Nuestro penúltimo día en Islandia. Pese a que esa noche habíamos dormido bastante bien en un hotel (el hotel Borgarnes), ya se notaba el cansancio acumulado a lo largo del viaje así que el plan para este día era mucho más relajado.
Reykholt y la historia de Snorri Sturluson:
Nuestra primera parada fue en Reykholt,
una pequeña población (de pocas decenas de habitantes) en la que nació, estableció su
residencia y, finalmente, fue asesinado un famoso escritor islandés, Snorri
Sturluson (1179 - 1241).
Snorri fue poeta e historiador y
escribió, entre otras obras, “Edda prosaica”, una crónica de reyes nórdicos
“Heimskringla” y la “Saga de Egil” (una de las más famosas sagas islandesas),
pero también fue un importante político (llegando a ser jefe del parlamento en
dos ocasiones). Al parecer en 1218 se trasladó a Noruega con la intención de
ayudar al monarca noruego Haakon IV a someter el país ante Noruega, pero tras participar
en un intento fallido de rebelión contra él, fue asesinado en 1241 en su población
natal. Todo este culebrón de vida se explica en un museo que existe bajo la
iglesia de la población (la nueva, un edificio de hormigón bastante moderno,
tal y como acostumbran a ser las iglesias islandesas actuales). Adosada a este
museo, se encuentra el Snorrastufa, un centro de investigación de la cultura
medieval del país. Todos ellos se levantan en el lugar en el que antaño se hallaba
la casa de Snorri.
Tras echar un vistazo a la
entrada al museo (al que decidimos no entrar), caminamos por la población,
observando la iglesia antigua, el colegio y la estatua que un escultor noruego
(Gustav Viegeland) creó del escritor y que se ha colocado en la parte frontal
de la escuela.
Bordeando ésta, nos encontramos (en
su parte trasera) con el Snorralaug, una pequeña piscina circular con agua
geotérmica de la que sacaba agua caliente para usarla en su casa y en la que
eventualmente se bañaba. Una pequeña caseta a nuestras espaldas daba entrada a
unos túneles que comunicaban el estanque con su casa y en los que dicen que
Snurri fue asesinado cuando intentaba huir de los atacantes que habían ido a
por él a su hogar.
La puerta estaba abierta, pero
con esa macabra historia a sus espaldas… mejor no entrar, ¿no?
Cataratas de Hraunfossar y Barnarfoss
Tras esta primera parada
continuamos con nuestra ruta. El siguiente punto eran las cataratas de Hraunfossar
y Barnarfoss. Después de todas las que
llevábamos vistas no es que fueran espectaculares sino más bien pequeñitas, y
yo ni siquiera las denominaría cataratas, pero por lo menos eran curiosas.
A través de una serie de caminos
señalizados se llega a un mirador desde el que divisar la primera de ellas: Hraunfossar,
en la que el agua discurre a través de un estrato de lava permeable situado
sobre otro impermeable dando la sensación de que el agua saliera de la nada, un
pseudo-manantial de agua…
Tras ver esta primera caída de
agua continuamos por la ruta de senderos hasta llegar a Barnafoss. Realmente ésta es un rápido de
agua, en el que el río circula a gran velocidad. Un puente permitía cruzar el
río para divisarlo desde el otro lado, pero creo que las mejores vistas se obtienen
desde el primer lado.
En relación a esta última catarata
o rápido ahí tenían un cartel con una leyenda que contaba cómo una noche de
Navidad, desaparecieron unos niños que se habían quedado jugando en casa
mientras el resto del pueblo (Hraunsás) asistía a misa. Sus huellas llevaban hasta
un arco de piedra que permitía cruzar el río y allí se perdían... Los niños se
habían caído y ahogado al intentar cruzarlo. Dicen que su madre destruyó el
arco para evitar desgracias similares, aunque realmente se cree que éste fue
destruido por un terremoto.
Tras visitar estos dos lugares
cogimos de nuevo el coche y, aunque en un principio yo tenía en mente visitar
la catarata Glymur, la más alta de la isla (con 196 metros de caída), nos
habían dicho que se trataba de una excursión de unas 4 horas (entre ida y
vuelta) algo durilla, así que finalmente optamos por retornar a Reykjavík. Aún
así, por si vosotros estáis interesados en realizarla hay que bordear el fiordo
Hvalfjördur y coger una pista en las cercanías de la desembocadura del río
Botnsá, que os llevará hasta el aparcamiento desde el que comienza el sendero
hasta Glymur.
Nosotras, por nuestra parte, nos
ahorramos el bordeo del fiordo Hvalfjördur y tomamos el túnel Hvalfjarðargöng
que lo atraviesa bajo el mar. Es de peaje (aunque no recuerdo lo que nos
costó), pero nos ahorró bastante tiempo... tanto, que llegamos a la capital a
la hora de comer. Aparcamos en el mismo sitio en el que dejamos el coche
nuestro primer día de viaje y fuimos a comer al mismo lugar en el que comimos
el primer día, que tenía wifi y era muy económico.
Allí, tratamos de localizar en
Internet la localización exacta del último sitio que queríamos visitar en la
capital, la visita más “friki” que hemos hecho en nuestra vida:
El Museo del pene o la Faloteca de Reykjavík
Pero no fue tarea sencilla… Al
parecer anteriormente se localizaba en Húsavík y había sido recientemente
trasladado a Reykjavík, por lo que no había por Internet información inequívoca
de su situación… aunque todo parecía indicar que se encontraba en la calle
Laugavegur. Así que decidimos empezar a andar por esa calle hasta localizarlo…
Pero tras caminar un buen trecho
sin ser capaces de localizarlo, decidimos preguntar a alguien… Bueno, más bien
Cintia se armó de valor para preguntar a la gente por “The penis museum”…
(¡qué risas nos echamos con esto!) y finalmente dimos con él. Se encontraba
prácticamente enfrente de la estación de autobuses Hlemmur.
El museo fue creado de forma
paulatina y casi por casualidad por Sigurdur Hjartarson, un historiador,
profesor y traductor islandés, que tras adquirir un pene de toro (y posteriormente
alguno de ballena) tuvo la idea de coleccionar miembros de más especies de
mamíferos. Hoy en día gestiona este museo, que ha tenido bastante éxito, con la
ayuda de su hijo, y en él muestra su colección de más de 280 penes
pertenecientes a casi todos los mamíferos marinos y terrestres de Islandia (en
total, a 92 especies diferentes de animales).
En su página web precisan que
cuentan, entre otros, con 55 miembros de 17 tipos de ballenas, uno de un oso
polar, 36 de 7 tipos diferentes de focas y morsas, de caballos, ratones, renos,
zorros, conejos,… e incluso ¡3 miembros
de tres hombres! entre un largo etc.
Sin duda una visita curiosa,
aunque recuerdo que la entrada me resultó algo cara.
Tras visitar el museo, como estábamos
cansadas (sobre todo yo), nos fuimos al camping de la ciudad (este día con
mucha menos gente) para asentarnos, cenar e incluso nos dio tiempo a meternos
en la tienda de campaña y ver alguna serie en la tablet.
El día siguiente regresaríamos a España, aunque aún nos daría tiempo a exprimir un poco más el viaje durante una última mañana.
El día siguiente regresaríamos a España, aunque aún nos daría tiempo a exprimir un poco más el viaje durante una última mañana.
Es curioso el museo del Pene... Nosotros vimos por afuera uno muy similar en Husavik, creo que iba del mismo palo... ;)
ResponderEliminarNo me digas que no es original eso de saber cómo son los penes de las focas y las morsas!!!
ResponderEliminarDesde luego, hay museos para todo.
Un abrazo y Felices Fiestas!
Jejejeje si que es una visita friki la del museo. Cuando estuvimos en Islandia el museo estaba en Húsavík, pero no entramos. Me quedé con las ganas de ver como sería ese museo por dentro.
ResponderEliminarFue una pena que no fueseis a la cascada Glymur, es una ruta bastante bonita.
Un abrazo.
Si, antes de entrar a los museos de Islandia, conviene investigar de qué es y cómo está :) Muchas veces cobran mucho pero no vale la pena ;))) Gracias por recordar nuestro tiempo en Islandia ;))
ResponderEliminar¡Hola chicos!
ResponderEliminar- David y Neus, sí, era el mismo, lo que pasa es que después lo trasladaron. Nosotras entramos por la tontería de hacer una visita friki... aunque preguntando y eso nos reímos un rato
- M.Teresa, creo que es el museo más extraño que he visitado jamás. Pero estaba a tope ¿eh? Por lo raro que es, clientela no les falta
- Notas de un viajero, es un sitio curioso ¡pero vamos! No es una visita imprescindible. Más que nada entramos por la coña de verlo...
Me quedé con ganas de ver Glymur pero nos habían dicho que era complicadilla la ruta y la verdad es que yo estaba bastante cansada. Una pena, pero otra vez será. Ya me enseñaréis alguna fotillo someday, jejeje
- Viajamos juntos, la verdad es que había museos superextraños; me viene a la mente el museo de arenque o del tiburón... Entramos en éste por la coña de verlo aunque en realidad es carillo para simplemente darte dos vueltas y ver de qué va la cosa. En fin, que somos un poco "frikis" también
Un saludote a todos y gracias por vuestros comentarios ;)
Pues las cataratas, aunque pequeñitas, me parecen muy chulas y el museo del pene me ha dejado sin palabras jaja
ResponderEliminar¡Me han encantado las cataratas! Y lo de la "faloteca"... jajajaja. Me he quedado ojiplática jajaja. Si es que hay museos de todas clases. Si algún día voy a Islandia creo que me ahorraré la visita, porque si encima es caro... Creo que puedo vivir sin visitarlo :)
ResponderEliminarUn abrazo y felices fiestas!!!
¡Hola chicas!
ResponderEliminar- Verónica, sí... están bien las cataratas, pero después de todo lo que se ve por el país saben a poco (aunque son bonitas). Del museo... para qué decir más, jejeje
- Aran, hay museos para todos los gustos ¿eh? Pero creo que es el más extraño que he visitado jamás, jejeje. Eso sí, no recuerdo cuánto costó pero me pareció carete...
Un saludote chicas :hello:
Qué bueno el museo del pene, vaya idea que tuvo el personaje ese, le podía haber dado por coleccionar pines, jejejeje. Las cataratas son preciosas como todas las que hay allí y me ha parecido curiosa la piscina de agua caliente que se creó el escritor con túnel y todo!!! Un abrazo!!! ;-)
ResponderEliminarDesde luego Adela... Imagínate la situación ¿a qué se dedica usted? Nada... lo típico, a coleccionar penes, jajaja. Podía ser el título de una peli de terror además.
EliminarUn besote ;)