Tras haber dedicado el día de llegada a
Croacia a recorrer la archiconocida Dubrovnik, la segunda jornada de viaje teníamos
pensado abandonar el país para pegarle un pequeño mordisco al vecino
Montenegro. Comenzaríamos con Kotor, ciudad Patrimonio de la Humanidad, y
veríamos qué más nos daba tiempo a recorrer. Finalmente acabamos visitando
Kotor, Sveti Stefan, (pasamos de largo por Buvda), Perast y ya de regreso a
Croacia, Sokol Grad y Cavtat. No se puede decir que no aprovecháramos el
tiempo…
Visita de Kotor… ¿qué ver y hacer?
El día anterior M.C. nos había dado sus
impresiones de Kotor (que le había gustado bastante) y algunos consejos, como
que saliéramos temprano, puesto que el control fronterizo a ellos les resultó complicado
y muy largo… Así que eso hicimos. A primera hora de la mañana, poníamos rumbo
hacia la mencionada ciudad.
Unos 20 o 30 minutos después de salir
llegamos a la frontera pero, afortunadamente en nuestro caso, el trámite en la
aduana no fue largo. No había nada de cola y tras pedirnos la
documentación del coche y preguntarnos cuánto tiempo íbamos a estar, nos
pusieron un sellito en el pasaporte y “p'alante”. No nos llevaría más de 5
minutos.
Ahora bien, pese a que la distancia lineal que
separa Dubrovnik de Kotor no es muy grande, la carretera que las une bordea completamente
la bahía y todavía nos quedaban 2 horas de camino hasta destino. Al parecer la
bahía de Kotor se formó al desplomarse el cañón del río Bokelj sobre el mar Adriático.
Recorrerla en coche y ver la ciudad a los pies de los acantilados de los montes
Orjen y Lovcen es bonito, pero también es un trayecto que se hace algo pesado.
Cuando llegamos finalmente a la localidad,
seguimos las indicaciones hacia un aparcamiento de pago que había cerca de la
entrada norte de ciudad. Salimos del coche y nos dirigimos a la puerta
principal de entrada a la ciudad, la Puerta del Mar. Pero antes de cruzarla,
nos acercamos al punto de información turística que había justo frente a ella para
hacernos con un mapa con el que recorrer la antigua ciudad amurallada.
Kotor, con sus 4’5 kilómetros de murallas, sus
elegantes palacetes barrocos y sus suelos de mármol blanco tiene un marcado ambiente
veneciano. Y no es para menos, ya que ésta (junto a otras tantas ciudades de la
zona, como Dubrovnik, Korcula, Budva o Sveti Stefan) estuvieron bajo el dominio
veneciano durante cerca de 400 años… quedando su imprenta en el aspecto de la
ciudad. Aunque también cuenta con influencias de la dinastía serbia y de los
imperios austro-húngaro y otomano... Un terremoto que tuvo lugar en 1979 le
causó serios daños pero, el hecho de quedar incluida en la lista de Patrimonio
de la Humanidad, propició su rápida reconstrucción.
La ciudad vieja de Kotor se encuentra
encerrada dentro de una robusta muralla veneciana y está también protegida por
un foso. La Puerta del Mar, del siglo XVI, con su majestuoso arco, sigue siendo
la principal entrada al centro histórico. Al atravesarla nos encontramos con la
plaza Oruzia, donde se hallan la Torre del Reloj, el palacio del duque (que data
del año 1763), el teatro francés y el antiguo arsenal. La ciudad estaba a tope
de gente. Tanto, que se hacía difícil incluso andar…
Continuamos andando en dirección al Palacio
Pima, que bordeamos hasta llegar a la plaza en la que se ubica la Catedral de
San Trifon (o Sveti Trifun). Lo más llamativo del exterior de la catedral
románica del año 1166, es que sus dos torres son muy diferentes entre ellas. Esto
es debido a que la iglesia sufrió importantes daños debido a sucesivos terremotos.
Primero uno en 1667 y más tarde el de 1979, lo que ha hecho que esté compuesta
de una curiosa mezcla de estilos: románico, renacentista y barroco.
Su interior alberga una serie de frescos del
siglo XIV y un museo con gran cantidad de relicarios y piezas litúrgicas. De
todos ellos las más importantes son las de San Trifón, el patrón de la ciudad y
un mártir muy venerado por la iglesia ortodoxa. La catedral exhibe las reliquias
del santo dentro de una urna de mármol que se encuentra sostenida por las
esculturas de unos ángeles. Un sarcófago de plata contiene diversas reliquias
de su cuerpo, mientras que en una urna dorada se halla la cabeza del santo. En
el museo de la catedral se exhiben otras 58 reliquias, entre las que se
encuentra una supuesta astilla de la Santa Cruz.
En la plaza de la catedral también nos
encontramos con el Palacio Drago, que cuenta con unas bonitas ventanas góticas.
Volvimos sobre nuestros pasos para dirigirnos
hacia la iglesia Colegiata de Santa María. Allí se encuentra también otra
importante reliquia: la momia de la beata Hosana, patrona de la ciudad.
Cerca de la iglesia nos encontramos con la
puerta norte o del río, que cruzamos para obtener una panorámica de la ciudad
con sus murallas.
Regresamos al casco antiguo y seguimos
andando en dirección a la plaza de San Lucas donde nos encontramos con otras
dos iglesias. La iglesia de San Lucas, hoy en día ortodoxa, pero que hasta el
siglo XVII fue católica. Su iconostasio fue pintado por el fundador de la
escuela, Rafailovic. En la esquina opuesta de la plaza encontramos la iglesia de
San Nicolás, también ortodoxa, que se levanta sobre los cimientos de un antiguo
monasterio dominico y cuya fachada está adornada por una bandera de la
iglesia ortodoxa serbia.
Nos acercamos después a la Plaza de los Museos
(cerca de la Fuente Karampana), donde se halla el Museo Marítimo de Kotor que,
alojado en el Palacio Grgurina, un bonito edificio barroco, ilustra acerca de
la historia naval de la región.
Tras ello comenzamos a buscar un lugar para
comer… La oferta es amplia, por lo que no tuvimos demasiado problema en
encontrar un restaurante con terraza en el que sentarnos a descansar y reponer
energía.
Durante la comida terminamos de dilucidar si
nos animamos a subir la parte alta de las murallas o no, que se encuentran incluidas
dentro de la lista de patrimonio mundial por la UNESCO, pero viendo lo arriba
que parecían estar y lo dura que se presumía la subida, en base a las
referencias que teníamos (no tengo más que emplazaros a este relato de mi
amigo Víctor)… nos conformamos con hacerles algunas fotos desde abajo.
Construidas durante el dominio veneciano de
la ciudad, desde sus 260 metros de altitud, dicen que se obtienen las mejores
vistas del golfo de Kotor, de la propia ciudad y de todos los alrededores. Pero
hay que tener claro que la subida es dura y que hay zonas algo peligrosas, ya
que tras el terremoto de 1979 no han sido reparadas…
Así al acabar de comer, decidimos poner rumbo
a alguno de los puntos de interés por los que teníamos en mente pasar y, después
de callejear un poco más, aprovechando que los turistas todavía estaban
comiendo, pudimos ver alguno de los más famosos habitantes de Kotor: los gatos (y
es que la ciudad cuenta incluso con un museo del gato), decidimos abandonar la
ciudad y marcharnos hacia nuestra siguiente parada.
Sveti Stefan
Pues la primera en la frente… de camino a
Sveti Stefan, primer aviso de multa. Nos paró la policía porque al parecer en
una zona de 50 km/h yo iba a algo más de 60… El hombre, que hablaba
perfectamente inglés, me dijo que le dejara mi pasaporte y me fuera a una
oficina de correos a pagar la multa y regresara a ese punto para recoger mi
pasaporte… Pfff! Y yo pensando, ¡qué
movida! y ahora ¿dónde narices doy yo con una oficina de correos que esté
abierta?, a saber cómo se paga (en qué idioma estará) y luego regresa y que
este hombre esté todavía esperándome con mi pasaporte… Me debió entrar tal
agobio y tal cara de pánico, que el policía se apiadó de mí y me dijo que
llevara cuidado con la velocidad en lo sucesivo. Con el susto en el cuerpo, ni
qué decir tiene, que durante la jornada no se me volvió a ocurrir exceder el
límite de velocidad (más adelante me comería la multa en un pueblo perdido de
la mano de Dios, de vuelta por Croacia).
En fin… pequeños altercados aparte, unos 45
minutos más tarde llegábamos a Sveti Stefan. Una pequeña isla que actualmente se
ha conectado con tierra firme a través de un pequeño dique.
Por las fotos que había visto en internet tenía
pinta de ser bonita. Salvando las diferencias, me recordaba al Mont St. Michel…
Al parecer, antiguamente era una isla de pescadores, pero todos ellos fueron
expulsados cuando la isla fue comprada para convertirse en un resort de lujo. Hoy
en día sólo los clientes y trabajadores pueden acceder a ella... cosa que no
sabíamos hasta llegar allí que, al intentar entrar (ilusas nosotras), nos cortaron el paso y prohibieron la entrada.
No sé yo si merece la pena el viaje sólo por
la vista… otra cosa sería para darse un baño en las playas que había
allí, al lado de la islita…
De regreso hacia Kotor echamos un vistazo desde
el coche a Buvda, pero la verdad es que no nos llamó nada la atención… Así que
seguimos la marcha sin parar si quiera en dirección a otras dos poblaciones en
las que sí habíamos reparado.
Perast y Risan
En efecto, continuamos el trayecto en coche,
dejando atrás Kotor para acercarnos a Perast y Risan.
Perast es una antigua ciudad barroca situada prácticamente
al lado de Kotor (a escasos 12 km) a los pies de la colina de San Ilija (873 m).
Está clasificada como Región Natural e Histórico-Cultural, por la UNESCO. Caminando
por sus calles de piedra blanca podremos descubrir nada menos que 19 palacetes
que fueron construidos entre los siglos XVII y XVIII y que ilustran el
desarrollo económico de la región en aquellos tiempos. Su iglesia, con su
enorme torre, destaca en mitad del resto de construcciones.
Sin embargo, lo más llamativo de la población
quizás sean las dos pequeñas islas hay frente a la localidad. Una de ellas es la
isla “Sveti Djordje” (o de San Jorge) que acoge un monasterio católico-romano del
siglo XII. Frente a ella se halla la isla artificial “Gospa od Skrpjela” (o Señora
de las Rocas) donde se levanta una iglesia con el mismo nombre. Dos curiosos
lugares que se pueden visitar en alguna de las barcas que parten de la
localidad.
Cada 22 de julio se celebra allí el evento
denominado " Felsenwerfens" que conmemora el inicio de la
construcción de la isla de la Señora de las Rocas. Esa fecha en concreto los
habitantes de Perast llevan piedras en sus barcas para arrojarlas alrededor de
la isla.
La ciudad me resultó encantadora. Sin apenas
gente, nos dedicamos a pasear por sus calles, contemplando las enormes montañas entre las que se encuentra y aprovechamos para tomarnos también un café en una
terraza frente al mar…
Muy cerca de Perast nos encontramos con
Risan, el centro urbano más antiguo de la región, no en vano la ciudad fue la
capital del estado Ilirio en el siglo III antes de Cristo, pero un catastrófico
terremoto a finales del siglo VII la destruyó e hizo que sus ruinas quedaran
bajo el mar.
Sin embargo aún se conservan los restos de
una villa romana clásica del siglo II d.C. que cuenta con algunos mosaicos principalmente
de motivos vegetales y geométricos, así como una escena inusual del dios
Hypnos, durmiendo felizmente en su cama.
Pero aún quedaban horas de sol por
delante así que decidimos desviarnos de la ruta para acercarnos a un recinto
histórico que vimos anunciado en la carretera, Sokol Grad.
Visita de Sokol Grad
Este castillo medieval fue abierto al público
en el año 2013 tras 5 años de trabajos de restauración. Pero fue precisamente
esa restauración la que permitió dar con importantes restos arqueológicos que confirmaron el asentamiento continuado
de personas en esa zona desde la Edad del Cobre (alrededor del 2300 a.C.) hasta
el abandono de la fortaleza en la segunda mitad del siglo XVII.
Los hallazgos comprendían materiales como ámbar, vidrio y
artículos decorativos que datan de la Edad de Bronce y Hierro, pero
también lanzas y cuchillos de batalla
del período ilirio (entre 400 y 500 años a.C) y restos de la época romana antes
y después de Cristo.
La fortaleza estuvo bajo el dominio de la
República de Dubrovnik desde 1423,
sufriendo algunas remodelaciones para convertirla en fuerte militar (entre diez
y veinte personas vivían allí) y jugó un importante papel para derrotar el
imperio veneciano y otomano.
En nuestra visita, además de ver el pequeño museo con el que cuenta,
recorrimos alguna de las antiguas estancias que han sido reconstruidas (una
pequeña cocina o la herrería).
También desde lo alto de la fortaleza obtuvimos unas bonitas vistas del
valle hacia el oeste y de las montañas hacia el este.
Cavtat
Después de visitar el castillo, ya para acabar la jornada, decidimos
acercarnos a Cavtat.
Como en todas estas poblaciones costeras,
resulta una delicia pasear por su Casco histórico. Allí encontramos edificios
históricos como el Monasterio franciscano con la Iglesia de San Blas (1483) o
la Iglesia parroquial de San Nicolás, donde encontraremos algunas obras del
pintor más famoso de la ciudad, Vlaho Bukovac, (también se puede visitar la
casa del pintor, en la calle Bukovceva).
Nosotras, dadas las horas que eran, nos
dedicamos a pasear por el puerto que nos regaló una de las mejores puestas de
sol que tuvimos ocasión de ver en este viaje.
Cenamos en uno de los restaurantes de la
ciudad y con ello dimos por finalizada la jornada.
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Pues sí que os cundió el día!!! :O Nosotros en Perast no paramos y ahora leyéndote, me arrepiento. Y en Cavtat es donde estábamos nosotros alojados y también pudimos ver algún que otro atardecer chulo.
ResponderEliminarLa verdad es que lo aprovechamos bien, jejeje. Perast a mí me gustó mucho. No tiene nada especialmente llamativo (salvo las dos islas e iglesia), pero merece la pena pasear un rato y sentarse en una terraza a tomar un café frente al mar. Cavtat también... menudos atardeceres veríais.
EliminarUn saludito