Tras haber dedicado gran parte de la mañana a recorrer a
fondo Colmar, cogimos de nuevo el coche para poner rumbo hacia el norte parando
en los que, para mí, fueron los pueblos más bonitos de la ruta: Kayserberg,
Riquewihr y Riberauvillé.
Visita de Kayserberg
Kaysersberg es sin duda uno de los pueblos más bonitos de la
Alsacia.
Situado en el valle del río Weiss (que atraviesa la
población de Este a Oeste) y rodeado de viñedos y montañas, esta pequeña
población, cuyos orígenes se remontan al año 1227, parece que se haya quedado
anclada en la Edad Media, cuando vivió su época de mayor esplendor, con sus
bonitas calles empedradas y esas preciosas casas de arquitectura tradicional
alsaciana.
Ubicada a escasos 12 km de Colmar, no tardamos mucho en
llegar a la población. Dejamos el coche en uno de los parkings que se han
habilitado a la entrada del pueblo, frente a la Poste, y desde allí comenzamos
a caminar, a través de su calle principal, la Rue du General Charles de Gaulle.
Enseguida llegamos al Ayuntamiento, un bonito edificio de
estilo renacentista, para parar justo después de éste en la Plaza Jean Ittel.
Allí se encuentra la Iglesia de la Sainte Croix (del siglo
XIII). Un templo que, habiendo comenzado a construirse en estilo románico, fue finalmente
acabado en época gótica. Su retablo mayor es una obra destacada de Jean
Bongratz (un artista natural de Colmar) del año 1518.
Detrás de la iglesia se encuentra la capilla de St. Michel que
acoge un osario que data del año 1463. Y al lado de ésta encontramos un
cementerio militar que conmemora a los caídos franceses en la II Guerra
Mundial.
De vuelta a la plaza de Jean Ittel pudimos ver la Fuente del
Emperador Constantino y, cerca de ella, la Casa Bonh que fue construida en
1601. Aunque ésta no es la única que destaca en el pueblo, pues a lo largo del paseo
son muchas las casas antiguas de vivos colores y bonitas fachadas de entramado
de madera talladas que nos alegrarán la vista.
Seguimos caminando para llegar a uno de los lugares más
bonitos de la localidad, que es objeto siempre de multitud de fotografías, el
Puente fortificado sobre el Río Weiss, que data de 1511.
Además, desde allí se apreciaba una bonita estampa del
castillo de Kayserberg situado en lo alto de la colina. Una pequeña ruta (en
la que al parecer hay un buen número de escalones) de una media hora te puede llevar hasta
el castillo medieval del siglo XII, desde las inmediaciones del puente (a
través de la Rue des Forgerons). Dicen que, siendo una visita gratuita, merece
la pena subir hasta lo alto de la torre, o por lo menos hasta el mirador que
hay en la base de ésta.
Nosotros, sin embargo, continuamos la ruta por la
ciudad. Nos acercamos hasta la Casa natal de Albert Schweitzer, el médico,
filósofo y teólogo protestante que recibió el premio Nobel de la Paz en el año
1954 y hasta la Maison Brief, otra bonita casa del siglo XVI.
Dadas las horas que eran decidimos sentarnos a comer en un
restaurante que tenía buena pinta, en el Restaurante Le Kayserberg.
Aprovechando que hacía buen día estuvimos en la terraza que tenía vistas al
río, y probamos alguno de los platos típicos de la zona.
Después de comer emprendimos el camino de vuelta hacia el
coche. Una de las antiguas torres de defensa del siglo XIII nos decía adiós mientras
continuábamos nuestra ruta.
¿Qué ver en Riquewihr?
La primera mención a la ciudad data del año 1094. En aquel
momento pertenecía a los condes de Horbourg que levantaron en 1291 una primera muralla
de fortificación. La denominación de ciudad le llegó en 1320, pero no fue hasta
el siglo XVI, cuando la industria vinícola se desarrolló en la zona, que ésta
prosperó. Y pese a pequeños daños sufridos con las dos Guerras Mundiales, se
conserva prácticamente como en aquel momento.
Riquewihr está incluida en el listado de pueblos más bellos
de Francia y está de sobra justificado…
No le faltan razones. Sin embargo, su belleza se veía también mermada
por la cantidad de gente que recorrían sus calles. Debimos habernos dado cuenta
de ello ya al aparcar, puesto que la ciudad estaba a tope de coches y nos costó
un poco dar con un sitio donde dejar el nuestro. Al final logramos dejarlo en
las cercanías de la iglesia católica (extramuros).
Desde allí, fuimos adentrándonos en el casco urbano, viendo
cada vez más y más gente.
Se puede decir que empezamos la visita en la Place de Voltaire,
donde se encuentra el Ayuntamiento, un edificio del año 1809 construido en
estilo neoclásico. El pequeño paso abierto en él hace las veces de la antigua
puerta de entrada a la muralla.
La calle principal, de nuevo denominada General de Gaulle,
nos hizo emprender la subida. En torno a ella se encuentran concentrados la
mayoría de los puntos de interés de Riquewihr. Por ejemplo, una bonita casa del
siglo XVI en el n°13 o en el 14 la más alta casa de estilo “colombages” de Alsacia.
Nos desviamos de la calle principal para hacer una pequeña
parada en la Rue des Trois Églises. La primera iglesia fue levantada en la Edad
Media, una iglesia parroquial consagrada a Santa Margarita. En el siglo XIV
otras dos iglesias se construyeron en su lugar, una de peregrinaje dedicada a la Notre-Dame y una pequeña capilla dedicada a Saint-Erard (para el
contiguo hospital existente). Con el tiempo la iglesia de peregrinaje se transformó en un presbiterio
protestante y la capilla del hospital en escuela. Pero en 1845 un pilar de la
iglesia colapsó y se derrumbó, así se construyó una nueva iglesia protestante en
aquel lugar.
Al lado encontramos una puerta de la antigua muralla. Tras
salir para ver los viñedos que rodean el pueblo regresamos a la calle principal.
Antes de subir a la Torre Dolder, decidimos desviarnos por una
calle que, atravesando el Barrio Judío, nos llevó hasta la Torre de los
Ladrones, la antigua prisión de la ciudad que fue construida el año 1550 con una altura de 18 metros, y la Maison Vigneron,
una casa del siglo XVI. Se puede hacer una visita conjunta de ambas, pero quizás lo más
llamativo sea la antigua sala de torturas de la torre que cuenta con
instrumentos originales. La entrada cuesta 4€. Existe un ticket combinado, para visitar la Torre Dolder también, que cuesta 6€.
Tras la visita regresamos a la Torre Dolder, uno de los
antiguos accesos a la ciudad construidos a la vez que las primeras murallas a
finales del siglo XIII (en el año 1291). En alsaciano la palabra
"Dolder" significa "el punto más elevado o la cima" y es que
con sus 25 m de altura y el aspecto militar de su fachada exterior mantenía lejos
a los enemigos. En el siglo XVI se
mejoró el aspecto de su fachada interior y comenzó a servir de residencia al guardián de la villa y a su
familia. Él cerraba las puertas por las noches y hacía sonar las alarmas en
caso de ataque o de incendios. La campana en la parte superior fue
restaurada en el año 1842 y lleva inscrito lo siguiente: "Esta es la
alegría que anuncia el ruido del día y el silencio de la noche".
Es posible hacer una visita a las 3 plantas de la torre, la
entrada cuesta 4€ y en la actualidad alberga un museo que muestra armas de defensa
de época.
Frente a la Torre Dolder encontramos una bonita fuente
conocida como Sinne que en la antigüedad se usaba de lavadero de artilugios
vinícolas. La columna central está coronada por un león que porta,
a su derecha el escudo de armas de los señores de Horbourg (propietarios de la
ciudad hasta 1324) y, a su izquierda el de la ciudad.
Al bajar de la torre salimos del casco histórico a través de
una enorme puerta de dos hojas de madera (del año 1536, probablemente la más
antigua de Europa) conocida como Puerta Alta. A finales del siglo XV el señor
de Riquewihr (el duque de Württemberg) se dio cuenta de que las murallas
existentes no eran suficientes para proteger la ciudad y levantó un segundo muro de piedra arenisca Vosges, reforzando también la barbacana y dotándola de un
puente levadizo. Y bordeando éstas nosotros regresamos al coche…
Tocaba poner rumbo al siguiente pueblo de la ruta.
Visita de Hunawihr
Habíamos visto que se trataba de otro pueblo de los
incluidos en la lista de pueblos más bellos de Francia y esperábamos encontrar
algo similar al anterior, pero… nada que ver. Se trata de un pueblo pequeño,
asfaltado íntegramente, con lo que ese encanto del suelo adoquinado se pierde, y
que en definitiva, no nos dijo nada.
Aunque en las afueras encontramos una interesante Iglesia fortificada
(Saint-Jacques-le-Majeur) que data de los siglos XIV y XV. Al parecer ésta sirvió
de calabozo y de refugio ante los ataques que sufría el pueblo. Antiguamente la
única puerta de acceso al bastión estaba coronada por una gran torre, que se
encuentra ahora parcialmente demolida.
Eso sí, desde la iglesia, pudimos disfrutar de unas espectaculares vistas del propio pueblo y de las colinas (sobre las que divisábamos los tres
castillos de la siguiente población que visitaríamos) y los viñedos aledaños.
¿Qué ver en Riberauvillé?
Los orígenes de Riberauvillé se remontan al siglo XIII (conocida
por aquel entonces como Rathaldovilare) cuando pertenecía a los Obispos de
Basilea. Más tarde cambió de manos, pasando a los dominios de los Señores de Rappoltstein.
En colinas cercanas presiden la ciudad tres castillos
pertenecientes a esta familia, el castillo St-Ulrich, el castillo Girsberg y el
castillo Haut-Ribeaupierre.
Empezamos nuestra visita en la Plaza de la 1ère Armeé. La
verdad es que la visita no tiene mucho misterio, tan solo hay que seguir hacia arriba
por la Grand Rue, la arteria principal de Riberauvillé, hasta el final del
pueblo. Los lugares de interés nos van saliendo al paso.
Así, nada más comenzar a andar, nos llamó la atención un
edificio llamado Pfifferhüs o la casa de los ménétriers (violinistas) que,
datando del año 1663, tiene curiosas figuras talladas en madera. Y es que, en el pasado, se conocía a la ciudad como “la ciudad de los juglares”, por la gran afluencia que tenía de músicos.
Seguimos la marcha y pasamos también frente a la Capilla de
Santa Catherine (del año 1346), que perteneció a un antiguo hospital. En ella
se encontraban enterrados algunos de los Rappoltstein. Fue restaurada en 1812, para ser utilizado el edificio como museo y sala de exposiciones.
Caminando llegamos a la Place de la Marie donde se halla el
Ayuntamiento. Éste es un bonito edificio que fue construido en el año 1773,
sobre una antigua posada. En el centro de la plaza se encuentra la Fuente de la
Republica, coronada por un león que sujeta el escudo de la ciudad.
Frente a éste se encuentra la Iglesia del Convento,
construida en 1452 como convento para agustinos.
Al fondo de la plaza se alza la Torre des Bouchers, construida
en el siglo XIII en el lugar donde estaba el viejo gremio de carniceros (de ahí
el nombre). Este sitio fue utilizado como prisión y en lo alto todavía se puede
ver el escudo de armas de los Señores de Rappoltstein. Esta torre es uno de los
pocos vestigios de las antiguas murallas y torres defensivas de la ciudad.
Continuamos caminando hasta la Plaza de la Sinne, antiguo
punto de reunión de los juglares y músicos que llegaban a la ciudad. En el
centro hay otra fuente. En ella podemos ver la escultura de
André Friedrich de 1862, que representa la agricultura y la industria.
Nos desviamos hasta la Iglesia de San Gregorio, de estilo
gótico construida entre 1282 y 1473. Habíamos leído que su interior alberga un
órgano del año 1700 que está clasificado como Monumento Histórico, pero estaba
cerrada para cuando nosotros llegamos.
Tras este recorrido dimos la vuelta para regresar por el mismo camino hacia al coche.
Como en el resto de pueblos que habíamos visto en la jornada, éste también está plagado de bonitas casas medievales de alegres colores y con el típico entramado de madera. Además había muchos negocios y mucha vida en sus calles.
Como en el resto de pueblos que habíamos visto en la jornada, éste también está plagado de bonitas casas medievales de alegres colores y con el típico entramado de madera. Además había muchos negocios y mucha vida en sus calles.
La jornada había dado mucho de sí. Así que, antes de poner
rumbo a Obernai, donde dormiríamos ese día, decidimos tomar un café en una de
las terrazas de la Plaza de la 1ère Armeé.
Un gran broche final para un día de turismo muy completo.
Un gran broche final para un día de turismo muy completo.
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