Tras visitar San Marino, la ruta nos llevaría a otras dos
bonitas poblaciones cercanas: en primer lugar a una de las capitales del
Renacimiento italiano, Urbino, y más tarde a la ciudad medieval amurallada de
Gradara. Acabamos el día en Bolonia, ciudad a la que dedicaríamos la siguiente
jornada.
Visitar Urbino. ¿Qué ver y hacer en la ciudad de origen de Raffaello Sanzio?
El origen de Urbino se remonta a la época romana, cuando se
formó una pequeña villa denominada Urvinum, pero no fue hasta el siglo XV cuando
la ciudad vivió su máximo esplendor y fue dotada de la gran riqueza histórica y
artística, que aún hoy perdura.
El antiguo burgo, con sus edificios de piedra arenisca y
protegido por una gran muralla, pasó a convertirse en el siglo XV en la “cuna
del Renacimiento” siendo la referencia y marcando las pautas del arte y la
arquitectura europeas de la época y, gracias a ello, entró a formar parte de la
Lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Todo ello se debe a Federico de Montefeltro, el duque que
transformó la ciudad y atrajo a muchos grandes de las artes renacentistas
italianas como Piero della Francesca, Leon Battista Alberti, Luciano Laurana o al
padre de Rafael, Giovanni Santi, entre otros.
Nuestra visita comenzó entrando a la parte amurallada de la
ciudad a través de la Porta Santa Lucia. Caminamos a través de la vía D.
Bramante para, de camino al centro, encontrarnos con la Chiesa di Santo
Spirito, el Orto Botanico y el Palazzo Albani.
Al final de la calle, en la esquina con la Via Raffaello
encontramos el lugar de nacimiento de Rafael. Allí, en el antiguo barrio
artesano, nació Raffaello Sanzio el 28 de marzo 1483. El joven pasó su infancia
formándose en el taller de su padre, que era uno de los artistas de la corte y
precisamente en la casa-museo, podremos ver ese taller, que hoy en día acoge
algunas exposiciones temporales. En el museo se pueden ver además diversos
objetos que pertenecieron al artista y algunas de sus obras tempranas como el
fresco que adorna su antiguo dormitorio, la “Virgen con el Niño”.
Continuamos nuestra ruta, en dirección hacia la Piazza
S.Francesco, donde se halla la iglesia de idéntico nombre. La Iglesia de San
Francisco es una de las iglesias más antiguas de Urbino y su interior alberga
los restos de algunos famosos habitantes de la ciudad como los padres de
Rafael.
Cerca nos encontramos con la Piazza della Repubblica, el
centro neurálgico de la ciudad. Allí, aparte de algunos edificios históricos
(como el Palacio de los Escolapios y el Palazzo Albani), se agrupan las
cafeterías y es donde más vida y ambiente respira la ciudad… Tanto, que fue por
allí por donde decidimos sentarnos a comer.
Con fuerzas renovadas ascendimos ligeramente a través del
Corso Garibaldi para descubrir el Teatro Sanzio (frente al que se halla la
famosa rampa helicoidal de la ciudad) para regresar de nuevo a la plaza y
continuar nuestra visita a través de la via Vittorio Veneto. A nuestro paso
iban saliendo antiguos palacetes y bonitas casas burguesas como el Palazzo
Comunale o el Palazzo Corboli.
También en la Piazza de Federico, se agrupan alguno de estos
edificios: el Palazzo Ubaldini-Ivarra, el Palazzo Benedetti, el Oratorio della
Morte, el Palazzo Arcivescovile o el Museo Diocesano “Albani”.
Sin embargo nuestra vista ya había fijado el objetivo en la
contigua Catedral, la iglesia más importante de la ciudad. De apariencia
majestuosa, con siete estatuas de santos custodiándola, inevitablemente llama
la atención. La arquitectura actual es el resultado de varios proyectos de
renovación. La iglesia original (construida en 1021) fue modificada por
Francesco di Giorgi Martini (el arquitecto de confianza de Federico da
Montefeltro), pero un terremoto en 1789 la destruyó. Así, fue el arquitecto
romano Giuseppe Valadier el que diseñó la actual catedral, en estilo
neoclásico.
Frente a la catedral, y casi formando parte del mismo
edificio, nos encontramos con el Palacio Ducal levantado en 1444 por orden de
Federico da Montefeltro para mostrar la magnificencia del ducado de
Urbino.
Varios arquitectos, como Maso di Bartolomeo, Luciano Laurana
y Francesco di Giorgio Martini, participaron en su construcción durante más de
30 años. El resultado es el grandioso edificio que hoy en día podemos admirar,
con rincones muy conocidos, como la “fachada de las torres” o “el armario”.
En la actualidad el Palacio Ducal alberga la Galleria
Nazionale delle Marche con obras de Rafael (Retrato de una dama), Tiziano (la
Resurrección y la Última Cena) y Piero della Francesca (La flagelación de
Cristo y de la Virgen de Senigallia), además de muebles, esculturas, tapices y
dibujos de la época.
Tras visitar el Palacio Ducal, salimos de nuevo a la plaza
para ver, bajo un sol de justicia, el obelisco egipcio (uno de los 12 obeliscos
auténticos presentes en Italia y donados a Clemente XI en honor de su
pontificado) y visitar la Iglesia de San Domenico, construida en estilo gótico
en 1365 por la orden de los dominicos.
Terminamos nuestra ruta a pie dejándonos llevar por el
centro de la ciudad y callejeando sin rumbo fijo… A nuestro paso íbamos
encontrándonos con otros edificios emblemáticos: palacios, iglesias, antiguos
monasterios, etc…
Volvimos a coger el coche y nos acercamos con él hasta
Piazzale Roma donde pudimos ver un nuevo homenaje de la ciudad a su artista,
el “Monumento a Raffaello”.
Desde allí
nos acercamos hasta la Fortezza Albornoz, construida en el pasado con fines
defensivos, hoy en día alberga un museo de las armas. Aunque lo mejor, sin
lugar a dudas es relajarse en el césped o en alguno de los bancos que allí
encontramos, disfrutando de las espectaculares vistas de Urbino.
Ahí pusimos punto y final a nuestro paso por Urbino. Nos
quedaron algunos lugares pendientes como el Oratorio San Giovanni, que cuenta
con un par de frescos interesantes del siglo XV, el Oratorio de San José o la
Iglesia de San Bernardino que, ubicada a dos kilómetros del centro histórico,
alberga los restos del duque da Montefeltro.
Tras la visita de Urbino, pusimos rumbo hacia la siguiente
población de nuestra ruta: Gradara
La ciudadela medieval de Gradara, ¿qué visitar?
A tan sólo 32 km en coche de Urbino nos esperaba esta bonita
ciudad fortificada medieval.
Cuando uno se acerca en coche lo primero que se ve a lo
lejos es el castillo, que se alza imponente sobre una colina de 142 metros, con
su torreón de 30 metros dominando el valle. De hecho la construcción del
castillo comenzó por éste, que en 1150 fue mandado construir por la familia De
Griffo. Más tarde, entre los siglos XIII y XIV, otra familia, los Malatesta,
levantaron la fortaleza y la doble muralla de la ciudad, otorgando a la ciudad
su aspecto actual. Los Malatesta perdieron la ciudad en 1463, cuando Federico
de Montefeltro otorgó el castillo a las milicias papales… Así Gradara pasó por
distintas manos, entre las que destacan familias tan conocidas como los Borgia
o los Medici.
La ciudad es bonita, con empedradas calles repletas de
tiendas de souvenirs, aunque quizás se encuentre demasiado masificada de
turistas; pero lo que resulta impresionante es el castillo. Su buen estado de
conservación se debe al ingeniero Umberto Zanvettori que, en torno a 1920 lo
sometió a una profunda renovación. Entrar en él es una verdadera maravilla, con
las salas estupendamente decoradas… Me recordaba al palacio de Peles que tanto me gustó en Rumanía. Lo curioso del lugar fue que al entrar nos hicieron firmar
un documento comprometiéndonos a no subir ninguna foto de su interior a
internet… ¿me verían cara de bloguera?
Cogimos una entrada que permitía entrar al castillo y subir
a las murallas y me parecieron ambas visitas bastante recomendables.
Gradara es también conocida por ser el lugar en el que se
produjo la trágica historia de amor de Paolo y Francesca, que Dante nos narró
en la Divina Comedia.
Así, tras visitar Gradara, nos metimos de nuevo en el coche
y pusimos rumbo a Bolonia, a la que llegamos ya de noche, justo a tiempo de
cenar… y aunque esa noche dimos un pequeño paseo, la visita a la ciudad la
haríamos el día siguiente.
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Hola! Me ha gustado mucho tu blog. Me podrías decir cuanto tiempo Le dedicaste a visitar Urbino y gradara? Gracias
ResponderEliminarHola! Pues fueron visitas relativamente rápidas. A Urbino hace falta dedicarle algo más de tiempo (como 2
horas). Gradara se visita muy rápido, es muy pequeñita... te diría que como cosa de 1 hora.
EliminarUn saludo