Comenzaba el segundo día de ruta por los Montes Dolomitas. Este día lo dedicaríamos principalmente a recorrer el famoso Valle de Funes.
En la oficina de turismo nos recomendaron dos cosas: el cañón del río sass, que se hacía a través de una visita guiada a determinadas horas del día, y cosa que nosotras descartamos porque no era apto para perros, y una caminata a orillas del río hasta llegar al Lago Smeralda. Así que optamos por hacer esta segunda. El punto de partida es prácticamente el mismo para ambos, ya que el camino sale casi al lado de la caseta donde se venden los tickets del recorrido para las gargantas. Así, tras dar una pequeña vuelta por la ciudad, comenzamos a andar paralelos al río. El paseo fue muy agradable. Entre altos acantilados, al cobijo de altos árboles y en la parte final, justo antes de llegar al lago, una enorme cascada. Aunque, por otra parte, ese tramo fue algo durillo para los perros, ya que lo de andar sobre rejillas metálicas no les apasionaba….
Y… ¿el lago? Pues, después de los que habíamos visto el día antes, qué decir, ni fu ni fa… Le dimos la vuelta de rigor y regresamos al coche.
Yo tenía en mente, si el tiempo respetaba (ya que en principio había previsión de lluvias), ir al famoso Valle de Funes, y parecía que el tiempo nos estaba respetando, así que allá fuimos.
Pero entre pitos y flautas ya nos había dado la hora de comer así que hicimos una parada en Chiusa (conocida como Klausen en alemán). Y menudo lugar para comer. Me pareció una ciudad preciosa… aunque, en realidad, es un pequeño pueblo medieval situado a orillas del río Isarco. Las casitas de colores del pueblo, el pequeño castillo existente presidiendo la maraña de calles, parecía de postal.
En lo alto de la montaña se encuentra también el Monasterio de Säben que domina el pueblo desde las alturas. Se puede subir andando, a través de un camino de unos 30 min de ascenso, pero nosotras no nos veíamos con muchas ganas.
Además, para cuando llegamos a la ciudad, la cocina de los restaurantes había cerrado, por lo que dimos gracias de haber preparado unos sándwiches por la mañana… Así, después de haber comido y de haber recorrido la población, pusimos rumbo al Val di Funes, uno de los lugares más esperados del viaje.
El Val di Funes está compuesto por tres pedanías (Tiso, San Pietro y Santa Maddalena). Es muy típica y muy famosa la iglesia de Santa Maddalena, rodeada de verdes prados y con el bello telón de los picos de los Dolomitas de fondo (siendo la cima de Sass Rigais, con 3.025 m, la más alta). Así que hacia allí nos dirigimos en primer lugar.
Atravesamos la aldea de Santa Magdalena (que no tiene nada especial) y nos dirigimos a la iglesia, que se divisaba al fondo. Dimos una vuelta por sus alrededores admirando las bonitas vistas desde el lugar y visitamos su interior, así como el pequeño cementerio anexo.
Pero yo… ya tenía en mente localizar el lugar de la imagen que tanto había visto en internet. Así que desde la iglesia me volví loca intentando localizar “el banco”. Mi amiga Ana se partía… hasta que el final lo localicé. El citado banco se encontraba en la calle denominada “Panoramaweg” y hasta allá que fuimos con el coche. ¡Yuju! ¡Ya la teníamos!
De hecho, a lo largo de la carretera había diversos bancos en los que sentarse para disfrutar tranquilamente de las vistas o para posturear un poco (que es a lo que, en realidad, nos dedicamos nosotras). La panorámica es de las más bonitas que yo había visto y sólo por eso merece la pena acercarse al lugar.
Tras disfrutar del lugar y hacer fotos por activa y por pasiva pusimos rumbo de vuelta y fuimos parando en el resto de poblaciones San Pietro (donde sólo destaca la iglesia) y Tiso (con un museo mineralógico) y donde nosotras decidimos parar a tomar un café.
Se nos quedó pendiente la iglesia de San Giovanni, que también tiene mucha fama, pero no fui capaz de situarla en el mapa y decidimos omitirla.
En el camino de vuelta fuimos haciendo paradas en otros lugares que venían marcados en uno de los planos que había cogido en la oficina de turismo.
Así, nos acercamos a la localidad de Gudon, donde venía indicado un castillo. En efecto, allí nos encontramos con el castillo almenado de Summersberg, que fue construido por Georg Von Villanders en 1329 y que, hasta 1828, fue la sede de la corte en Gufidaun. En 1880, Ignaz Vinzenz Zingerle compró el castillo en ruinas y lo hizo restaurar. Sus descendientes siguen viviendo allí en la actualidad y por ello no es visitable. Apenas dimos una vuelta por sus alrededores, sacamos un par de fotos y seguimos la ruta.
Tras la visita al castillo nos acercamos a Velturno, donde había diversos lugares de interés. La iglesia de St. Peter und Paul Schrambach, la iglesia de St. Laurentiuskirche, el castillo de Velturno (que, aunque se puede visitar, ya estaba cerrado para cuando nosotras llegamos, aunque si pudimos entrar en su patio interior y ver sus jardines) y el Arqueoparque, un lugar gratuito y abierto en permanencia que muestra diversas excavaciones arqueológicas realizadas entre los años de 1998 et 2008.
Al acabar la ruta por allí nos acercamos a la población de Barbiano, desde la que existen bonitas vistas del castillo de Trosburg (que comenzaba a estar iluminado) y donde decidimos cenar antes de poner rumbo de vuelta a nuestro apartamento.
Al final habíamos exprimido bastante el día.
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