Amanecía en Rovaniemi. Para nuestra segunda jornada en la capital de Laponia, no teníamos planeada ninguna excursión o tour, no, los planes iban por otros derroteros… Por fin íbamos a conocer y estar frente a frente con el grandullón barbudo al que esperamos año tras año con tanta ilusión, ¡a Papá Noel! Para ello nos acercaríamos hasta Santa Claus Village, donde él vive.
Esta vez sí… No teníamos restricciones de horarios. Simplemente habíamos mirado las horas de salida del autobús de la línea 8, para convenir con nuestros anfitriones el desayuno que en esta ocasión, degustaríamos como Dios manda.
Con el estómago lleno pusimos rumbo a la parada del autobús… Con el paseíto que nos habíamos dado por la ciudad el día anterior, ya nos situábamos más o menos bien y nos resultó fácil de localizar ya que para cuando llegamos había una buena cola de gente esperando su llegada.
En cosa de 5 minutos llegó el autobús y allá que fuimos. Un ticket de ida y vuelta y tras 15 minutos de ruta (tras haber hecho una primera parada en el Santa Park) llegábamos al hogar de Papá Noel. El lugar en el que la palabra Navidad cobra sentido, aunque, en el fondo, no deja de ser un complejo turístico con diversas atracciones (como el Snowman World o lugares donde dar un paseo en trineo de renos, de huskies o en moto de nieve), algunas tiendas, restaurantes e incluso un hotel en el que hospedarte.
En autobús nos dejó frente al edificio de recepción (Santa Claus Gift Shop) y allá que fuimos. Justo en la entrada estaba la caseta de información (donde nos hicimos con un plano del lugar), una pequeña exposición relativa a la navidad (con belenes o un lego), algunas tiendas y un pequeño restaurante. La puerta trasera daba acceso directo al Santa Claus Village.
Allí, frente a la explanada que se abre justo en el centro del parque, como no podía ser de otra forma, se encuentra la casa en la que trabaja Papá Noel.
Fue gracias a la visita en 1950 de la primera dama de Estados Unidos, Eleanor Roosevelt, que se decidió construir una pequeña cabaña en ese mismo lugar, justo a la altura del círculo polar, que había quedado destrozado tras la II Guerra Mundial (como muchos otros lugares de Finlandia). Alrededor de ella se desarrolló Napapiiri, un pequeño pueblo con poco más que tiendas, en el que en 1985 Papá Noel decidió instalar su oficina y taller.
Y ahí estábamos, tan cerca… Que no lo dudamos un momento. Fuimos allí de cabeza. Al entrar, los elfos de Santa nos fueron guiando por un camino que nos llevaría directos a él.
Por los pasillos algunas explicaciones acerca de cómo se las ingenia Papá Noel para poder repartir todos los regalos en una sola noche. Y es que, ahí donde lo vemos, Papá Noel puede controlar el eje principal de la Tierra, pudiendo para la rotación de nuestro planeta con sólo accionar una manivela. De esta forma, mientras nosotros dormimos plácidamente, él se las ingenia para llegar a todos los rincones del planeta y repartir todos los regalos en una noche.
Había cola. Mucha gente aguardaba su turno, pero poco a poco nos íbamos acercando al destino. Subimos al piso superior. Y ya, justo antes de entrar un elfo ofrece la compra de un regalito que Papá Noel puede esconder detrás de su silla para dárselo a los más peques cuando entren.
La visita es gratuita y te permite disfrutar de un par de minutos con él, pero no se permiten fotografías (podrás comprar las oficiales, junto con un vídeo de la visita, a precio de oro, al acabar la misma).
Inevitablemente a las puertas de su oficina los nervios y la ilusión nos invaden… Tantos años esquivándonos, escondiéndose de nosotros, pero dejándonos los regalitos que tanto anhelábamos de forma puntual cada 25 de diciembre y por fin íbamos a conocerle. Joulupukki, como se le conoce en Finlandia, nos recibía en su oficina.
La visita (la de cada persona que pasa por su oficina) se emite en directo por internet desde la siguiente dirección http://santaclauslive.com/, así que, puedes avisar a la familia antes de entrar para que te vean interactuar con este entrañable personaje de larga barba blanca.
Hablamos en inglés, ya que no se defiende especialmente bien en español, y qué decir… amable y amigable, tal y como uno se lo imagina. Nos estuvo contando cómo una tormenta le complicó el viaje este año…
A la salida puedes hacerte con las fotos que te han hecho en el estudio durante la visita, a precios exorbitados: 30€ la copia en papel grande, 35€ por cinco copias pequeñas o 60€ por un kit en formato digital completo incluyendo también el video de tu conversación con Papá Noel. Pero ya que estás ahí ¿qué vas a hacer? Evidentemente, llevártelas. El pack completo además.
Habíamos hecho ya la visita más importante de la jornada, pero aún quedaba mucho Village por descubrir. Plano en mano empezamos a recorrer el resto de lugares…
Pasamos por la granja de renos, donde podías contratar un pequeño paseo muy similar al que habíamos realizado el día anterior y ver cómo vivían los antiguos pobladores de Laponia, en tiendas con estructura de madera y cubiertas de pieles de reno. El paseo, a precio de oro también, 17€ el trayecto de 400m y 33€ el de 1000m.
Tras la granja había un restaurante que tenía una pinta estupenda y dado que era ya hora de comer nos planteamos el hacerlo allí… Sin embargo, decidimos entrar antes al Snowman world (restaurante de hielo) para ver si preferíamos hacerlo allí.
La entrada es de pago (25 euros por persona) pero es curioso hacerle una visita. Además, que no se trata sólo del restaurante de hielo y el bar, puedes pasar también a ver también las habitaciones del hotel, e incluye también una zona de juegos exterior con una pequeña pista de patinaje y toboganes en los que tirarte dentro de un gran donut. ¡Vamos! Yo disfruté como una enana. No me quería ir de allí…
Finalmente decidimos no comer allí, aunque no le hicimos ascos a un par de tapones de vodka. Pero vamos, solo por el hecho de entrar en calor… jejejeje
Cuando me obligaron a dejar de tirarme por el tobogán de hielo, salimos de allí y nos acercamos a la oficina de correos. Se trata de una pequeña oficina desde la que podremos enviar cartas o postales con el matasellos de uno de los lugares más especiales del mundo.
Hasta allí llegan también miles de cartas de niños todo el mundo que esperan ser leídas por nuestro amigo Santa. La dirección de Papá Noel es Joulupukki, Joulumaantie 1, FI-96930 Napapiiri.
Y ya que estábamos allí, habíamos leído que también podíamos encargar a Papá Noel que el año siguiente (justo antes de Navidad) envíe una carta y un detallito a nuestros familiares, rellenando un pequeño formulario (por 7,90 € cada envío). Familia, ya nos contaréis… ¿a ver qué os dice el año que viene?
Estuvimos merodeando por algunas tiendas de los alrededores. En el exterior ya había anochecido y el poblado se mostraba precioso con luces de colores y un gran árbol de navidad. Desde el edificio del hogar de Papá Noel una línea luminosa de color azul señalaba la posición teórica del círculo polar ártico, a 66 grados, 32 minutos y 35 segundos.
Existen otros lugares que ver en la villa como la granja de huskies, una granja de libre acceso en la que se puede ver cómo se crían y educan estos animales cuya mayor motivación es correr por la nieve. Pero si quieres probar la experiencia tocará desembolsar 25€ para un recorrido de 400m o 35€ para otro de 1000m. Nosotras teníamos un tour cerrado para hacer esta actividad el día siguiente, por lo que no nos acercamos si quiera.
Habíamos visto que en breve iba a salir un autobús de regreso hacia Rovaniemi, mientras que el siguiente no lo haría hasta dos horas después, así que pusimos rumbo de nuevo hacia el edificio de recepción… No sin antes hacer otra turistada. En la caseta de información, por 50 céntimos de euro, te pueden poner un sello en el pasaporte indicando que has cruzado el círculo polar. Ya sabes lo que nos gusta sellar el pasaporte, así que ahí lo llevamos para nuestro recuerdo. Por algo más, 4,5 € puedes hacerte también con un certificado de paso del círculo polar. A nosotras en la actividad del día anterior ya nos habían dado uno, así que, a otra cosa, mariposa.
Como curiosidad, podéis ver vuestras andanzas por el lugar a través de una webcam que transmite en directo todo lo que pasa por aquellas latitudes. Por último, aunque abre todos los días, conviene chequear los horarios antes de nuestra visita.
Pues bien, tras una completa jornada en el Santa Claus Village, nos montamos de nuevo en el autobús nº8 y pusimos rumbo de vuelta a Rovaniemi. Era ya bien entrada la tarde (si no recuerdo mal en torno a las 16h) y todavía no habíamos comido. Así que echamos mano de nuevo de TripAdvisor para probar algún otro restaurante que estuviera abierto aún y no tuviera malas críticas. De esta forma, acabamos en el Restaurante Amarillo, que tenía comida tipo americana.
Cuando terminamos de comer, salimos del restaurante que estaba en plena calle Koskikatu, la arteria principal sobre a que se concentran unos cuantos centros comerciales, restaurantes, tiendas y hoteles, para dar rienda suelta a nuestras ansias de compras…
Cuando terminamos de comprar algunos pequeños recuerdos y algo de comida para las cenas, no era excesivamente tarde y aunque el Museo Arktikum o el Pilke ya estaban cerrados, vimos que el Korundi estaría abierto hasta las 8 por lo que decidimos acercarnos a conocerlo.
Alojado en uno de los pocos edificios que permanecieron intactos en Rovaniemi tras la Segunda Guerra Mundial y que fue originalmente construido (en 1933) como almacén para camiones de correo, la Casa de la Cultura de Korundi es la sede del Museo de Arte de Rovaniemi y de la Orquesta de Cámara de Laponia. El museo muestra exposiciones de arte moderno finlandés y alguna exhibición temporal. Durante nuestra visita pudimos ver también una zona dedicada a la joyería finlandesa.
Al acabar de visitar el museo, regresamos a nuestro Bed and Breakfast. Era ya hora de cenar y descansar. De no tener nada planificado para la jornada… al final no habíamos parado. Yo pensaba que nos daría tiempo a ver el Santa Park el mismo día que el Santa Claus Village pero al final fue imposible (además que éste cerraba bastante más temprano).
El día siguiente tocaba paseo con los huskies, otra de esas ansiadas excursiones.
¿60 euros el pack completo? Madre mía cómo se pasan! Pero claro, ya que estás allí, cómo no cogerlo?? Yo también lo habría pillado! Qué ganas de llevar a Iris a conocer a Santa Claus!
ResponderEliminarPara los niños... imagínate. La ilusión de su vida. Como para no llevarte el pack, ¿no?
EliminarUn besote MC