que me había sorprendido muy gratamente. No esperaba que una localidad construida enteramente en ladrillo tuviera tanto que aportar, sino todo lo contrario, me la imaginaba sucia e industrial, sin embargo su bonito casco antiguo, me conquistó. Es más, creo que no me importaría nada irme a trabajar por la zona (aunque reconozco que el no saber francés no juega a mi favor, jejeje)…
Qué maravilla de viaje y qué cantidad de datos curiosos :-). Me encanta la foto del puente!
ResponderEliminarHola Helena. Lo mismo que Artabria opino sobre el puente.
ResponderEliminarLa ciudad me sorprendió gratísimamente también, aunque esas costumbres de cócteles pre-cena supongan hacer equilibrios en taburetes altos.
Respecto a la espera en el aeropuerto, merezco ser "caneado" hasta la extenuación (por eso y por más cosas también).
Saludos.
Jo que bien te lo montas Helena!! no sales un viaje y te metes en otro. La ciudad se ve genial, la vamos a tener que apuntar en mi libreta de destinos pendientes....
ResponderEliminara donde el próximo??
Un saludo
Fran soler-myguiadeviajes
¡Hola chicos!
ResponderEliminar- Artabria, la verdad es que Toulouse fue una ciudad que me sorprendió para bien. Pensaba que al ser una ciudad grande era más industrial, pero tiene un casco histórico la mar de "apañao".
La foto del puente es de las pocas que hice de noche que se salva... me salieron muchas movidas (por la pereza de no sacar el mini-trípode).
- Viajero Impresionista, menos mal que sólo fue un cocktail, aunque mezclado con cerveza y vino... ¡demasiado bien se nos dio!
Las hiciste peores en el viaje, jejejeje ;)... No, en serio, lo del aeropuerto es normal ya que venías de otro vuelo.
- Fran, la verdad es que este año estoy a tope, cualquiera diría que el trabajo peligra, ¿eh?
El próximo será una escapadita (de menos de una semana) en octubre, estoy ultimando cosillas...
Por cierto, veo que blogger continua con problemas para aceptar la firma (por el comentario de Fran); cuando os pase eso ingresar como Nombre/URL y así parece que sale normal.
¡Un saludo a todos!
No paras eh!! Estuve solo unas horas en Toulousse pero me encantó, y tengo muchas ganas de volver... y después de ver tus fotos aún más ganas me entran de estar allí por la noche... que chulada!!
ResponderEliminarUn saludo!
Qué buen relato del viaje y tan detallado. Me ha hecho recordar muchos buenos momentos de nuestra visita.
ResponderEliminarSobre lo del "caneo" al viajero impresionista, creo que se ha ganado con creces el perdón con las magníficas fotos que nos ha enviado.
Muchos besos para ti, Helena, y un abrazo para todos tus lectores.
Hola Helena!
ResponderEliminarPues yo tampoco conocía Toulouse y me ha gustado mucho. Me parece muy señorial y elegante por lo que nos has contado. Muy buen el relato pero he echado en falta la foto de lo que comisteis allí! :9
Hola
ResponderEliminarMi nombre es Paulina y administro un directorio y buscador de webs y blogs. Me ha gustado mucho http://mimaletayyo.blogspot.com, me gustaria intercambiar enlaces. Puedo agregar tu pagina en nuestro directorio para que así mis visitantes puedan visitarla tambien.
Si te interesa, escribeme al mail: p.cortez80@gmail.com
Saludos
Pau
¡Hola chicos!
ResponderEliminar- Amaia, no recordaba que hubieras estado en Toulouse... Me habría leído tus entradas antes de partir para allá y así ponerme en situación. De noche el ayuntamiento y St. Sernin estaban preciosas...
- Hola Rubén, ¡qué buenos días pasamos! La verdad que sí. Me alegro que te haya gustado el relato, porque al final con tanta torre capitular llevaba un mareo...
- Isabel, la verdad es que tiene un casco viejo muy "cuco", jejeje. Yo me quedé con ganas de ver la ciudad del espacio y lo del airbus, pero ya habrá otra ocasión. Ahh! Y lo de la foto de la cena, está hecho.
- Paulina, muchas gracias por el interés mostrado, pero no estoy interesada en realizar ningún intercambio de enlaces.
Un saludito a todos y muchas gracias por los comentarios que, la verdad, animan mucho.
Muy bonita la ciudad!! Yo estuve hace muchos años de pasada y no me acordaba de cómo era. Y lo de cenar temprano yo si que me sentí rara cuando estuve allí! jejeje
ResponderEliminarSaludos
Hola Helena! No sabía que Touluse era tan bonito! me ha encantado la ruta que hicisteis por las plazoletas.
ResponderEliminarSigue aprovechando de conocer cosas mientras te inviten!!! que la verdad te muestran lo mejor de cada lugar y sin comerte la cabeza con preparativos jejeje...
Un abrazo!
Bueno, visto lo visto apunto Toulouse como viaje de futuro, no?? La verdad quese ve super acogedor...
ResponderEliminarHola M.C., este fue el día que más pronto cenamos. Al día siguiente en el desayuno tenía un hambre voraz! Me comí dos cruasanes! yo que de normal sólo tomo café... El resto de días cenábamos a eso de la 20:00h que ya es una hora más normal (para nosotros)... Imagino que es a lo que te acostumbras
ResponderEliminarHola Víctor. Las plazoletas eran patios interiores de casas, porque realmente caminando por las calles no se distinguen la cantidad de torres o patios que hay. El día siguiente nos acercamos al último piso de unas galerías comerciales para ver desde arriba la ciudad y poder apreciar desde lo alto las diversas construcciones. Fue muy interesante la visita y, como os digo, Toulouse me sorprendió muy gratamente
Xipo, pues la verdad es muy buen destino para una escapada. Y eso que se nos quedaron cosas muy interesantes por ver en la zona...
Saludos a todos!
Que bien 2 blogtrips en tan poco tiempo así da gusto jeje A ver cuando me puedo apuntar a alguno :D
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la zona de la torre Pierre-Séguy y también el Toulouse nocturno, que bonita la zona de la ribera del río.
Saludos!!!!!
Hola José Carlos. La verdad es que no me puedo quejar, ¿eh?
ResponderEliminarLa zona de la ribera era muy bonita, con ese paseo flanqueado por árboles y además había mucho ambiente universitario. Los bares estaban plagados de gente...
Un saludo ;)
Muy interesante tu información yo estoy preparando para Agosto un viajito con perrita incluída al Perigord, por cierto ¿qué tal los franceses en eso de dejar a las mascotas entrar en los sitios?
ResponderEliminarSaludos viajeros
Hola Paco, pues la verdad es que no coincidí en ningún recinto interior con perritos (me refiero a iglesias, mueseos, etc.), aunque si que vi a mucha gente en la calle con ellos. En la zona de los canales sí permiten alquilar barcos llevando perro, además se veía como se lo pasaban pipa corretando por allí.
ResponderEliminarCreo que en Europa se trata mucho mejor a los animales que en España, por lo menos en Valencia, cada vez restringen más los sitios donde poder soltarlos para que corran y se desfoguen...
Si vas al Perigord mira el blog de Carol, En el camino con Moonflower, que ahora mismo está relatando un viaje por esa zona y seguro te sirve de ayuda para planificar.
Un saludo y gracias por pasar por aquí
Sin duda que una de las mas bonitas ciudades francesas, me ha gustado mucho el relato como así también las imágenes.
ResponderEliminarAmo viajar y me encantaría armarme un Blog así de este estilo con mi experiencias de viaje.
Hola Cleofé, aunque me halaga tu comentario no estoy interesada en realizar intercambio de links. De todas formas gracias por pasar por aquí. Un saludo
ResponderEliminarChambres d'hotes barcelone, me alegro que te haya gustado el relato y la ciudad. Con lo del blog, todo es ponerse... Saludos y gracias por animarte a comentar
No había leído esta entrada. Por las fotos Toulousse merece muchísimo la pena, tengo que dedicarle algunas escapadas al país vecino, solo conozco París y eso no puede ser. Por cierto, ya eres toda una experta en quedadas viajeras, jejeje.
ResponderEliminarCalíope, a mí me sorprendió mucho Toulouse.
EliminarTengo pendiente también una escapada por la zona sur de Francia, que hay pueblecitos que parecen de cuento ;)
Un saludo