Cuando recibí el correo
electrónico de Victoria y Eddy, los organizadores del Travel Bloggers Meeting
(la quedada anual de blogueros de viajes, que el año pasado nos había llevado a
Gredos y este año nos citaba a todos en Tarragona), comentando las actividades
a las que podíamos optar en esta ocasión, y vi la siguiente reseña:
“Cueva Urbana: Bajada en espeleología a las entrañas de Tarragona. Un fascinante viaje a través de sifones, gateras y un acueducto romano; así como sumergirnos al lago subterráneo más grande de toda Cataluña”
No me lo pensé dos veces. No
tenía ni idea de qué iba la cosa, pero sonaba muy bien… En cierta manera, me
recordaba a la aventura que años atrás había vivido en Almería, al hacer una
ruta de espeleología por las Cuevas de Sorbas y, si en aquella ocasión acabé
encantada… ¿por qué no volver a vivir una experiencia similar?
La verdad es que no busqué si
quiera información de la misma. En mi mente tenía la idea que se trataba de una
cueva artificial con pasadizos, antiguas obras hechas por la mano del hombre o
vete a saber qué… ¿Quién me iba a decir
a mí que había una cueva natural bajo la ciudad de Tarragona en la que hacer
espeleología?
Pues bien, llegó el día. A las
10:00 h de la mañana, estaba en el punto de queda, el bar Pallars, en pleno
centro de Tarragona, a escasos metros del Mercado Central.
En nuestro viaje a Malta de hace
unos años, habíamos entrado a unos refugios de la II Guerra Mundial desde un bar (en la
localidad de Mgarr), a través de unas escaleras normales que, al final,
acababan en una cueva… Así que, en un principio no me pareció extraño… ¿dónde
va a haber una cueva artificial? Pues en la ciudad…
Pero nada más lejos de la
realidad. Fue allí, en el bar Pallars, donde el que iba a ser nuestro guía,
Sergio, me sacó de mi error. La cueva es completamente natural y, sí, se
encuentra bajo la ciudad de Tarragona; de hecho, pasaríamos bajo el bar en el
que nos encontrábamos, incluso debajo del mercado central (y del parking que
hay en su subsuelo).
Imagen extraída de La Vanguardia |
Cuando nos reunimos todos los
asistentes de la actividad (entre los que estaban los blogueros Kate y Denys, Beatriz,
Ana Isabel y Juan Antonio), emprendimos la marcha hacia la entrada al centro de la
tierra… salimos del bar Pallars y, a unos 200 metros de allí, entramos
en un parking privado. ¿Qué? ¿ésta es la entrada? ¿esto va en serio?
Allí nos metió a todos Sergio. Bajamos
al último piso del parking y, en una especie de trastero que han acondicionado
a forma de vesturio, nos dio a cada uno nuestro traje de neopreno y nuestro
casco con linterna para, por turnos (separando chicos y chicas), ir
transformándonos en gente con pinta de saber de lo que hace…
Pues bien, ya equipados, con
pinta de espeleólogos profesionales, salimos del “vestuario” y, por mitad
del parking, nos dirigimos a la entrada a la cueva, situada en otra sala o
especie de trastero del parking. Linternas del casco “on”, que vamos para
adentro. Una boca de hombre, convenientemente equipada con unos cuantos pates
da acceso a lo que es un antiguo acueducto romano, por donde se entra a la
cueva. En ese mismo punto, desde el comienzo, uno se da cuenta de que este tipo
de actividad no es apta para claustrofóbicos pues las paredes apenas dejan el
paso justo para una persona. Pero, como no es el caso… vamos pa’lante!
Tras unos metros el acueducto
desaparece y toca empezar a bajar. El primer tramo tiene algún punto de apoyo
artificial (algún pate), pero pronto desaparecen y allí estás tú, solo, cara a
cara con la cueva… Siguiendo los consejos de Sergio, nos fuimos adentrando en
el subsuelo Tarragonés hasta que llegamos a una cavidad más amplia cubierta de
agua, al conocido como lago CEO, en el que uno
a uno, todos los participantes, nos fuimos sumergiendo.
Con todos juntos, Sergio nos comentó
algunos datos de interés de la cueva. Al parecer la cueva fue hallada por
casualidad (en el 32 de la calle Gasómetro) en 1996, por la constructora BENSO cuando
se disponía a levantar en ese lugar un bloque de edificios (y el garaje por el
que habíamos accedido). Arqueólogos y espeleólogos la recorrieron y analizaron
durante algunos años y, tras diversos estudios, el proyecto de edificación salió
adelante. El dueño en aquel entonces de la constructora, José María Forné, tuvo
muy presente el valor geológico, cultural e histórico de la cueva y, aparte de
realizar las obras con sumo respeto,
permitió a la Sociedad
de Investigaciones Espeleológicas de Tarragona (SIET), que actualmente la mantiene, explora e investiga, el uso del edificio para sus incursiones. Y
tan agradecidos están en el SIET que una de las salas de la Cueva Urbana lleva el
nombre de este hombre.
A todos nos sorprendió el nivel
de agua que había en la cueva y, a ese respecto, Sergio nos comentó cómo, a
través de unas cuerdas ancladas a las paredes, se mide el nivel del agua en la
gruta y se sabe si es posible atravesar sifones o si se ha de circular por una ruta
alternativa.
¿Sifones? ¿qué es un sifón?
Un sifón no es más que una zona
de la una galería que ha queda completamente sumergida en agua de forma que
para pasarlo es necesario bucear un tramo (que puede ser corto o largo).
En nuestro caso y, aunque el
nivel del agua era considerable, el primer sifón se podía pasar… ¿Qué me dices?
¿Yo? ¿Haciendo un sifón? Si hasta llegar allí no tenía ni idea de lo que eran…
Sergio nos explicó lo que teníamos que hacer y se sumergió para ir sacándonos
desde el otro lado a todos los participantes. Yo no había hecho ninguno en mi
vida… Y no voy a negar que me daba algo de respeto, pero estás cosas mejor no
pensarlas y lanzarse.
Coge fuerte la cuerda guía. Uno,
dos y tres, respira Helena y para abajo. Impúlsate y tira de la cuerda fuerte
con las manos… ¡Mierda! El traje este de neopreno me está dando flotabilidad.
Me voy para arriba. Noto como el casco da dos o tres veces con el techo del
sifón. No lo pienses Helena, no te agobies y tira de la cuerda… Ahí estaba yo
absorta en mis pensamientos, cuando noté la mano de Sergio empujándome hacia
arriba y diciéndome: tranquila, ya puedes salir. No habrían sido ni 2 metros pero lo de
meterte sin saber lo que hay al otro lado… en un primer momento da miedito.
Estábamos en mitad de otra enorme
cueva inundada de agua, llamada Lago Benso. Y mientras todos los participantes
iban pasando el sifón ahí estábamos el resto dándonos unos baños…
Imagen de Viajamos Juntos
Abandonamos esa gran cavidad para continuar nuestra ruta básica por una gatera. Dicen que se les llama gateras porque has de ir a gatas para pasar por ellas aunque, siendo sinceros, yo a gatas no cabía e iba reptando, dándome impulso con piernas y brazos como podía (que se note que me he apuntado al gimnasio, jejeje).
Llegamos a una tercera cavidad
inundada, el lago de la playa, y esa sería la que última que veríamos con agua
en un ratito. La abandonamos y comenzamos a andar sobre las rocas, caminamos,
nos deslizamos sentados por las rocas, hacemos algo de escalada (siempre con
las indicaciones y ayuda de nuestro guía)… Y llegamos a una enorme cavidad, sin
agua, pero llena de barro (y con diversas muestras de arte), es la sala Forné y
sobre ella la Galería
del Barro, de donde proviene todo el material arcilloso que llena la cueva.
Imagen de Viajamos Juntos |
Continuamos nuestra ruta hasta
llegar al último punto de nuestro recorrido, una pequeña piscinita desde la que
nace un nuevo sifón de 80
metros que sólo se puede recorrer por gente experta y
con el equipo adecuado.
Después del esfuerzo realizado en
los últimos tramos y de ir cubierta de barro hasta las cejas, el bañito sabe de
maravilla. Nos hacemos unas fotos de grupo (de rigor) y emprendemos el regreso.
Imagen de Viajamos Juntos |
Aunque las cavidades principales
por las que pasamos eran las mismas que a la ida, Sergio nos fue variando el
modo de acceder a ellas. Entramos por otras grutas en las que había que apoyar
espalda y piernas a ambos lados de la cueva, dar saltos, usar salientes,
tirarse al suelo, acceder de lado… bueno, toda una muestra de habilidades.
Y para acabar, de nuevo, el
sifón. Como ya sabía que no había mucha distancia, lo llevé mejor que a la ida.
Un último baño en la cueva. Pero
antes de despedirnos de ella alguno de los participantes propuso apagar las
luces de los cascos y callarnos… ¿qué decir? Es impresionante sentir cómo, bajo
el suelo de una bulliciosa Tarragona, allí no se oía absolutamente nada.
Nos frotamos las cremalleras del
traje con unos cepillos (para que no se atrancaran con el barro acumulado) y
emprendimos el camino de subida. Al
poco, llegamos al acueducto romano. Nuestro viaje al centro de la tierra había
acabado.
Tras una ducha con agua a presión
(en la sala que da acceso a la cueva), para quitarnos parte del barro que se
había quedado adherido a nuestro ser, retornamos a los vestuarios. La aventura
había concluido.
Imagen de Viajamos Juntos |
Salimos de allí con las mismas
ropas con las que 3 horas antes habíamos entrado, pero con una sensación muy
distinta.
¿Dónde hacer la reserva y qué cuesta visitar la Cueva Urbana?
Si vais de viaje a Tarragona y os
apetece conocer la cueva urbana (altamente recomendable para personas
aventureras), tenéis que contactar con la SIET , con algo de antelación.
Nuestro guía fue Sergio Granados. Teléfono: 671857590 y correo electrónico: sergio.cova.tgn@gmail.com.
Nuestro guía fue Sergio Granados. Teléfono: 671857590 y correo electrónico: sergio.cova.tgn@gmail.com.
El precio ronda los 60 €/persona
(en junio de 2013)
Pufff!! No soy claustrofóbica pero al leerte me ha entrado una sensación de agobio... Sobre todo al pasar por la gatera! Lo del sifón me ha recordado a cuando era pequeña y jugaba con mi hermano a pasar entre las piernas en la piscina buceando, jejeje
ResponderEliminarSaludos
Que interesante y que emocionante. Yo hice algo parecido una vez y creí que me moría, sobre todo cuando veía un agujero por el que debía pasar y yo pensando que por ahí mi cuerpo no cogía.
ResponderEliminarUn saludo.
Joeee que miedo los sifones! Aunque fuesen de medio metro, hay que estar muy loco para sumergirse sin saberlo que está al otro lado :P Nosotros optamos por Port Aventura, pero está claro que esta actividad merecía (y mucho) la pena. Cuando volvamos allí, no dejaremos de hacer esta actividad.
ResponderEliminarestás hecha una aventurera Helena!! no se yo si aguantaría tantas estrecheces....... Pero una experiencia muy chula, sin duda!! Un abrazo
ResponderEliminarJajajaja, y yo que me esperaba una cueva tipo parque de atracciones, menos mal que no me apunté a la actividad porque yo sí que tengo claustrofobia, me da un telele ahí dentro!!! Eso sí, tiene que ser espectacular, le diré a Raúl que entre y la vea él que le encantan estas cosas!!! Un besote!!! ;-)
ResponderEliminar¡Madre mía! Leyendo tu post casi se me corta la respiración. ¡Qué claustrofobia! Menos mal que tú te atreviste a bajar y nos lo cuentas porque si tengo que hacerlo yo... Valiente :)
ResponderEliminarMe da miedo sólo de leerte. No soy claustrofóbica, pero no me gustan demasiado los espacios pequeños y mucho menos si hay agua por el medio. Eres una valiente!
ResponderEliminargrandes recuerdos. A ver si tengo un rato y publico el post también con el video (a ver si se ve algo ;)
ResponderEliminarMuy completo el post. Enhorabuena por ello.
¡Hola a todos!
ResponderEliminar- Mari Carmen, a poco que te guste la aventura es una experiencia muy recomendable. Las gateras no son complicadas, vas arrastrándote, tirando de aquí y de allá y vas pasando poco a poco, no tiene más. A mí me pareció muy chulo.
- María, había sitios estrechos, pero en ninguno de ellos decías no quepo; con una postura u otra se cabe... Ahí entraba Sergio en escena rápidamente y nos decía cómo debíamos afrontar el reto ;)
- Edu y Eri, bueno, al otro lado sabíamos que estaba nuestro guía, y también sabíamos que era corto y no iba a pasar nada, pero da respeto, eso no lo puedo negar
- Fran, ten claro que si yo lo he podido hacer tú no tendrías ningún problema... Otra cosa es que te gusten o no este tipo de actividades
- Babyboom, esa es la idea que yo llevaba al principio también. Mi mente no era capaz de imaginar que había semejante cueva bajo la ciudad de Tarragona. Estoy segura de que a Raúl le hubiera gustado mucho. Si tiene ocasión que lo haga algún día, que se lo pasará muy bien :D
- Alicia, por eso mismo, si yo he podido (con mi lamentable estado de forma) está claro que tú también lo hubieras hecho. El guía, va viendo el estado de forma de la gente y va adaptando la ruta en función de cómo ve al más débil o el que más dificultades tiene. Poquito a poquito se va avanzando sin problemas. Al final sales de la cueva con una sensación muy rara, como nuevo
- Verónica, si los espacios cerrados e inundados te dan cosa, quizás la cueva te hubiera dado miedo. Pero si te gustan (o, como en mi caso, no tienes miedo) este tipo de actividades, te lo pasas en grande. Al final, yo creo que hay mucha parte mental en todo esto y todo es decir ¡vamos allá!
- Juan Antonio, tengo ganas de ver ese vídeo... a ver si con la poca luz que había, logró sacar algo medianamente nítido. Yo le he tenido que pegar un buen lavado de cara a mis fotos ;)
Por cierto, no lo he dicho en el post, pero si vais a hacer la actividad os podéis llevar cámaras de fotos/videocámaras que sean SUMERGIBLES. En el interior de la cueva hay mucha humedad en el ambiente y sólo eso las cámaras normales no lo aguantan.
Un saludito a todos y muchas gracias por vuestros comentarios :hello:
Hola Helena.
EliminarHas hecho muy buena publicidad de la Cova Urbana de Tarragona.
Fue un placer compartir esta experiencia con vosotros.
Sergio Granados, responsable y coordinador de las visitas guiadas a la Cova Urbana de Tarragona
¡Gracias Sergio!
EliminarPara mí fue toda una experiencia y, ¿quién me iba a decir qué existía esa cueva bajo Tarragona?
Un saludo ;)
Me lo apunto! quien iba a decir lo que había en los suelos de Tarragona. Menos mal que no os salió el ictiosaurio en el sifón
ResponderEliminarViajero impresionista, no, no hay que tener miedo de ictosaurios, jejeje ;)
EliminarHola Helena, me ha encantado tu entrada por un momento cuando describías la cueva pensaba que estaba adentro de la cueva, me gusta mucho pero no sé si me bloquearía al llegar al sifón.Gracias por comentarlo tan bien.Saludos
ResponderEliminarNo voy a negar que no da un poco de cosilla, pero realmente no era para tanto... La verdades que si yo lo hice es que no era muy difícil, jejejej ;)
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