Para nuestra última mañana en
Berlín estuvimos barajando varias opciones: una de ellas era visitar el campo
de concentración de Sachsenhausen, sin
embargo hacía relativamente poco que habíamos visitado el de Dachau y pensamos
que iba a ser un poco más de lo mismo (aparte de que, los días de vuelo a
Cintia no le gusta escaparse muy lejos del aeropuerto)… así que decidimos
explotar un poco más el pase de Museos que teníamos (ver capítulo de Preparativos) y dedicarnos a recorrer
alguno de los que se nos habían quedado pendientes en las jornadas
anteriores.
Como ya os dije la oferta
cultural en Berlín a este respecto es inmensa por lo que costará decantarse por
alguno. Finalmente nosotras visitamos el Centro de documentación del Muro de
Berlín y el Museo Judío.
Memorial y centro de documentación del Muro de Berlín
El día anterior, de camino a Berliner
Underwelten, habíamos visto este centro y la verdad es que desde la distancia me
llamó la atención. No estaba muy lejos del hotel y decidimos acercarnos allí a
primera hora de la mañana.
A lo largo de Bernauer Straße recorrimos
una exposición exterior formada por multitud de paneles (dotados algunos de
ellos incluso con pistas de audio e incluso vídeos) que ofrecían información
acerca de la historia del Muro de Berlín y recordaban la época de la división
alemana.
La repercusión del Muro fue más
dura (si cabe) allí, en Bernauer Straße,
donde se encontraba una de las alineaciones de la frontera… Así, el 13 de
agosto de 1961, cuando de la noche a la mañana se levantó casi por completo el Muro
(de alambrada en una primera instancia) todo cambió para los habitantes de la
calle... Sus habitantes tenían la práctica totalidad de sus casas en la Alemania
del oeste, pero la entrada principal pertenecía al Berlín del este. De golpe, familias
y amigos se encontraron separados por una frontera prácticamente insalvable. Los
paneles nos relataban cómo familias enteras saltaron desde las ventanas de sus
casas en busca de libertad, provocando que la RDA tapiara las ventanas y que la
gente fuera desalojada de sus viviendas… Ahí fue cuando yo comencé a darme
cuenta de la dureza de la situación.
La exposición al aire libre se
divide en varias secciones y cada una de ellas está dedicada a un tema
diferente. Nosotras comenzamos la visita desde el cruce con Brunnen Straße por
lo que hicimos la visita en el orden contrario…
La zona D (a la que nosotras no
dedicamos mucho tiempo) da una idea de cómo era la vida cotidiana a lo largo del
muro. La sección C explica la geometría del muro, cómo se realizó su
construcción y las mejoras que sobre él se introducían para prevenir las fugas…
Sobre el suelo se pueden ver los cimientos de los obstáculos que se ponían para
evitar las fugas con vehículos o las trazas de túneles que fueron excavados
bajo el muro…
Allí encontramos también la Capilla
de la reconciliación. La Iglesia de la reconciliación que allí hubo hasta el
año 1985, fue demolida aquel año por encontrarse en mitad de la trayectoria del
Muro. Así tras la caída de éste, fue reconstruida sobre sus antiguos cimentos la
pequeña capilla de madera que hoy en día vemos allí y en la que actualmente son
habituales los servicios en memoria de las víctimas del Muro.
En la acera de en frente nos
encontramos con el Centro de visitantes y de documentación. Construido en 2009,
es gratuito y es el mejor lugar para empaparse de la historia del Muro, desde
su construcción en 1961, hasta su final y derribo en 1989, reviviendo alguna de
las historias y dramáticos sucesos que vivieron las familias que quedaron
separadas en una ciudad dividida.
Desde la torre del centro además hay
una panorámica en la que se puede ver las partes que se conservan de la antigua
frontera y una recreación al detalle de la línea fronteriza con una torre de
vigilancia (como curiosidad, de las 302 torres de vigilancia del muro, hoy sólo
quedan tres). La instalación muestra cómo se construían estas instalaciones
fronterizas y permite hacernos la idea de cómo era el Muro que una vez dividió
el país.
Finalmente se halla la zona A, en
la que se pueden ver los últimos restos del muro tal y como era antes de su
demolición, incluso intuir el “corredor de la muerte”, la franja que quedaba
entre las dos hileras de hormigón (de cerca de 4 metros de altitud) que
conformaban el muro y que se encontraba bajo continua vigilancia.
Allí se cuenta también cómo fueron
desenterrados y reubicados los cuerpos del cementerio de Santa Eduvigis para
abrir paso al muro.
Acabamos la visita en el
monumento denominado la “Ventana del Recuerdo” que homenajea a la gente que
murió intentando escapar del Berlín del Este. Y es que, durante el tiempo en
vigencia del muro, se ha estimado que más de 5.000 personas intentaron
cruzarlo, de las que unas 3.000 fueron detenidas y alrededor de 100 murieron en
el intento.
Una vez acabamos la ruta por la zona nos
planteamos si acercarnos al Palacio de Charlottenburg, visitar alguno de los
museos que habíamos dejado pendientes en la Isla de los Museos, el de la DDR o
el Museo Judío… y como la visita a la Nueva Sinagoga el día anterior nos había
dejado a medias, decidimos completar la temática recorriendo este último. Así
que nos cruzamos media ciudad en transporte público (que además pillamos varias
líneas en obras y nos costó más de lo esperado) para disponernos a visitarlo.
Visita del Museo Judío de Berlín
El Museo fue inaugurado en el año
2001 en el interior de un moderno edificio diseñado por Daniel Libeskind, para
honrar la historia y cultura de los judíos en Alemania y mandar un mensaje de
tolerancia cultural hacia el mundo.
Seguimos la ruta indicada en el
plano que te dan a la llegada al museo comenzando la visita por la planta baja
del edificio donde se encuentran los tres ejes sobre los que se fundamenta el
museo: el de la Continuidad, el del Exilio y el del Holocausto. Ya desde el
comienzo podemos percatarnos de que el museo está plagado de simbolismo y los
detalles y analogías están cuidados al máximo.
Así, el eje del Exilio hace
hincapié en la huida que los judíos tuvieron llevar a cabo poco antes de la
Segunda Guerra Mundial… Los nombres de las ciudades a las que se vieron
forzados a huir se muestran en las paredes y se combinan con objetos como
maletas y cartas de los emigrados, mientras el pasillo nos va dirigiendo hacia “El
jardín del exilio”. Este pequeño monumento, muestra un jardín ubicado tras una
pesada puerta de acero, que se encuentra sostenido sobre columnas de hormigón
de diferentes alturas, simbolizando la desorientación de los emigrados al
llegar a un nuevo país…
El eje de la Continuidad comienza
en las escaleras de Sackler y nos conduce a través de la exposición permanente.
Este eje describe
cronológicamente todas las etapas por las que pasó la comunidad judía en
Alemania. Desde su llegada y primeros asentamientos a lo largo del valle del
Rin, pasando por lo que era el modo de vida habitual en los siglos XVII (conocido
a raíz del diario de Glückl de Hamelín, una mujer judía comerciante de la
ciudad de Hamburgo) y XVIII (Moses Mendelssohn que dejo testimonio de la vida
de los judíos en la corte alemana), hasta la pequeña época de prosperidad
vivida en el siglo XIX y el posterior declive y sufrimiento que vivió la
comunidad a comienzos del siglo XX, con la forzada emigración, las
deportaciones y la masacre judía.
La exposición finaliza mostrando
cómo de nuevo inmigraron unos 200.000 judíos de la extinguida Unión Soviética
hacia Alemania.
Tras la visita, regresamos a la zona del hotel para comer, recoger las mochilas y de este modo, poner punto y final a nuestra escapada. Tocaba poner rumbo al aeropuerto para tomar el vuelo que nos llevaría de vuelta a casa.
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Nosotros también visitamos el Memorial del muro en Bernauer Strasse y me impresionaron muchísimos todas esas historias personales. Tampoco visitamos el campo de concentración por la misma razón que vosotras. Habíamos estado hace poco en Dachau y aunque es una visita muy interesante, lo pasé muy mal en aquella ocasión y decidimos aprovechar el tiempo en Berlín ciudad.
ResponderEliminarBerlín sigue estando en mis asignaturas pendientes... El museo judío sí lo conocía, porque estuvo mi hermana hace poco, pero el del muro no, y parece muy interesante. Un saludito
ResponderEliminar¡Hola!

ResponderEliminar- Artabria, yo creo que volveré a algún otro campo de concentración algún día... pero en esta ocasión decidimos centrarnos en la ciudad. Ya habrá ocasión en el futuro.
- Arantxa, pues lo mejor de todo es que es gratuito... no es tanto un museo como un memorial pero lo tienen muy bien documentado todo y se pueden aprender cosas si vas con ganas.
Un saludito chicas y gracias por pasaros por aquí!