Hace unos años, hacía de forma más o menos habitual el trayecto Valencia – Madrid en coche pero, por H o por B, nunca cuadraba el poder parar a hacer una visita al recinto arqueológico de Segóbriga y eso que tenía ganas de conocerlo desde hacía tiempo….
Finalmente llegó el día en que me planté y me dije a mí misma que ya tocaba. Decidí planificarlo de antemano… y salí por la mañana temprano de Madrid para poder hacer una parada de 2-3 horas en la A3 a la altura de Saelices donde se encuentra esta antigua ciudad romana de la que dicen que constituye uno de los recintos arqueológicos más importantes de la meseta y de los más famosos de España.

En aquella época la ciudad fue rodeada por una muralla y se abrieron tres puertas monumentales sobre ella: la puerta norte, otra con una torre octogonal orientada al este y una última al oeste.
Así, de la mano de emperadores como el propio Augusto o Tiberio, la ciudad vivió su época de máximo esplendor.
Con la ocupación visigoda (entre los siglos V y X) y la conversión al catolicismo del rey Recaredo, se construyó en la zona una basílica y una necrópolis; sin embargo, aunque la ciudad mantenía importancia, la zona comenzó a despoblarse gradualmente. Más tarde vendría la época islámica durante la cual se construyó una fortificación árabe sobre la antigua acrópolis. Tras la Reconquista, la población cristiana retornó a la zona pero se asentó en el actual pueblo de Saelices, situado a unos 3 kilómetros.
Y aunque poco queda ya de aquella antigua ciudad romana sólo por el renombre de la misma yo tenía muchas ganas de conocerla.
Reviendo el pasado romano de Hispania en Segóbriga
Así, una vez pagada la entrada (que tenía un importante descuento para desempleados) comencé la visita accediendo al centro de interpretación. Allí se puede ver un breve documental audiovisual y se muestra en exposición algunas de las piezas encontradas en el yacimiento como mosaicos, esculturas, altares, ánforas o capiteles. De todas formas, muchos de los objetos del parque se encuentran repartidos por diferentes museos nacionales.
La zona parece desértica, sin apenas árboles bajo los que cobijarse de forma que, con el sol de verano, puede ser una visita dura... Y aunque hay alguna fuente por el camino, quizás conviene llevar encima algo de agua… (cosa en la que yo no había pensado).
Muy cerca del centro de visitantes se hallan los restos de un antiguo acueducto que antaño abastecía de agua a la ciudad; se trataba de una conducción de plomo que captaba agua de un manantial situado al norte de la actual Saelices y la trasladaba a las cisternas de almacenamiento de la ciudad. El acueducto (o más bien podríamos denominarlo canal) se cubría con tejas para proteger el agua del sol y mantenerla medianamente fresca.
También por allí encontramos dos necrópolis que, como era habitual en la época, se situaban en las afueras de la ciudad, pudiendo ver algunos sarcófagos en los márgenes del camino.
Recientes excavaciones han desvelado que por aquella zona, en el siglo II se desmanteló una antigua necrópolis de incineración, para levantar un circo, un edificio de espectáculos en el que se realizaban carreras de carros de caballos, aunque su forma es muy difícil de intuir desde allí hoy en día.
El camino continuaba en dirección a las murallas o límites de la ciudad. Justo antes de llegar lo primero con lo que te encuentras es con el Teatro, extramuros (junto con el Anfiteatro que se encuentra al otro lado del camino), custodiando la entrada a la ciudad. Dicen que es uno de los más pequeños pero de los mejor conservados de toda Hispania… aunque lo que más fama tiene es su graderío. Su construcción fue impulsada por Tiberio, pero no fue hasta la época de Tito y Vespasiano, en torno al año 79 d.C. cuando fue inaugurado. La pendiente natural del terreno, en la ladera del Cerro Cabeza del Griego (sobre el que se asienta la ciudad), facilitó en gran medida su construcción.
Tal y como he comentado, los entendidos en la materia destacan su graderío o “cavea”, que tenía cabida para 2.000 personas y como ocurría en los teatros romanos, estaba dividido a través de escaleras en sectores (o cunei) y en tres partes diferentes en altura separadas por muretes (denominadas baltei) que diferenciaban a los espectadores en función de su clase social.
Delante de las gradas se hallaba la “orchestra” (el lugar en el que se colocaban los músicos) y el escenario. Tras éste había una fachada monumental (que actuaba a modo de decorado) y un pasillo cubierto en el que se vestían los actores. Pero toda esta parte cuesta mucho imaginarla hoy en día, pues salvo alguna columna poco más se puede ver.
Por la parte de atrás del Teatro, ya dentro de las Murallas, se levantaron unas Termas en época de Augusto. Éstas estaban destinadas al baño, pero también se trataba de un punto de encuentro social. Las termas de Segóbriga, al igual que las que años atrás vimos en Roma (en las Termas de Caracalla u Ostia Antica), Pompeya o Herculano, estaban formadas por diversos recintos o habitaciones: comenzando por un patio porticado (palestra) donde se realizaban ejercicios previos al baño, un vestuario (denominado apodyterium) que en este caso no se ha conservado y tres salas de baños propiamente dichos: la sala de agua fría (frigidarium), la de agua templada (tepidarium) y la de agua caliente (caldarium), acabando la “ruta termal” con una sauna (el laconicum).
A espaldas de los baños, hacia el año 15 a.C. se construyó una gran Basílica de tres naves (de cerca de 1.200 m²) que era el lugar en el que residía el poder judicial. Allí los magistrados repartían justicia y era el lugar en el que se realizaban las mayores operaciones comerciales. En sus extremos había dos pequeños templetes dedicados al culto del emperador y de su familia.
A su lado se hallaba el Foro, la principal plaza de la ciudad que ocupaba un gran espacio rectangular. Estaba rodeado por un pórtico sustentado por grandes columnas desde el que se accedía a los monumentos más emblemáticos de la ciudad, pues era el centro político y social de Segóbriga. Fue construido hacia el año 15 a.C.
Desde allí, me desvié ligeramente para acceder a la antigua Acrópolis, en la cumbre del cerro sobre el que se asienta Segóbriga y que debió ser el emplazamiento del castro celtibirico que daría origen a la ciudad. Hoy en día sólo se conservan unos pocos restos de una torre musulmana.
Regresando a la ruta principal di con las Termas Monumentales. Éstas se construyeron en el siglo I d.C. y estaban destinadas al baño e higiene, pero también a los negocios, siguiendo la misma disposición de salas que las termas del Teatro. En este caso, en lo que antaño eran el caldarium y la sauna hoy en día encontramos una ermita dedicada a la Virgen de los Remedios.
Rodeando las termas se llega a la conocida como “Casa del Procurador Minero” que fue vivienda de Caio Iulio Silvano, un hombre de origen griego que llegó a Segóbriga para explotar el lapis specularis y que levantó allí su vivienda a principios del siglo III.
En tiempos de Vespasiano (69-79 d.C.) se construyó otro gran edificio frente al Foro, denominado Aula Basilical. Junto con las termas monumentales conformaban un gran complejo lúdico/comercial. Allí, se fraguaban las negociaciones en relación con el lapis specularis, llegando a exportar el producto hasta Roma.
De vuelta al foro, pero esta vez por el lado contrario, encontramos el Criptopórtico (del Foro y de la Curia), una estructura subterránea, que a la vez que sostenía los pórticos de la plaza pública de la ciudad, hacía funciones de sótano o almacén y con casi total seguridad fue utilizado de “tabularium” o archivo.
Con eso ya había recorrido por completo la ciudad y volvía a salir de ella atravesando la antigua muralla de 1.300 metros de longitud por los escasos restos de la antigua Puerta Principal.
Extramuros, di a parar con el Anfiteatro que, con su forma elíptica irregular de 75 metros de largo, lo convierten en el mayor monumento de Segóbriga, con capacidad para unos 5.500 espectadores. Fue construido en torno al 70 d. C., para mostrar espectáculos de combates de gladiadores o contra animales.
Continuando el recorrido, seguí en esta ocasión el camino que conduce a la basílica visigoda. Su construcción se inició a finales del siglo IV o principios del V. No quedan muchos vestigios de la misma y quizás lo más llamativo e importante sea la necrópolis se extiende alrededor de ella y que aseguraba el carácter funerario del edificio.
Allí puse punto y final a mi visita a este interesante recinto arqueológico.
¿Cómo llegar al recinto Arqueológico de Segóbriga?
El Parque Arqueológico de Segróbiga está a poco más de una hora de Madrid, en la provincia de Cuenca.
Lo más fácil es acceder en coche particular tomando la salida la salida 104 de la A-3. La dirección del recinto es Carretera Carrascosa de Campo a Villamayor de Santiago, s/n 16430 – Saelices, Cuenca.
¿Cuánto cuesta visitar el Parque?
- Tarifa general: 5 Euros
- Tarifa reducida: 2,5 Euros (carné joven, carné de estudiante, familias numerosas y grupos de más de 15 personas con reserva previa)
- Tarifa mínima: 1 Euro (niños de 6 a 11 años, jubilados y pensionistas y desempleados); entrada gratuita a niños menores de 6 años
- Tarifa con actividad: 9 Euros
[ Más info: Precios ]
¿Cuáles son sus horarios?
Si queréis visitarlo tenéis que tener en cuenta que abre hasta las seis de la tarde en invierno y hasta las siete y media en verano, pero el último pase se produce 45 minutos antes de la hora de cierre (así que más vale no apurar con el tiempo).
Me abre muchos conocimientos nuevos este artículo! me fascina conocer los vestigios de las antiguas ciudades y civilizaciones de España! Gracias
ResponderEliminarTenemos muchos recintos arqueológicos en los que no reparamos en nuestro país y poco puestos en valor...
EliminarUn saludo y gracias por comentar!
¡Qué pasada de sitio! Me lo guardo para visitarlo en el futuro. Saludos!
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