Mientras recorríamos los jardines
del Palacio de Linderhof el tiempo comenzó a cambiar y la lluvia comenzaba a
hacer acto de presencia; aún así, para cuando terminamos de visitarlo era
todavía pronto, en torno a las 12:00 h, por lo que decidimos hacer una parada en
Bad Tolz, antes de continuar la ruta hacia el último de los palacios del Rey
Loco que visitaríamos, el de Herriemchiesee.
Visitar Bad Tölz
Con las indicaciones de nuestro
gps, llegamos con el coche hasta la mismísima puerta de la oficina de turismo,
pero precisamente allí el aparcamiento era de tipo zona azul y tenía un tiempo
máximo de estancia. No sabíamos el tiempo que nos iba a llevar visitar la
ciudad, así que tras coger un mapa de la misma y pedir algo de información nos
montamos de nuevo en el coche y lo llevamos a uno de los parkings de la ciudad
(de pago todos ellos), al P1.
Bad Tölz es una bonita ciudad
conocida principalmente por sus aguas termales y su oferta de balnearios. A
orillas del río Isar, este pequeño pueblo bávaro (que apenas cuenta con 14.000
habitantes) vive principalmente del turismo, la ganadería y la agricultura,
aunque antaño poseyó una gran riqueza que hoy en día se ve reflejada en los esmerados
detalles de las decoraciones de los edificios del centro de la ciudad; pese a
que precisamente esos edificios fueron reconstruidos tras la Segunda Guerra
Mundial.
Paseando, llegamos hasta la calle
principal de la ciudad, la Marktstrasse, una calle peatonal llena de edificios
con las típicas pinturas bávaras lüftlmalerei (que ya viéramos en Oberammergau).
La calle estaba repleta de hoteles, cafeterías y tiendas, y se trata del
verdadero centro neurálgico de la ciudad.
Estuvimos paseando por sus
pequeñas y cuidadas calles, pero el clima comenzaba a ponerse peor y decidimos
ir en busca de un lugar medio económico donde comer. Para ello, regresamos a la
zona en la que se encontraba la oficina de turismo y nos metimos en uno de los
pocos restaurantes de la zona que se encontraban abiertos.
Después de comer y, con la
población ya vista (apenas le dedicamos tres cuartos de hora) cogimos de nuevo
el coche y nos dirigimos al lago Chiemsee. Este lago, situado en las
inmediaciones de la frontera austríaca, alberga en su interior el tercer y
último palacio que visitaríamos del legado de Luis II de Baviera.
Visita del Palacio Herrenchiemsee:
En la isla conocida como “de los
Caballeros” o Herreninsel, Luis II de Baviera construyó otro palacio siguiendo
la estética del francés Palacio de Versalles, en honor, como no podía ser
menos, a su idolatrado Luis XIV de Francia.
Nosotras llegamos a Chiemsee a
través de la autopista que une Munich con Salzburgo. En el gps habíamos puesto
las coordenadas del aparcamiento que hay prácticamente enfrente del embarcadero
de Prien así que, tras dejar el coche en este parking de pago, nos acercamos a
éste para tomar el ferry hacia la isla.
El cielo estaba completamente
cubierto (no se veían si quiera las montañas aledañas), comenzaba a llover
bastante fuerte y era ya un poco tarde (en torno a las 16:00 h). No había
prácticamente turistas por allí, las casetas de tickets estaban cerradas y
llegamos a dudar si quiera si podríamos acceder a la isla… pero nos acercamos
hasta uno de los botes que estaban amarrados y preguntamos si podíamos visitar
el palacio a lo que nos respondieron que ya sólo salían ferrys hacia la isla
del castillo. Por lo que nos subimos al barco y nos dejamos llevar.
Sin embargo hay que llevar
cuidado, pues desde allí salen barcas con diversos destinos, unas llevan a
Herreninsel pero otras lo hacen a Fraueninsel (la isla de las mujeres, otra
isla que cuenta con un bonito convento benedictino).
Tras unos 20 minutos de navegación atracamos en la isla y nos fuimos directas al Ticket Center donde validamos las entradas que ya teníamos adquiridas con el abono para visitar los castillos bávaros en 14 días. Como en el resto de castillos que habíamos visitado, desde allí nos asignaron un grupo que, en este caso, era en inglés, con una hora de inicio del tour por lo que no hay que demorarse mucho en llegar al palacio.
Allí sí que comenzábamos a ver
algunos turistas (aunque casi todos ellos iban de vuelta). Desde el embarcadero
hasta el castillo hay una caminata de una media hora, pero con la lluvia que
hacía, cuando vimos un coche de caballos (cubierto) esperándonos, se nos
apareció la virgen y nos metimos allí de cabeza. Así, llegamos a la puerta del
Palacio en tan sólo 15 minutillos. Como aún quedaba algo de tiempo hasta el
comienzo de la visita, estuvimos dando una vuelta por los jardines, pero la
lluvia hacía que el paseo no fuera nada apetecible, así que entramos al
interior del Palacio para esperar a que comenzara nuestro tour (en el que
apenas éramos 6 personas).
Allí nos explicaron como Luis II compró la isla (Herreninsel) en 1873 y en 1878 comenzó la construcción de este palacio que pretendía ser una réplica de Versalles. El rey se propuso construir un enorme palacio con un gran parque lleno de estatuas, fuentes y un canal. Sin embargo, dado se arruinó antes de poner acometer por completo la faraónica obra y sólo se encuentran finalizadas 20 de las 70 habitaciones que debían ocupar sus tres alas y los jardines. Como dato que no deja de sorprender, Luis II tan sólo pasó nueve días en él.
A lo largo de la visita pudimos
observar multitud de salas como el dormitorio real, el Salón de los Espejos o
la gran escalinata y, al igual que ya habíamos visto en Linderhof, el rey hizo
construir una mesa de comedor que subía y bajaba desde la cocina, situada en un
piso inferior, mediante un sistema de poleas, para no tener si quiera que ver
al servicio.
En la isla aparte del Palacio
Real, se pueden visitar también los restos de una iglesia y un monasterio
agustino (Altes Schloss), pero nosotras, entre la lluvia y que nos daba miedo
quedarnos tiradas allí, sin ferry de vuelta, nos fuimos directas, de nuevo en
carruaje, hacia el embarcadero.
Cogimos uno de los últimos ferrys
de vuelta (sino el último), fuimos al parking, tomamos el coche y nos dirigimos
con él hacia Salzburgo. La lluvia no nos abandonó en lo que restó de día… así
que al llegar a la ciudad apenas dimos un pequeño paseo para buscar un lugar en
el que cenar y regresamos al abrigo del hotel raudas y veloces.
El día siguiente teníamos
previsto descubrir la ciudad de Salzburgo a través de su cerveza.
Me encanta esta zona, cada rincón que nos muestras es como de cuento. Ya sabes que se nos truncó el viaje así que tendremos que volver :'(
ResponderEliminarBesos
Vaya con el rey Luis II! Le gustaba todo a lo grande! No me extraña que se arruinara! Me quedé con ganas de llegar hasta esta isla!
ResponderEliminarSaludos
Hola Helena, me ha encantado Bad Tölz. Conozco varios sitios de la zona, pero este no. Y es nuestra intención ir 5 días en Adviento por Baviera, así que me la apunto. Seguro que tienen Weihnachtsmarkt!!!
ResponderEliminarSaludos y gracias por compartir
Guau! Qué bonito! Tengo mucho mono de ir a Alemania, porque pasé dos años yendo bastantes veces. Ahora que se va mi hermana de Erasmus aprovecharé, además se va por la zona bávara así que apuntado queda este señor palacio :D Un abrazo!!!
ResponderEliminarBaviera es especial, ... tiene algo que no encuentras en el resto de Alemania, y no me refiero a sus palacios o castillos ... es la gente, el ambiente, la gastronomía, los colores!!!
ResponderEliminarMadre mia que recuerdos! Estuve en Herrenchiemsee en mi primer viaje al extranjero, en 1984, igual todavía no habías nacido. Ya tocaría volver, no?
ResponderEliminarUn abrazo
Tuvisteis suerte de poder visitar la isla en casi soledad, mejor así que cuando está llena de guiris, jejejeje. Lo de los balnearios tiene que estar genial, yo me hubiera ido de cabeza a uno a probarlo aunque seguramente me hubiera tocado ir sola!!! ;-)
ResponderEliminarun lugar precioso, apuntado queda para una futura visita porque seguro volverá algún día por allí!! Un abrazo helena
ResponderEliminar¡Hola a todos (y perdón por la tardanza en responder)!
ResponderEliminar- Libreta Viajera, a nosotras este día el clima no nos dio tregua... y llegamos a Salzburgo sin parar de llover, por lo que la visita del último palacio desmereció un poquito; aunque, aún así, nos pareció impresionante
- Mari Carmen, Luis II dilapidó completamente su fortuna, pero ha dejado unos palacios/castillos que son de lo más visitado de la zona. Ya sabes que siempre hay que dejar cosas pendientes para volver...
- ¡Hola Sergio! Pues seguro! Ya sabes cómo se vive en esta zona (tú mejor que nadie) la época navideña... Ya no contarás qué tal va tu visita
- Aran, sí, recuerdo haber leído algún post tuyo de esos que dejan mono por conocer Alemania. Con tu hermana por allí no tienes excusa ;)
- Thewotme, llevas razón (aunque yo es la única zona de Alemania que conozco), pero a nosotras nos dejó con ganas de volver :)
- M. Teresa, bueeeeno, no hace tanto... jejeje y seguro que el Palacio, mucho, no ha cambiado ;) (por aquella época yo tenía 2 años) Seguro que te ha traído recuerdos la entrada
- Babyboom, la verdad es que no había un alma, pero claro, también mola ver los sitios con algo de sol...
Respecto a los balnearios, me hubiera ido yo sola también porque Cintia lleva fatal lo de las aguas muy calientes (en Islandia se salió ella de los baños de Myvatn porque no soportaba el calor y me quedé yo allí más sola que la una...)
- Fran, conociéndote seguro que vuelves por alli
Un saludo a todos y muchas gracias por vuestros comentarios :hello:
Está claro que en aquella época les gustaba hacer las cosas bien a lo grande...normal que se arruinara. Y nos extrañamos hoy en día de las cosas que pasan, parece que lo llevamos en la sangre XD
ResponderEliminarEso sí, los jardines son una pasada, así como los interiores del Palacio.
¡Saludotes!
Me hubiera gustado poder recorrer la isla con más calma y disfrutar más de sus jardines, pero con esa lluvia era imposible...
EliminarLa verdad es que es totalmente normal que se arruinara. ;)