Tras el capítulo de Preparativos en el que explicábamos cómo montar una escapada en Fin de año en Estocolmo, vamos al lío, a ver lo que dieron de sí esos casi 4 días en la capital sueca.
700 años de historia han dejado en Estocolmo un importante legado repartido a lo largo de sus 14 distritos. En esta primera entrada os contaremos la ruta que seguimos durante nuestro primer día en la ciudad, centrándonos en descubrir principalmente Gamla Stan, la ciudad vieja, con sus bonitas calles tradicionales y edificaciones como el Palacio Real o la Catedral (entre otros). Pero en el que también pudimos acercarnos hasta Södermalm, uno de los barrios más animados de Estocolmo.
Pero vamos por partes, porque yo realmente había llegado a la ciudad el día anterior. Sin embargo, pese a que mi vuelo llegó a Skavsta a las 16:00h de la tarde, el posterior trayecto hasta el centro de la ciudad en bus hizo que no llegara al hotel hasta las 18:00h. Además, mis compañeras de viaje llegaban un poco más tarde desde otro destino, por lo que, entre pitos y flautas, la primera tarde en la ciudad no nos dio tiempo a más que dar un pequeño paseo en las cercanías del hotel. Principalmente deambulamos por la calle Kungsgatan, donde cenamos en un lugar de sushi bastante apañado, y por Drottninggatan, una calle peatonal repleta de tiendas por la que, aunque aún no lo sabíamos, pasaríamos prácticamente cada día de regreso al hotel.
Así, la mañana siguiente (un 30 de diciembre) le dábamos el pistoletazo de salida a nuestra escapada a Estocolmo por libre. La verdad es que no nos levantamos especialmente pronto ninguno de los días que estuvimos en Estocolmo. Pusimos el despertador a las 8.30-9:00h y bajamos a desayunar con tranquilidad al patio interior del Hotel Scandic Klara donde cargamos pilas para empezar con ganas a patear la ciudad.
Nuestra primera parada fue en la Plaza Sergelstorg donde se encuentra la oficina de turismo en la que íbamos a recoger la Stockholm Card que nos había cedido Visit Sweeden para esta escapada. También nos dieron una hoja con los horarios de los principales museos, pues en Nochevieja y Año Nuevo tenían horarios especiales o incluso cerraban.
Desde allí, ya con un plano la mano, comenzamos a andar en dirección a Gamla Stan. Llegamos a la plaza “Gustav Adolfs Torg” presidida por una estatua ecuestre de Gustavo II Adolfo. Allí encontraremos además varios edificios históricos: el “Arvfurstens Palats”, que es la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, el “Medelhavsmuseet” o museo de culturas prehistóricas del Mediterráneo y la “Kungliga Operan” u Ópera Real de 1898.
Cruzamos el puente Norrbro, que atraviesa la pequeña isla de Helgeandsholmen (que acoge el Riksdagshuset o parlamento sueco, construido allí a finales del siglo XIX), en dirección a la isla de Stadsholmen, sobre la que se asienta Gamla Stan, o la ciudad antigua.
Continuamos a través de la calle Slottskajen y bordeamos el Palacio Real, para llegar a la Catedral de Estocolmo dedicada a San Nicolás, Storkyrkan, la iglesia más antigua de la ciudad con más de 700 años de antigüedad.
La catedral fue edificada en estilo gótico en el siglo XIII pero hacia el año 1740 fue remodelada a cargo del arquitecto Johan Eberhard Carlberg en estilo barroco. No es una iglesia muy llamativa exteriormente, aparte de que, al encontrarse encajonada entre edificios, es difícil obtener una panorámica completa (quizás la mejor vista es desde la parte posterior, en Slottsbacken), pero su interior cuenta con varias obras de arte clásicas.
De todos ellas las más importantes son la estatua de San Jorge y el dragón (que data del año 1489) y la pintura Vädersoltavlan (que siendo del año 1520, es la más antigua de Estocolmo).
El precio de la entrada a la Catedral de Estocolmo es de 40 coronas por persona, aunque la entrada está incluida en la Stockholm Card.
Al salir de la catedral continuamos caminando por la calle “Trangsund” para ir a parar a “Stortorget”, la plaza más antigua de la ciudad y la más conocida. Acoge edificios de los siglos XVII y XVIII, siendo el más importante el antiguo edificio de la bolsa o Börshuset, que actualmente es un museo dedicado a los diferentes ganadores de los Nobel (que visitaríamos nuestra última mañana en la ciudad) y donde la Academia Sueca anuncia el premio Nobel de literatura.
En mitad de la plaza aún podíamos ver un gran árbol de Navidad junto al Stortorgsbrunnen el pozo que marca el centro de Estocolmo.
Eran ya cerca de las 12:15 h, hora a la que se hace el cambio de guardia en el Palacio Real (Kungliga Slottet), por lo que decidimos acercarnos. Pensábamos que éste tenía lugar en la entrada situada en Slottsbacken, pero al acercarnos no vimos especialmente movimiento (luego nos dimos cuenta de que realmente se realiza en el patio exterior de la entrada oeste del palacio), por lo que decidimos entrar a visitar el Tesoro (incluido en la tarjeta de visita de la ciudad, si no 150 coronas) ya que se accedía justo por donde nos encontrábamos.
El “Skattkammaren” o Cámara del Tesoro contiene las insignias y emblemas reales. A mí me resultó algo pequeño, pues consta de apenas tres salas con urnas en las que se muestran coronas, armas y joyas de algunos monarcas suecos como la espada de Estado de Gustav Vasa, la corona, el cetro y el orbe de Erik XIV, o la corona de Luisa Ulrika, entre otros. En la entrada puedes hacerte con un folleto (en diversas lenguas, incluido el castellano) en el que se explica cada una de las piezas expuestas.
Al salir de allí, vimos que la entrada al resto del Palacio (apartamentos y Museo de las Tres Coronas) se realizaba desde el lateral y justo cuando llegamos estaba comenzando el cambio de guardia, por lo que al final pudimos verlo. Fue una ceremonia bastante sencilla y rápida.
Cuando finalizó se reabrió el paso y entramos a los apartamentos del Palacio. Existen visitas guiadas, pero la siguiente iba a tener lugar una hora después e iba a ser en ruso, por lo que continuamos la visita por nuestra cuenta.
El Palacio Real fue construido en base a los diseños del arquitecto Nicodemus Tessin, sobre los restos de la antigua fortaleza de Tre Kronor (Tres Coronas), que había sido levantada en el siglo XIII por el fundador de la ciudad, Birger Jarl, pero que en 1697 sucumbió ante un incendio.
De las 1.430 habitaciones que consta el Palacio, en nuestra visita podremos ver una pequeña parte de ellas como las áreas privadas de la antigua residencia de la familia real, la Capilla Real, la Biblioteca Bernadotte y salas para eventos y recepciones oficiales (como la sala de Estado “Rikssalen” y la Salas de las Órdenes de Caballería “Ordenssalarna”).
A continuación, hicimos una rápida visita al museo Tre Kronor o de las Tres Coronas (el emblema de la casa real sueca) donde se muestran algunos restos arqueológicos de la antigua fortaleza sobre la que se construyó el actual palacio.
Terminada la visita al Palacio, descendimos por Storkyrkobrinken, hasta llegar al Palacio de Justicia o “Bondeska Palatset” (del siglo XVII), antigua sede del Tribunal Supremo y tras él, la Casa de la Nobleza o “Riddarhuset”, un edificio construido en el siglo XVII en estilo barroco por encargo de la nobleza que ha sido calificado como uno de los más bellos de la ciudad.
Desde allí podíamos acercarnos a la isla de Riddarholmen. No iríamos en esta ocasión, sino que lo haríamos la última mañana en la ciudad, pero llamaba la atención la imponente iglesia Riddarholmskyrkan, en la que hay enterrados algunos reyes suecos. Su campanario se divisa desde muchos puntos de la ciudad. En la isla, aparte de la iglesia, podremos encontrar otros edificios históricos, como el “Stenbockska Palatset”, un palacio del siglo XVII o el “Wrangelska Palatset”, cuya torre sur formaba parte de una antigua fortificación del siglo XV.
Regresamos a Gamla Stan, para continuar caminando por Stora Nygatan, una de las calles principales del casco antiguo, en busca de un lugar en el que comer. Acabamos en un lugar llamado Café y Bistro donde tomamos las típicas albóndigas suecas o kotbullar y una ensalada de atún.
Tras el pequeño break, salimos del bar y continuamos la ruta. Nos dirigimos por la misma calle hacia el sur, hasta desembocar en la plaza Kornhamnstorg. Al parecer aquí se encontraba el puerto al que llegaba el grano proveniente del resto de ciudades del lago Mälaren.
Ascendimos hasta la calle Västerlånggatan (que antiguamente era una calle que quedaba fuera de la ciudad, bordeando las murallas), para acercarnos al callejón de Mårten Trotzigs Grand, el más estrecho de la ciudad con 90 cm de ancho. Un lugar curioso por el que pasan todos los turistas (y nosotras no íbamos a ser menos).
Deberíamos habernos desviado después a la Tyska Kyrkan (aunque la veríamos el último día también), la "iglesia alemana" del siglo XVIII cuyo imponente campanario domina Gamla Stan. Sin embargo, fuimos en dirección contraria, dejábamos atrás Gamla Stan, para cruzando el canal de Söderström, continuar la ruta hacia el casco antiguo de Södermalm.
Podíamos divisar a los turistas en la plataforma del Katarinahissen, un ascensor que conecta el barrio de Slussen con el barrio elevado de Mosebacke; por lo que imaginamos que allí existirían buenas vistas de la ciudad y para allá que fuimos. El ascensor estaba cerrado (en obras) pero había unas escaleras que conducían justo al final de la pasarela, y emprendimos el ascenso a pie.
Pese a lo turístico del lugar, no me parecieron unas vistas espectaculares. La propia torre del ascensor molestaba un poco en la panorámica y el hecho de que gran parte de Slussen estuviera levantado en obras no ayudaba en la labor. Aunque si podíamos divisar Gamla Stan, que, tras haberlo recorrido, ya distinguíamos los campanarios de Riddarholmskyrkan, Storkyrkan y Tyska Kyrkan.
Hacia el otro lado de la pasarela, podíamos divisar las islas de Djurgården y Beckholmen, por donde pasaríamos los dos días siguientes.
Tras hacer las fotos de rigor, salimos de la plataforma para continuar caminando por "las alturas de Södermalm" (como se conoce a Mosebacke). Llegamos a Mosebacke Torg y a la cercana iglesia de Katarina, una de las más grandes de Estocolmo, que data del siglo XVIII. En su cementerio están enterradas varias celebridades, entre ellas Anna Lindh, la ministra de exteriores sueca asesinada en 2003.
Descendimos de nuevo a Slussen y, tras parar a hacer un breve descanso en un café, seguimos la ruta por la calle “Hornsgatan”.
Nos tropezamos con la bonita iglesia de Sta. Maria Magdalena y algo más adelante con el parque Mariatorget, una animada plaza con una bonita fuente en su centro de Anders Henrik Wissler de nombre “La pesca de Thor” (Tors fiske), que representa el dios nórdico Thor enfrentado a la serpiente marina gigantesca Jörmundgander, hija de Loki. La plaza es también uno de los puntos incluidos en la ruta Millennium.
Sin embargo, nuestra meta era el Monteliusvägen, un paseo peatonal que va siguiendo el acantilado que da al Mälaren y desde el que hay unas vistas increíbles de Gamla Stan, Riddarholmen y Kungsholmen (en la que aún no habíamos estado).
Hicimos el paseo de cabo a rabo. La lástima fue que estaba anocheciendo y rápidamente nos quedamos sin luz. Además, se formó algo de hielo en el suelo y el paseo se convirtió en una completa aventura para intentar no matarnos con los múltiples resbalones que sufrimos… pero, pese a estos inconvenientes menores, me resultó un paseo precioso.
El paseo termina en la calle Bastugatan prácticamente al lado de otro de los puntos de interés de la ruta Millennium: el apartamento del protagonista Mikael Blomkvist.
Pese a no tener ya luz solar, no era excesivamente tarde, y aún podíamos estirar algo más el día, pero claro, en algún lugar cubierto o museo. Tras comprobar los horarios de apertura decidimos acercarnos al Museo Fotografiska, uno de los más visitados y famosos de Estocolmo.
Fue inaugurado en el año 2010, en el interior de un edificio Art Nouveau del año 1906 que, en otros tiempos fue un control aduanero. El Museo muestra obras de los más renombrados fotógrafos contemporáneos. Y la verdad es que me resultó un museo muy curioso. La entrada cuesta 120 coronas, pero está incluida también en el pase de la ciudad.
Al acabar la visita, decidimos ascender de nuevo a otro mirador que había justo enfrente del museo. Las escaleras Söderbergs trappor nos llevaron hasta la calle Fjällgatan, literalmente "la calle de la montaña". Sus hermosas casas del siglo XVIII te transportan a otra época
Tras tomar un nuevo café en un restaurante nos dirigimos al mirador sobre la bahía de Saltsjön. Imagino que en condiciones normales y sin obstáculos de por medio las vistas deben ser bonitas pero un señor barco crucero del tamaño de un rascacielos había atracado frente al Fotografiska y no se veía un carajo…
Así, emprendimos el camino de vuelta hacia el hotel caminando. Poco a poco dejamos atrás la zona de Fjällgatan y llegamos de nuevo a Slussen.
Cruzamos el puente y regresamos a Gamla Stan pero esta vez decidimos ir por la parte este de la isla. Tomamos Österlånggatan, la simétrica a Västerlånggatan, que habíamos recorrido poco antes, y que, al igual que aquella, se usaba para entrar y salir de las murallas de la ciudad.
Pasamos junto al Köpmanbrinke, una especie de calle elevada famosa por la estatua de San Jorge y el dragón, copia en bronce de la que habíamos visto en la catedral.
Llegamos al Palacio Real que de nuevo bordeamos para, cruzando por Stallbron y Riksbron, adentrarnos por Drottninggatan. Vimos un restaurante que no tenía mala pinta y decidimos cenar antes de poner rumbo al hotel y dar por finalizada la jornada.
El día había dado mucho de sí y habíamos visto gran parte de los lugares de interés de la ciudad. Los siguientes días nos lo tomaríamos con más calma. Ahora tocaba descansar.
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