Tras haber recorrido a fondo el norte de la península de Istria y la ciudad de Porec, nos encaminábamos hacia una de las joyas de la región: Rovijn.
¿Qué ver y hacer en Rovijn?
Su historia es similar a la del resto de poblaciones de Istria, habiendo pasado por allí venecianos (que estuvieron durante más de cinco siglos, entre los años 1283 y 1797), austríacos, italianos, yugoslavos y finalmente croatas al hacerse con la independencia en 1991. Evidentemente la huella que mayor marca ha dejado es la de los venecianos a quienes la ciudad debe su forma actual. Éstos la unieron al continente (en el siglo XVIII) a través de un istmo, ya que anteriormente se trataba de un pequeño islote.
Rovinj no es una ciudad que cuente con monumentos particulares que sean especialmente famosos pero el encanto de su casco antiguo reside en sus callecitas adoquinadas con marcado carácter medieval y repletas de casitas de colores y palacetes barrocos, que hacen que un simple paseo por el pueblo sea en sí una maravilla. Nosotras dejamos el coche en una plaza de tipo zona azul cerca del puerto y empezamos la marcha hacia su centro peatonal.
No es una ciudad muy grande pero para poder recorrerla con tranquilidad se necesitan entre 2 y 3 horas.
Nuestra visita comenzaba en Ulica Carera, uno de los principales ejes de Rovinj, repleto de tiendas de souvenirs y restaurantes, que desemboca en la Plaza del Mariscal Tito (Trg Marsala Tita). Allí se encuentra la torre del reloj y el Arco Balbi (Balbijev luk), una de las antiguas puertas de entrada a la ciudad fortificada (del siglo XVII).
A partir de ese punto nos dedicamos a callejear. Las calles del casco antiguo son una auténtica maravilla con preciosos rinconcitos y repletas de pequeñas tiendas de artesanía.
Así caminando, casi sin darnos cuenta, llegamos hasta la cima de la colina, donde se encuentra la Iglesia de Santa Eufemia (Crkva Sv. Eufemije). Es el principal monumento de la ciudad, aunque lo más destacable de esta iglesia barroca construida en 1736 es su campanario (de 60 m), al que al parecer se puede subir de forma gratuita. A nosotras nos coincidió con horario de misa por lo que prácticamente no nos dejaron entrar si quiera a visitarla. Así nos quedamos sin ver el sarcófago con las reliquias de Santa Eufemia que hay en su interior.
En cualquier caso, subir hasta allí merece la pena por las vistas sobre el Adriático y sobre alguna de sus islas.
Callejeando de nuevo, fuimos descendiendo para acercarnos al Muelle de Aldo Rismondo (Obala Alda Rismonda), desde donde existe una estupenda panorámica de la ciudad desde el puerto de Rovinj, repleto de barquitas y con multitud de restaurantes.
Tras haber recorrido la ciudad, regresamos de nuevo al coche y pusimos rumbo a la última ciudad que visitaríamos aquella jornada (antes de ir a Pula, donde dormiríamos): Bale.
De visita por Bale
Bale es un pueblecito muy pequeño, pero bien merece la pena dedicarle una parada. Según aparece en los primeros escritos comenzó siendo un castrum romano, aunque su apariencia actual se debe a una época posterior cuando fue creciendo al abrigo de un castillo medieval (del siglo XV) levantado por las familias nobles Sardo y Bembo.
Hoy en día sigue siendo uno de esos típicos pueblos de Istria, construido en la cima de una colina, con calles estrechas y casas de piedra.
Con lo primero que nos toparemos al llegar a Bale es con la torre de la iglesia parroquial de San Julián, cuya construcción data del siglo XIX.
Frente a ésta se haya la Iglesia del Sto. Espíritu, construida en el siglo XV. Su exterior está formado por grandes bloques de piedra, pero en su interior encontraremos algunos frescos de Albert de Constanza.
Andando por la ciudad dimos con el Palazzo Bembo, el edificio más grande de Bale, conocido como Palacio Sardo-Bembo. Se trata el antiguo castillo del siglo XV, que cambió su propósito para convertirse en lugar de residencia. Su fachada gótico-renacentista ha sido recientemente renovada.
Para acabar nuestra visita nos encontramos con el Lapidario-Cripta. Al parecer cuando se estaba construyendo la iglesia parroquial de la Santísima Virgen María, se encontraron almacenadas algunas lápidas en una cripta. Hoy en día ésta acoge, aparte de estas lápidas que datan desde la antigüedad hasta la Edad Media tardía, algunas esculturas de piedra, un altar de madera del siglo XI y un sarcófago de piedra del siglo VII que guarda los restos del Beato y patrón de la ciudad Julian Bala.
A nivel informativo, cerca de Bale, en la bahía, fueron descubiertos algunos restos fósiles de dinosaurios.
Así, tras visitar Rovjn y Bale, pusimos rumbo a Pula, donde dormiríamos esa noche. Y aunque salimos a cenar y a dar un pequeño paseo al anochecer, la visita a la población la realizaríamos el día siguiente.
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