Seguimos con nuestra ruta por las
cercanías de Ámsterdam. Después de haber pasado parte de la mañana en Keukenhof y Haarlem, le tocaba el turno a los lugares conocidos, los sitios que se
visitan en la típica escapada desde Ámsterdam. En esta entrada me centraré en Zaanse
Schans.
Su nombre proviene de la
denominación que se le otorgó a las fortificaciones o “sconces” que se levantaron
allá por 1574 para impedir el avance de las tropas españolas durante la Guerra
de los Ochenta Años (la revuelta de las provincias holandesas contra el
poderoso, en aquel entonces, Imperio Español). Hoy en día no queda nada de
aquellas fortificaciones, aunque llegaron a existir 13 en la región del Zaan, siendo
la mayor de ellas (Kalver-Schans) la única que resistió el ataque español.
Si bien el pueblo existía o se
conocía desde entonces, su origen formal y el que le otorgó el aspecto
con el que hoy en día lo conocemos data del año 1961, cuando muchas de las viviendas,
molinos y graneros de la región del Zaan fueron traslados y reconstruidos allí,
para preservar el patrimonio histórico de la zona, mientras el resto de la comunidad
continuaba evolucionando.
Así Zaanse Schans es un pueblo
holandés que actúa como museo al aire libre en el que empaparnos
del pasado del país y comprender cómo era el modo de vida en la región allá por
los siglos XVII y XVIII. A mí me recordó al Museo de la Aldea que años atrás
vimos en Bucarest.
Muchas de sus casas históricas se
han transformado en tiendas de productos artesanales tales como quesos o zuecos
(donde además se enseña la manera de elaborarlos a los turistas), pero también
podremos encontrar un antiguo astillero, una vaquería y algunos molinos de viento
de más de 200 años de antigüedad, que todavía siguen funcionando.
Y aunque la zona es muy bonita,
con las casitas de madera de vivos colores (principalmente verde y blanco) reflejando
en las aguas de los miles de canales que cruzan la zona o del propio río Zaan,
la cantidad de gente que había, hizo que la visita me resultara algo agobiante.
Pero vamos por partes, cuando
llegamos allí, siguiendo la hilera de coches que iban delante de nosotras nos
dirigimos hacia el aparcamiento, cogimos el ticket (que a la salida tendríamos que pagar y validar) y ya nos tocó dejar el coche donde Cristo perdió
el gorro… Aquello estaba a tope de gente, aunque lo cierto es que parecía
bonito, el típico pueblo que a uno le viene a la mente al pensar en Holanda.
Después de dejar el coche nos
dirigimos a pie hacia el edificio de recepción o información que se encuentra
en la entrada. Nos comentaron que la visita al pueblo en sí es gratuita, aunque
hay un museo de pago allí mismo (el Zaans Museum & Verkade Pavilion) y, si se quiere entrar a alguno de los molinos, también hay que pagar un
ticket (de 4 euros por molino u optar por la Zaanse Schans Card, que
incluye la entrada a algunos museos de la zona y a uno de los molinos por 11,5
euros).
Con el mapa en la mano, echamos a
andar para recorrer la antigua ciudad. Uno de los primeros sitios en los que nos paramos fue
en la tienda de zuecos. Intentamos abrirnos paso por dentro pero aquello estaba
impracticable, lleno de gente. Me dio la sensación de que estaba dividido en
dos secciones, la propia tienda y una zona en la que se veía cómo se fabricaban...
Pero, en vista de cómo estaba el percal decidimos cambiar nuestra estrategia,
pasear por las calles, ver el pueblo desde fuera y olvidarnos de entrar a
ninguno de los sitios.
Pasear por Zaanse Schans es como
hacer un viaje al pasado, viendo todas sus casas de madera rodeadas de árboles
que parecen flotar en medio de los canales circundantes y a las que bonitos
puentes dan acceso. En el ambiente se respira paz y tranquilidad (si omitimos a
toda la gente que había y a la que, por momentos, lográbamos esquivar).
Tras pasear entre las viviendas
encontramos al fondo alguno de sus famosos molinos a orillas del río. En el
pasado la región albergaba muchos más de los que hoy se mantienen y al parecer fue
una de las primeras zonas industriales de Europa ya que allí se manufacturaban productos
de madera (puesto que se ve que fue allí donde, gracias a la invención en 1954 por
parte de Cornelis Corneliszoon van Uitgeest del cigüeñal, se instauró por
primera vez un molino de viento de madera aserrado, permitiendo cortar y moler la
madera de una forma mecánica; como muestran los molinos De Gekroonde Poelenburg
y Het Jonge Schaap), también allí se creaban pigmentos para pinturas (como por
ejemplo en el molino De Kat), o se hacían aceites (en los molinos De Zoeker y
De Bonte Hen) y mostaza (De Heisman).
Actualmente, los molinos crean un
bonito paisaje y se pueden visitar tres de ellos para ver cómo son por dentro.
En el conjunto de Zaanse Schans podremos
descubrir un pedacito de la más tradicional y auténtica Holanda.
Cuando terminamos de pasear por
la zona, regresamos a la entrada y después de comer en el restaurante (esta vez
pudimos innovar y tomarnos una sopa delante del típico sándwich, que parece ser
lo único que comen los holandeses a mediodía) dimos por finalizada la visita y
pusimos rumbo hacia los siguientes puntos de interés que queríamos ver… Nos
íbamos a adentrar el Waterland holandés.
¿Cómo llegar a Zaanse Schans en transporte público?
Si no tenéis la posibilidad de ir
en coche de alquiler o privado, la forma más fácil de llegar allí desde
Amsterdam es en tren o autobús.
- Si optamos por la primera opción, tendréis que coger un tren en la estación central de Ámsterdam que lleve a la estación de Koog Zaandijk. Desde la estación de Koog Zaandijk, el recorrido hasta la zona de los molinos no es complicado y se encuentra bien indicado
- Si optamos por el autobús deberemos coger la línea número 391 también en la Estación Central de Amsterdam y parar justo en Zaanse Schans. El trayecto dura en torno a media hora
[ Horarios y tarifas de Zaanse Schans ]
Me encantan estos pueblecitos holandeses, si por algo no hemos ido aún en fin de año a Amsterdam, es porque me gustaría visitar este país en primavera o una época en que se vea todo así de verde y florido :D
ResponderEliminar¡Un saludote!
Es un lugar precioso. Nosotros aún no hemos visitado Amsterdam (estamos esperando a poder ir cuando están todos los campos llenos de tulipanes) y tengo claro que este sitio sería una escapada que haríamos.
ResponderEliminarUn saludo.
Nosotros llegamos en tren desde Amsterdam. Aunque no deja de ser un museo y está explotado turísticamente al máximo, a mi me gustó mucho.
ResponderEliminar¡Hola chicos!
ResponderEliminar- José Carlos, desde luego es la fecha ideal para ir por allí... Nosotras llegamos incluso un poco pronto, que aún no habían florecido los campos de tulipanes.
- Notas de un viajero, la verdad es que es un lugar recomendable, pero intenta evitar ir en Semana Santa, que aquello estaba a tope de gente... debe ser un sitio muy famoso.
- Verónica, es un poco la misma impresión que me llevé yo... muy muy turístico, pero tiene ese toque de pueblito con encanto, en medio de paisajes preciosos...
Un saludo chicos!! :)
enero es buena epoca para visitar este lugar?
ResponderEliminarImagino que sí, aunque hará frío. Cada época del año tiene su encanto.
EliminarSaludos! :)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar