En Wieliczka, una pequeña
población situada a escasos 10 km de Cracovia, se halla uno de los lugares
turísticos más conocidos de Polonia: su mina de sal. No en vano, la explotación
de la sal en este lugar se remonta 900 años atrás y, por su gran valor, fue
incluida, en 1978, en la primera lista de Patrimonio Mundial de la Cultura y
Naturaleza de la UNESCO.
La mina está formada por un
conjunto de pozos y galerías que fueron vaciados para extraer las sales del
terreno. Dispuestos en 9 niveles (entre 64 y 327 m de profundidad) y con más de
300 km de galerías y alrededor de 300 cámaras; en total, se llegaron a mover
7,5 millones de m3 de material; toda una locura.
¿Cómo llegar a la mina de sal de Wieliczka?
Wieliczka se encuentra muy cerca
de Cracovia, junto a la carretera E-40 (carretera nacional nº 4).
Desde el centro de Cracovia (desde
la estación central de ferrocarril) se puede ir tranquilamente en tren (que
cuenta con unas cuantas salidas diarias) o en el autobús nº 304 que sale desde
la calle Kurniki. Su parada se encuentra junto a la Galería Krakowska y pasa
cada 20 minutos.
Los autobuses de la red urbana de
Cracovia (MPK) también comunican el suroeste de la ciudad con las minas a
través de los autobuses nº 204 y 244 (desde la parada de tranvía de Borek
Faleçki).
Horarios y tarifas de la visita
La visita turística normal de la mina
ha de ser con un guía, en grupos de 35 personas, y permite recorrer unos 3,0
kilómetros de galerías a través de los que se ven 22 cámaras.
Aunque también se pueden hacer
otros tipos de visita como la ruta de los mineros, la religiosa, una de
aventura e incluso una visita para conocer los misterios de la Mina Wieliczka.
La temperatura en el interior de
la mina es constante todo el año: 14º C por lo que, sobre todo si es verano,
conviene llevar algo de ropa de abrigo. Además, durante el recorrido hay dos zonas
de parada y descanso, en los que hay baños, kioskos e incluso wifi.
El horario de apertura es de 9:00
h a 17:00 h y se realizan visitas en diferentes idiomas.
Visita turística de la Mina de sal de Wieliczka
La visita comienza adentrándonos
en el subsuelo polaco a través del Pozo Danilowicz. 378 escalones, para bajar
hasta el nivel 1 de excavación (a unos 64 m de profundidad) a través de este
pozo que fue excavado entorno a 1635 y que, en sus comienzos, servía para sacar
el material a la superficie.
Éste nos dejaba justo en la boca
del pozo Antonia, que une el nivel I con el nivel III salvando otros 135 m de
desnivel. Allí comenzaban las explicaciones de cómo trasladaban los bloques de
sal hasta el exterior mediante malacates accionados por caballos (se trata de
una máquina de madera que, con un sistema de poleas, permitía elevar los
bloques de sal).
Las cámaras Úrsula y Nicolas
Copérnico (dedicada al famoso físico polaco) servían de antesala a la primera
capilla que veríamos en nuestra ruta: la de San Antonio. Al parecer los mineros
construían capillas subterráneas para celebrar
misas matutinas y orar por los muchos peligros que acarreaban sus trabajos.
Ésta en la que estábamos era una de las primeras capillas que se construyeron
(entorno a 1690 – 1710) en estilo barroco y, aunque se han realizado diversas
actuaciones puntuales de conservación, un continúo proceso de disolución de la
sal ha hecho que los detalles de las diversas esculturas y elementos de la nave
hayan perdido su nitidez original.
En la cámara Janowice, diversas
esculturas relatan la Leyenda de Santa Kinga la patrona de los mineros de sal (en
contraposición a Santa Bárbara, que es la de los mineros en general).
La cámara quemada hace referencia
a los “penitentes”, mineros experimentados, que de manera voluntaria y
protegidos únicamente por ropas húmedas, trataban de quemar o hacer explosionar
mediante largas pértigas, el metano que se acumulaba junto al techo de las
excavaciones (por ser éste más ligero que el aire). En esta sala, comenzamos a
darnos cuenta de los peligros a los que los mineros hacían (y continúan
haciendo) frente a diario.
En la cámara Sielec observamos cómo
evolucionó el sistema de transporte de la sal en el interior de la mina. Así,
originariamente la sal menuda era colocada en trineos (llamados “perros
húngaros”) que eran trasladados a mano por los propios mineros, aunque con el
tiempo comenzaron a emplear caballos para realizar esta función. En el siglo
XX, se ejecutaron raíles de acero sobre los que discurrían pequeños vagones de
ferrocarril que, más tarde, fueron empujados por pequeñas locomotoras (de batería
primero y, después, eléctricas).
En la cámara de Casimiro el Grande
pudimos ver el funcionamiento de un antiguo malacate de caballo, capaz de
trasladar bloques de sal de hasta 2 toneladas, y, a través de la galería
Kunegunda y la cámara Pieskowa, el guía nos dio unas nociones de la historia de
la sal entorno a los años 5.000 – 6.000 a.C
y de cómo se procesaba ésta. Para hacernos una idea nos dio un dato
interesante, en aquellos tiempos, 1 kg de sal equivalía a 17 kg de oro.
Conforme seguíamos descendiendo,
las figuras de unos gnomos nos daban la bienvenida al nivel II de la excavación
y podíamos ver cómo se evacuaba el agua de la mina a través de canalones de
madera que eran impulsados mediante un dispositivo denominado “paternoster” o
“el rosario”
Al final del pozo Kunegunda en
los años 60 se colocaron unas figuras de enanitos que venían a representar las
distintas ocupaciones de los mineros: el triturador, carguero, carretero y
carpintero. Además allí es donde mejor se observa el fenómeno de cristalización
de la sal y podremos ver multitud de estalagtitas y estagmitas rodeando el lago
de los deseos.
Más adelante entramos en Capilla
de la Santa Cruz que data del siglo XIX, para darnos de bruces después con la
verdadera joya de la mina: la Capilla de Santa Kinga. La mayor capilla subterránea
existente (con 54 m de longitud, 16,5 m de anchura y 11 m de altura).
Al parecer cada domingo hay misa
allí e incluso es un lugar al que la gente acude a casarse (pues pese a que
nosotros subimos y bajamos escaleras, también se puede acceder a la sala con un
ascensor para discapacitados).
En el altar mayor hay reliquias
de Santa Kinga y también sangre de Juan Pablo II (muy ligado a la mina y, en
general, al país, como una estatua atestigua en la propia capilla).
Dejamos atrás la sala dedicada a
la patrona minera para atravesar la Cámara Erazm Baracz, donde se puede ver un
enorme pilar de sal que servía de apoyo natural de las excavaciones, y entrar
en la Cámara Michatowice que, con 35 m de altura total, es única para ver los
métodos de sostenimiento antiguos: pilares, entibaciones y enormes encofrados
de madera que se requerían para aguantar paredes y techos. La siguiente cámara,
la Drozdowice, es similar ésta.
Una escultura de Goethe nos daba
la bienvenida a sala Weimar y es que los documentos históricos señalan que éste
acompañó al Príncipe de Weimar en una visita a la mina. La explotación de esta
sala se produjo de arriba hacia abajo y en ella ya se emplearon voladuras. En
los años 60 fue inundada con salmuera creando un bonito lago artificial.
En la siguiente cámara, es una
escultura de Josef Pilsudski, un héroe polaco que salvó la independencia polaca
de los soviéticos, la que le da nombre. De hecho, hace algún tiempo ambas salas
estuvieron conectadas por un túnel que se cruzaba en barca, pero un accidente en
1915 hizo que se abandonara esta práctica.
El último lugar de relevancia de
la ruta turística es la Cámara Stanislaw Staszic, dedicada al geólogo polaco y
que, con una altura inicial de 50 m (aunque 14 de ellos ahora han sido
rellenados de nuevo), es la sala más grande de todo el recorrido. En ella en 1944 los nazis intentaron crear
una fábrica para el montaje de aviones y muchos polacos de origen judío
estuvieron trabajando allí; sin embargo la ofensiva soviética obligó a los
nazis a desmontar la fábrica y muchos de los trabajadores fueron exterminados
en el campo de Belzec.
Skarbnik, el guardián del tesoro
es otra representación escultórica que representa uno de los encuentros del
duende protector de la mina con los mineros, a los que les advertía de peligros
inminentes (fuego, derrumbes o explosiones).
La cámara Waszawa (espacio
cultural y social), la capilla de San Juan (hecha en madera) y cámara Izabela (la única hecha sobre un yacimiento de sal “de
antepozo”) nos conducirán de nuevo a la base del Pozo Danilowicz donde, un
ascensor, nos llevará hasta la superficie del yacimiento.
Se trata, sin duda, de una visita muy curiosa que nos adentrará en el mundo de la sal y nos dará unas pinceladas de cómo se realizaba la explotación de ésta en la antigua Polonia.
Impresionante, realmente impresionante, me encantan éste tipo de sitios ... bajaste hasta el final del todo ?? ...
ResponderEliminarQUIERO IR !!!
Una visita imprescindible en Cracovia, la capilla de Santa Kinga te deja sin palabras... Y menuda bajadita de escaleras eh? ;)
ResponderEliminarQué sitio más chulo!!! La verdad es que siempre he tenido ganas de entrar en una mina. Menos mal que he leído que hay ascensor... Porque si vamos, con la enana, bajar y luego subir tantos escalones puede ser un suplicio!
ResponderEliminarEspectacular lugar. Me ha encantado Helena. Y el tema de la cámara quemada... jo, hay gente muy valiente por la vida.
ResponderEliminarCreo que debe ser de los sitios más impresionantes que existen en todo el mundo, si es que cuesta creerse todo lo que han hecho ahí debajo de tierra. Una de las visitas imprescindibles en Polonia, sin duda :D
ResponderEliminarSaludotes.
Con lo que me gustan estos lugares!!! Desde luego que tiene que ser espectacular encontrarte capillas en plena mina, he visitado algunas pero desde luego no tienen nada que ver con lo que relatas, habrá que ir a conocerla!!! Un abrazo!!! ;-)
ResponderEliminarNosotros estuvimos en 2012 y lo recuerdo con mucho cariño porque nos encantó a todos!! Me has vuelto a llevar hasta allí con este post! ♥
ResponderEliminarÚltimamente he leído bastantes entradas de este lugar, al que tenemos muchas ganas, por cierto. Me ha gustado mucho el plano, está genial para hacerse a la idea de lo que se esconde debajo de la superficie. Y las fotos también, son las que mas me han gustado.
ResponderEliminarTiene que ser una sensación interesante econtrarse tantos metros bajo el suelo, y trabajar allí... en fin.
Saludos!
¡Hola chicos!
ResponderEliminar- Thewotme, sí, sí que se baja, aunque a través de varios tramos de escaleras y rampas, no del tirón. Me alegro de que te haya gustado
- Dany, la primera bajada da un poquito de yuyu, sí. Y la capilla de Santa Kinga, como dices, es brutal. Impresiona mucho (viniendo de ver salas pequeñitas) las dimensiones que tiene
- M.Carmen, habría que preguntar exactamente por dónde se puede ir con carro y tal porque toda la ruta completa imagino que no se podrá hacer. Había algunos tramos de escaleras un tanto complicados...
- Libreta Viajera, una sala a modo de homenaje... porque tela... vaya valor! Nos dijeron que eran trabajos muy bien pagados (y que eran voluntarios), pero claro, les iba la vida
- José Carlos, la verdad es que sí, nadie diría todo lo que hay bajo tierra... un lugar muy chulo y cercano a Cracovia para visitar en una mañana/tarde
- Babyboom, ya sabes que últimamente me estoy aficionando a las cuevas... y en general, todas las que he visitado me han llamado la atención. Aquí es que hay verdaderas obras de arte bajo tierra construidas en sal...
- VerdenVoyage recuerdo que nos escribiste por instagram estando por allí... imagino que os ha traído buenos recuerdos esta entrada entonces ;)
- Guisante Verde, nosotros la visitamos como parte del blogtrip que se realizó a Polonia las pasadas Navidades (aunque no todos fuimos a verlas).
El plano está muy bien porque ayuda a entender la magnitud de los sitios que se visitan y la rutilla que se hace (viendo hasta que profundidad llegas).
a mí lo que me chocó fue lo de los caballos. Hasta ese momento no sabía que se metían caballos bajo tierra a trabajar. Se ve que corre el rumor de que éstos se quedaban ciegos pero allí nos lo desmintieron. Una visita curiosa, sin duda
Un saludo a todos y muchas gracias por vuestros comentarios :hello:
¡Qué sitio más bonito y curioso al mismo tiempo!
ResponderEliminarYo estuve hace unos años en Cracovia, pero únicamente visitamos la ciudad porque no nos daba tiempo a ir a Auschwitz ni a la mina de sal de Wieliczka; así que todavía lo tengo como pendiente.
Saludos,
Chelo
Qué sitios más chulos nos descubres en tu blog, Helena! La verdad que no había visto nunca ninguno así, ni parecido, y me ha impresionado mucho. Me ha recordado a la ciudad de las hormigas de la peli de AntZ o alguna de esas jejeje. Y lo de Juan Pablo II vale que esté unido a esa mina pero... Sangre!!! :S Qué cosas!
ResponderEliminarUn abrazo
¡Qué sitio más espectacular! Yo nunca he entrado en una mina y es algo que me apetece mucho hacer aunque no sé si mi claustrofobia me jugaría una mala pasada. Un saludo
ResponderEliminarMira que me dan yuyu los sitios cerrados, pero me encantaría visitarlas. Son espectaculares!
ResponderEliminar¡Hola chicas!
ResponderEliminar- Chelo, nosotros tampoco pudimos ir a Auschwitz (y mira que es una visita que me llama la atención) por falta de tiempo. Seguro que algún día que vuelva por la zona caen, porque son sitios que se han de ver una vez en la vida, ¿eh? Me alegro que te haya parecido curioso el lugar
- Aran, yo llevo una temporada de cuevas y antiguas minas que como siga así me especializo en la materia, jejeje. Pero la verdad es que son sitios que molan. Lo de las reliquias, en un país tan religioso como Polonia, no es de extrañar (sangre o lo que se tercie, jejeje)
- Alícia, aquí cada uno con sus miedos... (el mío es a las alturas). Aunque como son salas bastante amplias, no creo que te dieran miedo. En fin, ya me contarás si algún día te lanzas ;)
- Verónica, ¡no me digas! Otra claustrofóbica!! Ya te digo que son salas muy amplias y altas. Yo creo que lo podrías hacer...
Un saludote a todas y muchas gracias por vuestros comentarios :hello: